Domingo 31 de julio de 2011 Por Ricardo Ragendorfer
En las denuncias contra el juez de la Corte, Raúl Zaffaroni, anida una compleja trama de intereses. Quiénes son sus acusadores. El asombroso viraje de la organización La Alameda. Y el papel del arzobispo Jorge Bergoglio.
Gustavo Vera -denunciante compulsivo- y Jorge Bergoglio |
El tema fue instalado esta semana por la editorial Perfil –a través de su sitio Perfil.com y el diario Libre–, y obtuvo un amplio rebote en otros medios. En paralelo, La Alameda, una ONG contra la trata de personas, decidió con suma premura llevar el tema a la Justicia. En el aspecto fáctico, el asunto fue descomprimido por el propio Zaffaroni, al declarar públicamente que él no suele firmar contratos de locación ni conoce a sus inquilinos, puesto que la administración de sus propiedades está a cargo de “un apoderado y la inmobiliaria que los alquila”. Sin embargo, ello no atenuó el hostigamiento contra su persona.
En la novela de Böll, el personaje principal es una mujer común e intrascendente que pasa una noche con alguien, sin saber que es un prófugo del grupo armado Baader-Meinhof. Ese dato, en manos de un reportero que manipula la verdadera raíz de los hechos, termina por hacer añicos su vida privada. El fugitivo había pasado a un segundo plano; ahora era ella quien copaba la escena, y sólo por aquella involuntaria circunstancia. Es que el universo de la comunicación posee su propio sistema punitivo: la criminología mediática, como, justamente, la llama Zaffaroni.
En el episodio que tanto escandaliza a la revista Libre y a La Alameda, poco importa si en los departamentos aludidos había realmente mujeres sometidas a un régimen de esclavitud. Y de ser así, tampoco parece necesario determinar en poder de quiénes estaban sometidas. Por el contrario, la clave pública del asunto fue puntualmente depositada en la identidad del locatario; o sea: Zaffaroni. “¿Sabía Zaffaroni lo que pasaba en sus inmuebles”, se pregunta ahora el espíritu público. “¿Usted sabía eso?”, le preguntan los movileros a Zaffaroni, cada vez que entra o sale de su casa. También lo llaman a toda hora. Y con idéntica insistencia, importunan a sus colaboradores y vecinos. La criminología mediática ha pasado a la acción.
Asombra, en cambio, el papel de La Alameda. Y que en nombre de su lucha contra el tráfico de mujeres participe de esta maniobra. Asombra porque hubo un tiempo en el cual La Alameda tuvo una función política muy importante por sus escraches a proxenetas y talleres textiles clandestinos. Sin embargo, a partir de 2008 los objetivos de sus militantes encabezados por Gustavo Vera se enrarecieron, al punto de haber incluido en su nómina de blancos a las trabajadoras sexuales independientes. Ese giro estratégico coincide con los orígenes de su vínculo con el arzobispo de la ciudad de Buenos Aires, Jorge Bergoglio.
Dicen que el hombre que aportó el contacto entre éste y La Alameda fue el líder del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), Juan Garbois. Lo cierto es que desde entonces, esa ONG se transformó en una suerte de Ucep al servicio del Señor. Tanto es así que, en consonancia con la tirria eclesiástica hacia la despenalización del consumo de marihuana, uno de sus dirigentes no dudó sugerir que la revista canábica THC era financiada por el narcotráfico internacional. La Alameda también supo fustigar a otro dilecto enemigo de Bergoglio: el periodista Horacio Verbitsky. La razón: en un congreso del Cels no fue chequeda la trayectoria del representante de la comunidad boliviana, Alfredo Ayala, un sujeto muy cuestionado por La Alameda. Ahora –ya se sabe– es el turno de Zaffaroni.
Es curioso: en 1989, al entonces juez de la Corte Augusto Belluscio se le cayó en París una amante por la ventana. Nadie dijo nada.
Por Ricardo Ragendorfer, publicado en Miradas al Sur el 31 de julio de 2011
bastadeodio
Ragendorfer si es un tipo confiable y sabedor como pocos de cuestiones turbias de ese submundo adonde nosotros, tipos de a pie no llegamos.
