Por una Patria Justa, Libre y Soberana

Una Patria Justa, Libre y Soberana - 17 de octubre de 1945 - 17 de octubre de 2015 - Día de la Lealtad - Setenta años
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lunes, 17 de noviembre de 2014

El populismo: ¿posibilidad o amenaza?

La nueva bestia negra del stablishment europeo es -como antes lo fuera el comunismo- la amenaza populista. Y el lenguaje que se usa para descalificarlo, las construcciones mentales que se crean para demonizarlo recuerdan las previas prédicas anticomunistas, pero con una importante salvedad: antes el enemigo era predominantemente externo, ahora, en cambio, es interno, sus exponentes son expresiones políticas legítimas que surgen de los restos de democracia que aún quedan en pié y que expresan demandas que realmente existen en las sociedades. Algunas de las demandas son progresivas y otras regresivas, la prédica anti populista las mezcla a todas en una misma bolsa, no con el objetivo de perjudicar por igual a ambas sino especialmente a las primeras. Lo cierto es que hay en Europa un populismo de derecha y otro de izquierda y no son lo mismo, son antagónicos. El de derechas es de vieja data y los malos recuerdos que trae aún están muy frescos. De eso se aprovecha la campaña anti populista.

La actitud de ese mismo stablishment frente a la amenaza comunista fue en su momento constructiva e inteligente: consistió en la costosa construcción del Estado de Bienestar que trajo paz y prosperidad a la Europa devastada por la guerra. Trajo, también, algo que es mucho más importante, movilidad social ascendente y una promesa de un futuro mejor para los hijos que el que habían tenido los padres. Los dueños de la riqueza buscaron entre los ciudadanos de mundo -en los casos en que pudieron hacerlo- a los políticos más idóneos para llevar adelante esa tarea. Toda una arquitectura política sofisticada, con alternativas, con participación popular surgió y desplazó a los totalitarios del escenario político.

Desaparecida la amenaza comunista -pero no la amenaza de reinstalación de un orden totalitario encubierto a escala global- el escenario es completamente distinto. El stablishment, esa casta de privilegiados que gobierna el mundo globalizado y que usan como gerentes a los señores y señoras que desde sus escritorios en Washington y Bruselas operan para ellos, decidieron que el Estado de Bienestar, las fronteras entre países y las peculiaridades culturales eran o bien un gasto innecesario o un obstáculo para el crecimiento de su riqueza personal. La solidaridad vista como cohesivo social se reemplazó por el individualismo radical.

Lograron convencer al personal que la movilidad social no era un asunto que le interesase al Estado, que era un asunto individual. Durante un tiempo, quizás demasiado largo, se les creyó. Pero cuando personas altamente capacitadas no encuentran trabajo o lo pierden esa ilusión individualista naturalmente se resiente.
El individualismo -antitético con el Estado de Bienestar- exige también ceguera parcial, no percibir la desigualdad, ver al caído (o al extranjero) como un vago, un inadaptado, un indeseable.

Los desarrollos tecnológicos son siempre producto de las necesidades de esos sectores dirigentes. Es esa necesidad lo que convierte a los hallazgos científicos y técnicos en objetos de la vida común. No las necesidades de "la gente común" o la oportunidad de negocio como se suele pensar. Las necesidades de dominio producen revoluciones -en el sentido de cambios sociales y políticos- en las cuales la tecnología es solo un medio para lograr los fines.

La globalización preexiste como decisión estratégica a la revolución de las tecnologías de la información y comunicación, éstas son consecuencia y medio para concretar aquella. Para marcar la presencia, la fuerza, en los territorios en disputa están además las armas, las provocaciones, las agresiones, esa otra cara, más desagradable, que trata de ocultarse, de la globalización.

Que los enemigos principales de la globalización -los nacionalismos y los populismos- sean internos a cada una de las sociedades lleva al totalitarismo porque la respuesta del stablishment amenazado pasará inevitablemente por la seguridad interior. En Latinoamérica sabemos muy bien lo que significa la "doctrina de la seguridad nacional". Algunas muestras ya hay en otros territorios. El envío de tropas del ejército, incluidos tanques, a Cataluña por el referéndum, las amenazas a Grecia de "nosotros o el caos" ante el posible triunfo de Alexis Tsipras, la presión sobre los votantes de Escocia para impedir el triunfo de sí, el uso en todos los casos de la represión policial desmedida.

Como es obvio el otro gran obstáculo para una globalización hecha a la medida de las ambiciones de sus creadores es que han ingresado más jugadores al partido: el bloque de los llamados países emergentes, los BRICS, Rusia, China, India, que les disputan con diferente grado e intensidad el predominio sobre los recursos y el comercio mundial. Estas disputas son un peligro latente porque en ellas el stablishment ve una amenaza y no una competencia dentro de las reglas del capitalismo que ellos dicen adorar.

