De Narváez y Alfonsín cada vez más cerca de la ruptura

La cosas no van bien en esa alianza contra natura, donde sin ánimo de ofender a los amigos radicales, el oscuro personaje que es De Narváez oficia de macho autoritario en rol de disimulo por conveniencia social y Ricardo el de una novia preocupada por su imagen que percibe en decadencia.
No le basta a Ricardo hacerse el duro contra Zaffaroni, no le basta tampoco aparecer bien planchadito como un niño que va a su primer día escolar lejos de aquella imagen algo desaliñada pero mucho más auténtica que lo acompañó siempre.
No le basta al macho colorado, un zorro, como alguna vez lo caractericé, lucrar con la inseguridad y arrastrarlo a un Ricardo poco convencido a prestar su imagen prolijita para esos teleteatros aterrorizantes y de mal gusto. A pesar de todo ese esfuerzo, las encuestas muestran que la alianza no despega, que el batacazo del 2009 de De Narváez, fue un pedo de la historia que dificilmente se repita.
Y Ricardo, en un claro indicio de lo mal que va el noviazgo deberá festejar o lamentar solo en el Hotel NH City lo que suceda el 14 de agosto en las primarias. Ni Cobos, ni Sanz, que fueron junto con los medios liberal restauradores los celestinos de ese encuentro, aceptaron acompañarlo en esta ocasión. Seguramente tampoco estará Stolbizer ni los antiguos amigos socialistas.

Todos imaginan un resultado desalentador para la pareja en esta presentación en sociedad y en esas condiciones será muy difícil que el noviazgo llegue hasta el matrimonio previsto para el 23 de octubre. Lo más probable es que cada uno termine por su lado y más desgastados que antes de empezar.
El novio festejará o se lamentará por otro lado -en las Cañitas, por su- y seguramente intentará con sus amigos echarle la culpa a Ricardo por el mal resultado.
El que seguro se ríe en la intimidad de esta triste situación es Eduardo Duhalde, sí ese al que se negaron a invitar todos pero con el que se avienen a tener una relación oculta, clandestina, ciertamente pecaminosa como se la plantea el señor de la capital el Niño Macri.
En la realidad Duhalde también esta decidido a meter miedo, pero no con escenitas de teleteatro de terror, sino con los mucho mas efectivos muchachos de la patota sindical y futbolaria que lo acompañan. Viejos métodos que suelen darle excelentes resultados a la hora de crear un clima de incertidumbre.

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