ResponderEliminarUn nuevo Monner Sans al servicio del poder concentrado
ResponderEliminarSi hay un tipo al que le creo es a Zaffaroni.
ResponderEliminarRecuerdo cuando lo tuve como profesor de Criminología en la facultad y nos explicó el "delito de cuello blanco" (es decir, los delitos de los tipos de saco y corbata) tomando como ejemplo la deuda externa argentina, y por supuesto, la nacionalización de la deuda privada por Cavallo. Es uno de los criminólogos más importantes y reconocidos del mundo, mirá si va a tener departamentos para ejercer la prostitución a su nombre...
Operación berreta si las hay.
Abrazo
no me extraña..el odio envilece y enceguece..el PARTIDO MEDIÁTICO quiere seguir sosteniendo el poder y que otros gob. con sus decisiones:esta independencia de k molesta y está succionando las maldades además de hacerlas cada vez más visibles...comparto la nota..excelente
ResponderEliminarZaffaroni es un estorbo que "debe ser" removido. Y en ese deseo no es raro que coincidan bergoglio y sus satélites, la "prensa seria", la cana (con intereses diversificados) y la imbecilidad militante del honestismo trucho.
ResponderEliminarEsta mañana, en la tele tucumana (pública, de yapa), un bussista y uno de sus parientes (no asumido) hablaban de la "contravención" del juez. Y es sencillamente maravilloso el esfuerzo que hacen en los embustes seriales.
Además condenaban la idea de "impunidad" y la "brutalidad" del gobierno (provincial y nacional) - pobre gente - abrumados por la "protección" al contraventor Zaffaroni, justo ellos, los chupamedias (y algo más) de un criminal asqueroso.
Coincido totalmente ram, además hay que tener un estómago realmente fuerte para tragarse las "críticas" de ciertos personajes, como los que contás. No son, ni lo serán tiempos fáciles es mucho lo que está en juego.
ResponderEliminarabrazo
"...yo no sé
ResponderEliminarcómo hay quien malversa la vida
cómo hay quien invoca una herida
como pueden gastar el amor.
yo no sé
como si no faltaran cadenas;
como si nos sobraran las cenas
como si diera dicha el dolor.
yo no sé
si el mal tiempo trae mala fe;
si la desesperación hace blanco
y se cierran los laicos colegios;
si se vuelve al sortilegio
y aprendices de delfín
creen llegar a merlín.
yo no sé
si el mal tiempo trae mala fe,
pero a mí lo que me embruja es volar
y hechizarme con tus sortilegios,
soy brillante en tu colegio;
subo nota en el amor,
vuelo allí
como al sol
un colibrí.
Abracadabra,
curandera mi palabra,
todo mal pone bien,
sana del odio y vacuna también.
abracadabra,
siga la pata en su cabra,
girasol, alhelí,
la mariposa besó al colibrí."
Gracias, rápida como un rayo, por ese oportuno poema. vuelve
ResponderEliminarLa Alameda tiene un historial pulcro contra la trata y la explotación.
ResponderEliminarEs una organizacion que desde hace muchos años trabaja denunciando a los Awada y cia que explotan trabajadores inmigrantes esclavizados y a infinidad de prostibulos en todo el pais, incluyendo Mar del plata, Lanus, Capital, etc.
Un par de fotos con bergoglio no prueban culpa de nada, mucho mas que son fotos públicas.
Zafaroni es nuestro mas querido jurista , penalista, compañero y juez de la corte.
De modo que creo que es fontevecchia y magneto los que aprovechan y exhuman estas denuncias que datan de enero de 2009, para tirar ahora esta podrdumbre sobre la mesa. Una mínima aclaración de zafaroni, alcanzará, porque no hay duda de que es un hobre porbo, como Vera.