Recuerdo cuando para denostar al comunismo o al socialismo se hablaba de "socialismo real" y se lo exhibía como una prueba de su miseria. Hoy cuando se critica al populismo no se puede hacer lo mismo porque en Sudamérica y en otras partes del mundo existen pruebas abundantes de que los gobiernos que podrían ser calificados de "populismo real" pueden mejorarle realmente la vida a mucha gente que antaño y bajo gobiernos neoliberales del llamado Consenso de Washington quedaba excluida. Por eso no les queda más remedio que crear un populismo imaginario, una bestia negra a la medida de sus necesidades. Aunque hay algún líder político con gran apoyo popular en la región, y de izquierdas por añadidura, que o bien por congraciarse con la dirigencia europea o bien porque realmente lo cree, rechaza al populismo. Lo que no deja de contribuir a la confusión.

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bastadeodio                                                                   

martes, 4 de noviembre de 2014

Populismo trasandino

Se puede ser popular sin ser populista, advierte Bachelet
Michelle Bachelet volvió recargada. Cayó en la cuenta que en su anterior gestión estuvo más que tibia y que se quedó por detrás de las demandas de su propio Pueblo. No lo digo yo, lo dice ella.

Sacó una reforma tributaria que le puso los pelos de punta a más de un empresario y adversario político. Como sucede acá, pero allá la oposición tiene un realismo del cual la nuestra carece. Parece creer que poner palos en la rueda, desestabilizar, no consensuar ni el pago de la cuenta del vermucito, es bueno para todos y todas.
Cuando en la oposición trasandina se dieron cuenta que la coalición de gobierno iba en serio y que la ley salía o salía, dejaron los remilgos de lado y golpearon la puerta para ser escuchados. Algo habrán conseguido, plazos más largos, diluirla un poco tal vez. El hecho es que salió. Es de aplicación progresiva. La eliminación del Fondo de Utilidades Tributarias (FUT), un engendro para evadir legalmente el pago de impuestos, cuya eliminación fue recomendada incluso por la OCDE, recién se implementará en 2018.

Con esos ocho mil millones de dólares extra que espera recaudar, el gobierno de Bachelet aspira a financiar una ambiciosa reforma del sistema educativo que termine -como prometió- con el lucro empresario y que, además, permita mejorar las perspectivas a futuro de la economía chilena financiando la innovación productiva. Lo que se dice vulgarmente, reformas estructurales. Cambiar la cultura, porque si no se cambia no hay progreso, dice Bachelet y tiene mucha razón. Además, en este plan -que tiene tres patas- se incluye comenzar a discutir hacia fines de año una nueva constitución que reemplace la actual que proviene de la dictadura pinochetista.

También reconoció una deuda pendiente, quizás la más grave de todas. Chile es el país más desigual de América del Sur y el segundo más desigual de todo el continente, luego de México. Bachelet tiene para mejorar eso una perspectiva de largo plazo, confía en que la clave está en incrementar la calidad de la educación y hacerla accesible a todos los chilenos, desde el preescolar hasta la universidad. Demasiada responsabilidad depositada en la escuela como institución. Seguramente sola no puede. La calidad y la igualdad de oportunidades educativas son condición necesaria pero no suficiente para lograr la meta de la igualdad.

El asunto es que tanto dentro como fuera de Chile no ven con buenos ojos esta Bachelet recargada. The Economist hizo punta de lanza a comienzos de abril tachándola de populista, eso de que los ricos financien con sus impuestos las transformaciones de fondo no les sentó nada bien. Michelle (ahora que es populista le dicen así, por su nombre de pila) tiene una respuesta muy justa a esas críticas:

"Hay un viejo dicho: nunca es el momento para una reforma tributaria porque o “es que la economía está muy bien, para qué va a necesitar una reforma tributaria” o “la economía está desacelerada, cómo va a hacer una reforma tributaria”.

Los momios siguen pensando (?) en clave setentista, que simplemente es una comunista de m.

Bachelet partió en gira europea con una consigna muy clara, negar que sea populista, algo muy mal visto por el stablishment global. Le va a costar convencerlos. Su gira comenzó por España. Justo en el momento en que se dieron a conocer los resultados de una encuesta de Metroscopía que indica que la intención de voto a Podemos supera a la del PP y el PSOE individualmente e incluso casi iguala a la de ambos partidos juntos. Algo tendrá que ver con la marea potencial de Podemos el hecho de que la desigualdad aumentó en España también de forma manifiesta como consecuencia de los ajustes del consorcio PP-PSOE. También lo hizo la corrupción institucional. Hastío y desilusión es lo que indica la antedicha encuesta.

El fantasma del populismo acecha en las dos orillas. Obama y sus socios se preocupan. Jorgito Lanata se hizo un poco de tiempo en sus diatribas cotidianas y junto con el politólogo todo terreno de la CNN y La Nación, Andrés Oppenheimer, fueron a reflexionar a la casa matriz del imperio, Washington DC, convocados por la Open House Organisation, sobre los peligros que representa para la libertad esta nueva moda política que parece que llegó para quedarse. Imperdible.

