Conservación...al estilo macrista |
Con mucha lucidez y refiriéndose en su caso a la política científico tecnológica del Estado nacional, Sábato distinguía entre las políticas explícitas (los discursos, las declaraciones, la legislación) y las políticas implícitas (el respaldo que a esas políticas explícitas se les da en el orden presupuestario o, en otras palabras, los recursos financieros y materiales que se les destina a su ejecución).
Una interesante diferencia -de sentido común- entre las espectaculares declaraciones y la muy mediocre realidad que suele resultar de la escasez o limitación de los recursos.
Lo cierto es que en el caso del gobierno macrista de la ciudad de Buenos Aires ambas expresiones de la política -los discursos y las realidades- parecen ir de la mano en lo que hace a la conservación del patrimonio y al planeamiento urbano. Tienden a coincidir, lo que en principio es bueno, solo que en este caso resulta ser muy malo porque coinciden en el desprecio casi absoluto por la conservación del patrimonio edilicio y cultural de la ciudad.
Facundo de Almeida dice:
El proyecto de ley de Presupuesto presentado por la administración macrista ante la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires siquiera nombra al área que en la práctica más poder tiene a la hora de decidir sobre la protección de un inmueble de valor patrimonial: la Supervisión de Patrimonio Urbano. Una supervisión es menos que una Dirección General, menos que una Unidad Ejecutora y tampoco califica como Unidad de Proyecto. No es nada de eso, y por lo tanto, hasta para comprar un rollo de papel higiénico depende de su superior inmediato, el director general de Interpretación Urbanística.
Esta dirección general tiene, además de la responsabilidad en la preservación patrimonial, la obligación de “entender en el Planeamiento y en el estudio integral de la problemática urbanística de la Ciudad, como así también en la interpretación, aplicación, modificación y actualización de las normativas referentes al Código de Planeamiento Urbano”. Casi nada...
Para todo eso cuenta con una partida de 8.237.155 millones de pesos, frente a un presupuesto total del Ministerio de Desarrollo Urbano, para el que se prevé un gasto anual de 1.532.344.816 millones de pesos. Quiere decir que los fondos previstos para el área que engloba –pero excede– al patrimonio urbano representan un 0,53 por ciento del total.
Y más adelante señala:
Por su parte, el Ministerio de Cultura tiene la responsabilidad primaria en la preservación del patrimonio cultural, según lo obliga la Ley 1227...
La pena es que sólo piensa hacerlo a través de seminarios, cursos, talleres, revistas digitales, visitas guiadas y un ciclo de charlas/cursos/jornadas organizados por la Dirección General de Patrimonio e Instituto Histórico, pero sin prever nada concreto en lo que se refiere a la protección, restauración y gestión del patrimonio edilicio porteño.
Para lo anterior, prevé un presupuesto de 16.455.806 millones de pesos para la Dirección General de Patrimonio e Instituto Histórico y 5.450.639 millones para la Dirección General del Casco Histórico, que sumados solo representan un 1,9 por ciento del total asignado al Ministerio de Cultura.
Facundo culmina de forma brillante su nota:
Los discursos pueden indicar otra cosa -aunque de a poco los propios funcionarios porteños van reconociendo en público que el patrimonio arquitectónico no les interesa en lo más mínimo- pero el proyecto de ley de Presupuesto no miente. Allí están las prioridades, y el patrimonio cultural, claramente, no lo es para el Ejecutivo local.
La nota de Almeida se complementa muy bien con otra de Sergio Kiernan publicada el mismo día en el suplemento. Su título lo dice casi todo: Manual de zonceras
"No todos los peces mueren por la boca, apenas los que se contradicen hasta el absurdo. Esta semana, en la Legislatura porteña, se vio a dos peces mayores del cardumen oficialista morir boqueando, ahogados por la latitud entre lo que dijeron al defender parte del Presupuesto para el año próximo y sus prácticas cotidianas. El pez en jefe fue el ministro de Desarrollo Urbano Daniel Chaín y el segundo fue su socio comercial y político, el secretario de Planeamiento Héctor Lostri. Cada uno a su manera, terminaron en una playa de difícil pronóstico."
Kiernan nos muestra de que forma la pobreza e insignificancia de los planes se disimula tras expresiones grandilocuentes, v.g.:
Concretar “un concepto de humanización del espacio público” es igual a hacer peatonales a Reconquista y Suipacha.
Otro hallazgo teórico de la filosofía macrista aplicada al patrimonio:
“optimizar la accesibilidad y la movilidad, incrementar la densidad edilicia y mejorar las condiciones ambientales”. Una evidente expresión del lenguaje autocontradictoria. ¿Cómo es posible mejorar la movilidad y las condiciones ambientales aumentando la densidad edilicia?.
En fin, el gobierno de Macri goza sin duda de la descarada protección de los medios concentrados dominantes lo que le ha servido de oportuna cobertura, pero está haciendo las cosas tan pero tan mal en términos de gestión despreciando lo público en exclusivo beneficio de intereses privados que, presumiblemente, estará perdiendo parte de su capital político y poniendo en riesgo su -hasta ahora- imbatibilidad electoral.
bastadeodio
Está haciendo un desastre el tipo y más allá de la gentil cobertura que le hacen sus socios de los medios es tremendo ver como la gente que lo votó se banca todo, cualquier cosa siempre que sirva para tener alejada a la "yegua".
ResponderEliminarMuy buena la entrada. Es cierto, lo que dice el Daniel, y mucho de lo que ocultan los medios lo podemos leer en http://proyectoriachuelo.blogspot.com/,
ResponderEliminarabrazo, Profe.
Excelente Profe!!!
ResponderEliminarEl vocabulario de estos tíos, me hace acordar cuando en la escuela debíamos Planificar nuestras actividades de acuerdo a la Taxonomía de Bloom... Yo tenía "un par de verbos" que con unas "frases hechas" me daban status... Mis planificaciones "una pinturita" sin decir nada. jaja
Abrazo