Carlo respeto tu opinión pero no la comparto. En mi post no involucro en absoluto a La Alameda como ONG, pienso que ésta excede a Gustavo Vera. En cuanto a la actitud de éste último, por lo menos en el caso que nos interesa deja mucho que desear. El se ha dedicado a pasar por cuanto programa de televisión dedicado a atacar y decir mentiras sobre el gobierno y sus políticas ha podido o lo han invitado. En todo ellos el objeto de sus acusaciones es Zaffaroni -por eso lo invitan- el objetivo es dañar la imagen del Juez, agotarlo e incluso lograr que renuncie y ello por como piensa y actúa y tu defendido Vera es partícipe de ese juego malvado. Somos grandes y la inocencia la hemos -lamentablemente- perdido.
ResponderEliminarUn saludo.
Pero en ningún momento Gustavo Vera le hizo al Juez Zaffaroni alguna imputación por su trayactoria o cuestionó su moral. Se le puede achacar a Vera su actitud de denunciante permanente, contra los proxenetas, contra los talleristas esclavistas, contra la policía corrupta y criminal, contra los funcionarios venales del Gobierno de la Ciudad y también del Nacional, ¿o acaso lo que duele y no se le tolera es que denuncie a los muchachos del propio riñón "nacional y popular"? Esa actitud de constante denuncia es parte de la estrategia que permite que aun La Alameda esté en pié, pese al "grosor" de los enemigos a los que se viene enfrentando. Claro, todos preferiríamos vivir en un mundo apacible donde lo blanco siempre es blanco y lo negro siempre es negro; la realidad es más compleja que eso, y Vera no duda en "ensuciarse los pies" haciendo alianzas con dios y con el diablo para mantener en pie su lucha por los desposeidos. Me parece que no se lo debería condenar como se está pretendiendo hacerlo.
ResponderEliminarLo cierto es que hay sectores a los que la trayectoria y la forma de encarar y concebir los derechos de las personas y el papel de la justicia que son propios de Zaffaroni les molesta y hasta se han opuesto en su momento a su designación como miembro de la corte suprema. Entre ellos está justamente el cardenal Bergoglio, como señala el artículo de Ragendorfer. Sin embargo el Juez, que ya se había ocupado del tema que denomina "criminología mediática" mucho antes de que ocurrieran las "denuncias" que lo vinculan al ejercicio del proxenetismo, fue objeto de lo que el denomina "lapidación mediática". Como él mismo lo explica mucho mejor que yo, le recomiendo leer a Usted, señor "anónimo" y a todos los interesados en el tema su carta publicada en: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-174459-2011-08-14.html.
ResponderEliminarEn cuanto al señor Gustavo Vera lo que se le recrimina es que se haya paseado por cuanto programa de TV se dedica a atacar al gobierno en el medio de una campaña electoral a sabiendas, ya que no podía ignorar, que su presencia y testimonio perseguían dos objetivos, el primero en el cual Vera coincide y que es el de desprestigiar al juez y el segundo que es falaz de movida el de vincular al juez con el gobierno dando por sentado algo que es completamente falso, que el juez no es independiente del gobierno. En este objetivo Vera no tiene nada que ver pero al prestarse a una cosa sirvió de apoyo para la otra (digamos que cayó con gusto en la trampa o se dejó llevar por las circunstancias, me da igual).
Contra la Alameda y su lucha contra la trata de personas y la explotación, no hay ninguna objeción todo lo contrario, lo que creo es que la actitud de Vera en el caso Zaffaroni le ha prestado un flaco servicio a la Fundación, eso es todo.
Ok, profesor, me parece que su comentario es bastante ecuánime, puede ser que Vera acá se haya pasado un poquito de la raya, pero es muy distinto lo que usted escribió en este comentario de lo que dice Ragendorfer en su artículo; en aquél se lo hace a aparecer a Vera como un canalla que formaría parte de lo peor de nuestra sociedad. Se podría decir también que, en su defensa de Zaffaroni, Ragendorfer también se pasó de la raya... me parece.
ResponderEliminarLe mando un saludo "anónimo" pero igualmente respetuoso.
La Alameda con el propio Gustavo Vera a la cabeza participó de la menguada concentración convocada por Moyano, Micheli, Buzzi y cuatro o cinco radicales en Plaza de Mayo... Res non verba.
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