Del Fin de la Historia nada de nada, en su lugar -obligados- proponen una actualización doctrinaria. Si en los sesenta y setenta del siglo pasado el cuco era el comunismo, hoy lo es el populismo. Todo sea para convencer al personal de que vivimos en el mejor de los mundos o, por lo menos, de que jodido como está, es el único posible. Sueños e ideales, ¡¡fuera bicho!!, son populismo puro y duro. La realpolitik neoliberal deberá prevalecer como sea.

bastadeodio                                                              

viernes, 30 de mayo de 2014

Podemos...poner una piedra en tus zapatos

Pablo Iglesias y los otros 4 eurodiputados de Podemos
Podemos no existía formalmente hace tan solo cuatro meses pero en las recientes elecciones al Parlamento Europeo ocupó el cuarto lugar entre las preferencias de los españoles, obteniendo cinco bancas.

Aparentemente, casi sin otra estructura que las redes sociales en las que se mueven con libertad e imaginación, estos herederos de las gestas callejeras de los Indignados, hoy, por aceptar las reglas de juego de la democracia y ponerse a construir consenso, le meten miedo a la anquilosada clase política española. Esa misma que ha logrado llevar el país a una crisis económica y social sin precedentes que cae como una loza entre más de la mitad de los jóvenes españoles bajo las formas del desempleo, la desesperanza y la emigración.

Los del gobernante PP, los llaman despectivamente frikis o sea loquitos, raritos. Pero estos señores del establishment perdieron millones de votos -casi tantos como los perdidos por sus supuestos opositores de izquierda del PSOE, (provocó la renuncia de Rubalcaba)- a manos de esos raritos. Una catástrofe compartida.

Felipe González, el benemérito jarrón chino de la política española (como a él mismo le divierte verse), reaccionó acorde a los temores de rotura que lo atraviesan.
El anciano líder lejos de lamentarse por el crecimiento electoral de la extrema derecha europea -que es el verdadero y más preocupante signo que dejan estas elecciones- dijo que sería una catástrofe que prendieran en Europa y en España "alternativas bolivarianas influidas por algunas utopías regresivas", nada peor, al parecer, que la amenaza populista. Felipe no es ignorante, acude a esas engañosas metáforas no por desconocimiento, sino porque intenta meter miedo a los bienpensantes que son su principal base. Antes que él, los serios líderes europeos de la austeridad apoltronados en Bruselas hicieron lo mismo con Alexis Tsipras; reaccionar por miedo y acusarlo de populista. Merecen que se les replique: Es la democracia ¡imbéciles!
Seguramente quieren ocultar que la utopía de una europa moderna, democrática y fuente de bienestar, gracias a ellos, ha dejado de existir como promesa universal sino solo para unos pocos (y pocas) privilegiados y, encima, es esto lo que serios señores (y señoras) de la real-politik anuncian de palabra y de hecho -con sus políticas de recorte- todos los días.

Estos jóvenes, en cambio, lejos de constituir una amenaza para nadie son un ejemplo de compromiso, de esperanza de futuro porque expresan mejor que la casta gobernante una demanda social realmente existente. Se trata entonces de no aflojar. Juntos Podemos!!!


bastadeodio                                                                

martes, 2 de octubre de 2012

LA ANTIPOLÍTICA

El recurso del avestruz. Responder al síntoma, ignorar la causa.

Mariano Rajoy ignora y desprecia a los indignados españoles mientra alaba a sus similares árabes. Hay primavera árabe y es bienvenida pero, guay! de hablar de una primavera hispana, eso no existe en la calle, solo en el almanaque.
En España, señores y señoras, según Rajoy hay, por un lado, una mayoría silenciosa que es digna de todos los respetos y a la cual se dirige el gobierno español, pero por otro, hay una minoría de sucios, feos y malos que no merece la más mínima consideración, es más, cuando se ponen molestos o demasiado atrevidos, palos, eso, palos, gases y balas de goma, que para eso se las ha comprado.

Poco importa que el desempleo entre los jóvenes españoles esté en casi el 26%, de que España toda lleve ya cinco años de recesión, que buena parte de la población haya perdido sus empleos y hasta su vivienda. Como mucho reconocen el fenómeno de la recesión o, más eufemísticamente, de la crisis, pero ignoran sus causas económicas y sus consecuencias sociales.

Justifican de manera innoble que el ajuste recaiga en una parte estadísticamente menor, pero muy importante desde el punto de vista ético y humanitario, las decenas de miles de extranjeros residentes "sin papeles", provocando que estén en una situación aún peor, lindante con el abandono de persona.

Poco importa que no se vea la luz al final del túnel, ni siquiera que tal luz exista y que muchos pierdan con razón la esperanza.

Nada importa que cuando se es gobierno, no se cumpla con lo prometido durante la campaña electoral. La palabra empeñada se convierte en papel mojado frente a las presiones de la realidad. Es la "razón de Estado" por encima  hasta del honor.

No, dicen que esas multitudes vociferantes y atrevidas se ponen a sí mismas fuera de la ley, que son vándalos que no respetan las instituciones y que están mejor en las cárceles o en su casa y calladitos más que en la calle protestando. Eso lo tienen bien en claro.

Tampoco importa que entre los que protestan no surjan líderes que puedan capitalizar el descontento. Y cuando parecen surgir -como en Grecia- hacen lo imposible para cerrarles el paso.

No, para el gobierno, la consigna "que se vayan todos" y que hizo su aparición muy fuerte en las últimas manifestaciones, es una prueba evidente de que este movimiento inorgánico es intrínsecamente malo y que pone en riesgo a la institucionalidad democrática misma.

Sobre actuando el dramatismo, el movimiento es visto como la antesala del temible populismo. Afirman que les recuerda la situación creada en la Alemania de Weimar en los momentos previos al surgimiento del nazismo.

Hay que ser caradura, cuando se trata de meter miedo, de desmovilizar a la protesta, de quitarle fuerza, todo vale. Hasta identificarlos con los nazis. Acusan de poner a España frente al abismo:

"La antipolítica deviene así en una épica de la multitud que agita la normalidad repetitiva de las leyes y la representación para ver qué surge del abismo excepcional, olvidando que siempre la primera víctima de esta peligrosa deriva es la propia libertad.", dice el Secretario de Estado de Cultura del gobierno español, José María Lassalle.

Los movilizados son la "antipolítica" y ya está, al basurero de la historia con ellos, junto con los nazis, los fascistas...aunque, curiosamente, no se encuentre allí Don Francisco Franco, su épica nacionalista y los millares de muertos por su causa, a pesar de que evidentemente fueron socios de la locura autoritaria y que éste caballero español sí que se rebeló contra las instituciones hasta tumbarlas por completo. No Franco es otra cosa, Franco es de ellos, un prócer demócrata de derechas, respetuoso de las libertades liberales. Je!, hay que tener morros.

Ni se les ocurre pensar que la causa fundamental de la crisis y del descontento subsiguiente es la renuncia de los políticos, de cualquier signo que sean y que hayan estado o estén al frente de los diferentes gobiernos más o menos recientes, para dar soluciones creativas que tengan en cuenta los problemas y las restricciones, pero que también tengan principalmente en cuenta las necesidades de la gente.

En vez de hacer lo que corresponde que hagan que es gobernar, cedieron el control de la economía y, en consecuencia, de la política y del gobierno real mismo, a funcionarios que están más allá de las fronteras del país y a los que nadie ha votado.

Incluso no se hace el debido análisis de las causas múltiples y concomitantes que explican el surgimiento de esos movimientos calificados de "populistas" que asolaron a Europa en el período de entre guerras. De ninguna manera para justificarlos, sino solo para entenderlos. Reescriben la historia en función de sus necesidades actuales.
Negar, excluir, estigmatizar, justificar la represión.

Se dan palos y cárcel a los que protestan en contra de un estado de cosas realmente injusto e insatisfactorio por donde se lo mire, en nombre de "las libertades democráticas" esas que ellos mismos no supieron defender y transformaron en frases carentes de sustancia.

No se puede creer tamaña hipocresía. Es el recurso del desesperado, de la avestruz, del que no tiene ningún control sobre la situación, pero simula que puede con ella.

En el cargo que los funcionarios del gobierno español hace recaer sobre los indignados, el de ser representantes de la antipolítica se esconde un análisis deliberadamente superficial de la realidad y una falacia. Los indignados no reclaman por menos política, sino por lo contrario, por la vuelta de la política, aquella que en los albores de la nueva democracia española, supo encantar a los ciudadanos, hacerlos sentir importantes, protagonistas, no una mera estadística.

bastadeodio                                                                  

viernes, 21 de septiembre de 2012

¿DIVIDIDOS?, LAS PELOTAS!!


Entre las muchas maniobras que genera la oposición mediática y partidaria hay una que ha cobrado fuerza últimamente, en particular luego del tan celebrado por ellos cacerolazo del odio.

La idea, que viene desde hace algún tiempo, es que el kirchnerismo, en particular Cristina, para mantener el poder y la iniciativa política crea artificialmente divisiones y enemigos donde no los hay. Hay varias muestras de intentos de elaborar y reforzar esta idea-acusación, una de ellas es la nota firmada por Claudio Jaquelin, colaborador habitual de La Nación y titulada así:
Un país cada vez más dividido y disociado, así comienza:

"Después de los años consensuales de la recuperación democrática que sucedió al colapso de las sangrientas dictaduras militares y tras la implosión de los neopopulismos neoliberales (como los de Menem y Fujimori), llegó y empezó a consolidarse un nuevo populismo de viejo cuño: confrontativo, de construcción de enemigos, de la patria vs. la antipatria, del pueblo contra la oligarquía."

De fácil traducción-interpretación-síntesis-paráfrasis: ceder frente al pecado original del populismo (de viejo cuño, ojito) nos expulsó del paraíso consensual del liberalismo y desde ese momento estamos así, como se nos vé, penando y rezando porque se acabe esta fucking diktadura.

Desde el comienzo tengo problemas para tragar lo que me dice este parrafito porque, por ejemplo, pretende reducir el complejo proceso de la dictadura cívico-militar que todavía nos afecta, a su mención como algo que ya sucedió y que quedó enterrado por la historia, claro, me digo, es una vieja aspiración de los de su clase que no se hable más del tema (hay muchos culos sucios) pero que el maldito populismo de los K insiste en revivir como en una pesadilla (para ellos, claro). Claro, otra división "ficticia", je!

El párrafo traspira un condescendiente deja vú de añoranza alfonsinista: ¿años consensuales?
Se referirá acaso al consenso de Campo de Mayo establecido con Rico y Zeineldín y vigilado por sus fusiles o al Pacto firmado paseando con Menem por Los Parques de Olivos, que nos dejó como regalo -entre otras cosas- la actual Constitución que nos rige y que es un Frankestein hecho a la medida del neoliberalismo, con partes que no terminan de encajar correctamente entre sí.

En fin, el primero de los "consensos" significó la claudicación frente a los militares genocidas y las leyes del olvido fueron su resultado y el segundo significó la entrega de los derechos de los trabajadores en el altar del consenso de Washington, ese si, de cumplimiento efectivo. Reforma laboral, privatizaciones a lo pavo y relaciones carnales con los EEUU a cambio de una supuesta salida elegante para el radicalismo y para su líder.
¿Qué hay para añorar de esos primeros años de democracia tutelada?, muy poco, solo una marcha mayormente formal de la maquinaria democrática y republicana pero que en muchos órdenes de la vida cotidiana de millones de compatriotas; en lo económico, laboral, de justicia y memoria, de restitución de derechos gremiales y sociales, implicó muy poco progreso.
Hay que reconocerle que en política exterior tuvo una actuación más digna que en la interior. Inició junto a Sarney el Mercosur, por eso se merece una ovación. Raúl Alfonsín tenía algo de lo que la mayoría de los políticos actuales carece, tenía de verdad un proyecto de país in mente, y un intento fallido de concretarlo, con demasiadas justificaciones y explicaciones a posteriori del porqué de ese fracaso. Menem también tenía un proyecto in mente o, como le gustaba decir in pectore, pero era un proyecto individual, no de país, ese lo ponían otros, los mismos que operaron con los milicos.

Yaquelain inventa eso de los neopopulismos neoliberales, única originalidad del articulito, que sirve para dar una capita de brillantina teórica a lo que fue la traición menemista, es realmente una perla de incongruencia intelectual y también un recordatorio de que esta gente no deja de soñar con poner de su lado a un peronismo domesticado y traidor, con los símbolos partidarios pero vacío de contenido real. Es una alquimia a la cual no renuncian a pesar de los reiterados fracasos.

DIVIDIDOS POR EL ODIO:

El kirchnerismo divide, el kirchnerismo está en contra de la unidad nacional, el kirchnerismo está en contra de la convivencia y el consenso, el kirchnerismo es la nueva-vieja forma del populismo (nótese el esfuerzo por evitar nombrar al peronismo) que es la fuente de todas nuestras desgracias.

Todo eso es cháchara discursiva y engañosa: no se trata de otra cosa que de disimular lo que es la expresión del aún no resuelto enfrentamiento entre dos modelos opuestos de país -y de patria grande- que en cada nación latinoamericana adoptó y adopta características distintivas, que sigue cursos históricos también diferentes pero que -de alguna forma- resulta ser bastante concordante en el tiempo y objetivos.

Estos dos modelos de país y de vocación latinoamericana responden a una división previamente existente en el seno de nuestras sociedades desde el momento mismo de la independencia de las metrópolis y en muchos casos aún desde antes.

Las divisiones preexisten a las alternativas políticas que se generan en virtud de su misma existencia, no al revés, como pretende decirnos, Yaquelain.

Son las divisiones sociales realmente existentes, de acceso a la riqueza, de acceso a la salud, a la educación, a la justicia, de acceso a las libertades democráticas reales y a su ejercicio. Divisiones en función del origen social y la pertenencia geográfica, de tipo étnico y cultural, formas aparentemente neutras que adopta la división de clases entre ricos que lo tienen todo y que pretenden tener aún más y la mayoría que aspira a un mejor reparto de la riqueza, a que también ellos y sus hijos se beneficien del progreso y del crecimiento.

Yaquelain, en lugar de ver en este hecho social de la emergencia de un nuevo protagonista de la vida política como una manifestación que surge del mismo crecimiento económico y de una voluntad política subyacente de justicia social, invierte los términos del proceso histórico y de la conexión causal. El kirchnerismo, todo populismo, para afianzarse en el poder crea divisiones, odios, enemigos...

Lo benéfico, lo que contribuye a la cohesión social, según él, es que los más ricos se apropien de la mayor porción del crecimiento económico y que los más se conformen con lo que sobra del banquete. La receta neoliberal para las mayorías sociales es sufra usted ahora, que ya se va a beneficiar en el futuro, esa es la naturaleza -repiten como explicación- de la economía. Muchos deben sufrir para que unos pocos se hagan más ricos de lo que ya son de tal forma que cuando la riqueza literalmente le salga por las orejas, llegará, tal vez, la hora de pelearse entre los pobres para llevarse algo de lo que -como al descuido- se ha caído.

El populismo no es anticapitalista, es antiliberal en lo económico y democrático y federal en su esencia, es el resultado de perseguir un principio básico de justicia social: que la riqueza es creada con el esfuerzo de todos para ser distribuida con equidad; y de una experiencia histórica de las luchas populares: el capitalismo librado a sus reglas internas no conduce a una sociedad más igualitaria, más justa, sino todo lo contrario. Según el populismo, los beneficios del crecimiento, y los costos de las crisis cuando suceden, deben ser repartidos con equidad entre todos los sectores sociales, como eso no sucede por si solo es necesario que un Estado fuerte introduzca regulaciones. Es entonces antineoliberal y estatista, no porque quiera un Estado que se ocupe de todo, sino porque quiere un Estado fuerte que pueda ponerle límites razonables a la voracidad del capital.

El peronismo y el kirchnerismo como experiencias político sociales sin duda pertenecen al campo del populismo, no es el caso del menemismo, ni siquiera "modernizándolo" con el prefijo neo. El menemismo hizo, como todos los liberales, la de Hood Robin. como hace Rajoy en España, como Monti en Italia, como Merkel en Alemania, como el socialista Hollande en Francia. Que los ricos sean más ricos y los pobres más pobres.

DIVIDIDOS POR LA FELICIDAD:

Las divisiones sociales preexisten incluso al capitalismo, éste no las eliminó sino que -aún en su radicalidad- se limitó a modificar el mapa absolutista de la desigualdad, pero condujo en su evolución a otras desigualdades igualmente profundas.
En la actualidad las divisiones sociales producidas-reproducidas por el capitalismo al interior de cada Nación se reproducen a escala global entre Naciones.
Las diferencias sociales son causa de profundas divisiones las que siempre encuentran la forma de expresarse en la vida cotidiana. Algunas, como la división geográfica de las urbes en zonas "paquetas" de clase alta, de clase media alta y así sucesivamente hasta llegar a las villas miseria o asentamientos precarios, es una forma de cristalizar y hacer visibles estas diferencias. Otras son más sutiles, en apariencia, pero producen el mismo efecto de cristalización: el acceso a la educación, a la salud, son algunas de las más evidentes.
Que alguien como Chilavert -un personaje público- se permita protestar porque la futura construcción de una urbanización de viviendas sociales en las inmediaciones de "su" barrio va a tirar abajo el valor de su propiedad es una muestra descarnada más de lo profundas que pueden ser estas divisiones.

Tomemos esa anécdota como signo. El tan denostado populismo que se le atribuye con justicia al gobierno actual hace precisamente eso, tiende a reducir las diferencias, propone formas de organización social (económicas, laborales, legales) que favorecen e impulsan su reducción o eliminación, QUE TRAEN FELICIDAD A MUCHA GENTE y que, naturalemente, encuentran resistencias en aquellos que se benefician con la desigualdad o piensan que tienen derecho, por el simple hecho de encontrarse en la cúspide de una compleja trama social, a que nada la altere. El kirchnerismo lejos de provocar divisiones se propone eliminarlas o reducirlas, los de la Plaza del Odio, esos sí que plantean divisiones irreconciliables e insalvables. DIVIDEN POR EL ODIO QUE SIENTEN HACIA EL QUE PRETENDE DISPUTARLE EL PODER Y DIVIDEN PORQUE LA FELICIDAD DEL EXCLUIDO QUE SURGE DE LA JUSTICIA SOCIAL LOS IRRITA.

Y aquí aparece el segundo elemento característico y esencial al populismo, junto con el impulso a la justicia social, que es el rol fundamental del Estado como agente regulador de las relaciones sociales y modificador de las estructuras del privilegio.
A Cristina se la odia y se la critica por ambas cosas, "por pretender que los negros tienen derechos" y que "ellos" tienen que pagar con "su" dinero esas políticas clientelares y, especialmente, porque en los nueve años que el kirchnerismo lleva en el gobierno se ve como imparable una profunda reconstrucción del Estado. Beatriz Sarlo, como es opositora inteligente, lo ve claramente:

"¿Por qué se sostiene el kirchnerismo? En primer lugar porque ocupa por completo, casi sin fisuras, el aparato administrativo y económico del Estado. En segundo lugar, porque se apoya en una vasta organización territorial, que representa a ese Estado en los últimos rincones de la sociedad, donde viven los que más sufren y los que más necesitan."

De modo que no tenemos otra opción que seguir avanzando, no recular, no ceder en aquello que tiene por objetivo cambiar para siempre a este país, que esa cultura cholula y consumista, pretenciosa y berreta, de shopping por Miami, minoritaria, de reclamar por la libertad del dólar y aplaudir el gatillo fácil y la justicia por mano propia, nunca más pretenda ser representativa del pueblo argentino sino solo de una minoría inculta, rica, evasora, insolidaria, en el fondo sin patria solo con intereses.
Esos mismos que con sus miserias dijeron presente el jueves 13 de setiembre en la histórica Plaza de Mayo, sin meter las patas en la fuente, ni ensuciarse los zapatos importados con el barro de los canteros, Of course, baby.

 
Sumo - La Rubia Tarada
Esos miserables histéricos e histéricas que se reunieron para expresar a viva voz el odio más irracional, en una especia de catarsis enloquecida, muy a tono con la tapa de Noticias, no por casualidad, no pueden ni quieren ser protagonistas de la historia, apenas pueden protagonizar un reality show, ante las cámaras complacientes y deformantes de TN que pretenden convertir, a ese rejunte de humanidades individuales incapaces de unirse en una simple consigna que no sea un insulto, en Pueblo. Claro que no es solo TN, el intento tiene ideólogos y adherentes oportunistas.

Sarlo, en el mismo artículo al que hice referencia, no se atreve a tanto pero si identifica a los caceroleros paquetes del jueves pasado como "clase media", convirtiéndolos en una expresión social legítima sin, desafortunadamente, liderazgo político. Es doblemente astuta, porque critica las expresiones de odio pero sabe que decir clase media en la Argentina es casi lo mismo que decir Pueblo, la gran mayoría nos consideramos incluidos en esa deletérea e inasible franja social. Los sociólogos todavía conservan un lenguaje un poco más sofisticado y distinguen capas en los sectores medios. Para ella no, si ganás más de cinco o seis mil pesos, sos clase media. Sin embargo los caceroleros y Chilavert protestan, entre otras razones, porque el gobierno lidera la creación de oportunidades para que la clase media se ensanche. Ellos no son ni representan a las clases medias de nuestro país, esa es una gran falacia. Incluso lo sería si a todas las plazas del país hubiesen ido a cacerolear su odio diez veces más de los que lo hicieron. Como dijo Cristina, a algunos parece molestarles que otros menos favorecidos en el reparto mejoren su condición y se conviertan en parte de la clase media, o de la media media, o de la media alta, ¿Porqué no?. Para algunos, en cambio, la felicidad de otros es motivo y signo de división.

La realidad es contundente: antes y ahora, nosotros, los populistas, los peronistas, los kirchneristas, los que con diferentes signos políticos apoyamos el actual proceso de justicia social, trabajamos para unir lo que ellos dividen. Esa es la constante de nuestra historia, ellos buscando dividir y dividirnos y nosotros reconstruyendo pacientemente los lazos de pertenencia y de solidaridad. Esa es nuestra historia. Ese es nuestro mandato. Ah! y estos caceroleros son como aquellos que salían a protestar contra Allende, no tienen nada que ver, son lo opuesto, a los indignados de Wall Street o de Puerta del Sol; de la Primavera Árabe, ni hablar. Cuantas estupideces se dicen y se escriben, realmente es para indignarse.


Sería muy bueno para la salud de la democracia y de la república que los partidos políticos serios, con historia y aquellos frentes más cambiantes pero que se llaman progresistas no entren en este juego dialéctico mentiroso y despreciable, digo sería, porque lamentablemente no ocurre así y Binner puede ser tan oportunista como Macri o De Narváez, como lo demostró la manipulación de las palabras de la Presidenta con respecto al temor. Una pena.

bastadeodio                                                         

miércoles, 12 de septiembre de 2012

EL CONTRATO SOCIAL POPULISTA - (Parte II)

Carátula de El Leviatán de Hobbes
CONTRATOS Y "CONTRATOS":

Este post es la segunda parte de una reflexión motivada por un artículo de Eduardo Fidanza publicado en el diario La Nación. El autor combina de forma arbitraria dos conceptos que remiten a la filosofía política y a la política respectivamente: Contrato Social y Populismo. La profundización de esos conceptos y su conexión con la realidad actual -según mi mirada particular- constituyen el contenido de esta segunda parte. (la primera parte confronta al artículo en sí)

Este post, un poco extenso, se puede dividir en dos partes. En la primera repaso -muy por encima- la evolución de la noción de contrato social, que en su versión moderna denomino, contrato social neoliberal, los que no estén interesados en estos detalles históricos pueden saltearse esta parte e ir directamente al párrafo titulado Utopías y Realidades.

La metáfora del "contrato" -que usa Fidanza- es de tradicional y amplia utilización por el pensamiento liberal, desde su propio origen y evolución como concepto, en Hobbes (1588, 1679), Locke (1632, 1704) y Rousseau (1712, 1778), sucesivamente. Suelen apelar discursivamente a estas ideas, muy abstractas, como si ellas representaran la clave para entender la política, la sociedad y el Estado, incluso modernos, como si esas condiciones de posibilidad, de surgimiento y aplicabilidad de los conceptos a la realidad, no hubiesen cambiado radicalmente. Como si la historia se hubiese detenido también para la filosofía, no solo para la economía o la ideología.

En el concepto de "contrato social" hay una evolución que lo lleva desde una concepción del Estado autoritaria y absolutista; cuya función principal es en Hobbes el control social, donde la razón del Estado reside en la fuerza, a una liberal en Rousseau -quien toma muchos elementos del individualismo de Locke- y que sustituye la coerción directa por un acuerdo entre el gobernante (en su caso, un monarca) y los ciudadanos (en su caso, los súbditos) donde estos últimos renuncian a su estado natural de libertad en función de un beneficio que, en concreto, resulta ser una protección para la naciente burguesía, aquellos que tienen más para perder si los súbditos se revelan. La diferencia que marca a Rousseau y que lo hace tan influyente, es la concepción de un Estado donde el poder reside en el pueblo, independientemente de la forma de gobierno -monarquía o aristocracia- adoptada. Según él el que legisla es el pueblo y en él reside en última instancia el poder.
Modernamente la noción de contrato social fue retomada por John Rawls (1921,2002), catedrático de Harvard, en su libro Teoría de la Justicia y en otros posteriores como Liberalismo Político. Rawls parte de David Hume, de Rousseau y de Kant. Su teoría ha sido criticada por considerársela defensora del status quo capitalista. Entre sus críticos se encuentran Robert Wolf un ex colega suyo de Harvard y Jurgen Habermas. A Rawls puede considerárselo, en el campo de la filosofía política, el pensador estrella del neoliberalismo.

UTOPÍAS Y REALIDADES:

Pasa con esta utopía rawlsiana de un estado tecnocrático y "neutro", creación espontánea de una sociedad humana de individuos libres y auto regulada, que tiende por sí sola a la justicia social, un poco de lo que pasa en la economía clásica con el concepto de mercado y la competencia ideal, simplemente no hay forma de incluir en ella la realidad de los monopolios y los oligopolios. La misma o parecida dificultad surge cuando se intenta aplicar la noción de Contrato Social Liberal a un mundo dominado por tendencias nacionales y supranacionales globalizadoras. En el mejor de los casos estas idealizaciones representan utopías, bellas o espantosas (distopías), pero muy alejadas de la realidad actual, donde operan enormes poderes que se proponen -aunque no lo digan- borrar todo resto de democracia real, soberanía nacional o libertad individual, distinta del mero comprar esto o aquello, que pretendan ejercerse en cualquier parte del mundo.
A unas orillas -no las nuestras, claro- donde se dice que ya  han arribado tres oleadas democratizadoras, le está siguiendo una dramática retirada del mar, un cambio de tendencia. Europa, el gran experimento democrático moderno, lo está experimentando actualmente en su periferia; en cambio nuestra américa latina está disfrutando de una época de democratización que, por su densidad y duración, no tiene precedentes en su historia.

La demasiado débil diferencia con otras épocas imperiales y otros imperialismos pasados es que éstos, los actuales, solo recurren a la violencia para obtener sus objetivos cuando es imprescindible, lo que sucede, lamentablemente, con demasiada frecuencia. Si pueden, prefieren la penetración y dominación cultural, ideológica y económica. Una gran, gran zanahoria, acompañada de un gran, gran garrote.
Observen la única ilustración de este post que es -a pesar de los siglos transcurridos desde su creación- muy iluminadora en su simbolismo. Miren al Leviatán esgrimir una enorme espada en la mano derecha y el símbolo de la autoridad divina en la otra y, claro, entre ellas su testa coronada. Trasladado, es un retrato simbólico del poder del Estado neoliberal -sin importar la forma de gobierno que se adopte- y del moderno capitalismo globalizado como disciplinador de las masas.

Sin embargo, algunas sociedades-nación se resisten a desaparecer, a disolverse en ese "mejor de los mundos posibles" que se les ofrece. Esgrimen variadas razones, tantas quizás como pueblos-nación existen en el mundo. Algunos lo hacen por religión, otros en defensa de tradiciones que no son confesionales, otras porque prefieren gobernarse a sí mísmas antes que ser gobernadas por otros. En las mismas sociedades ya colonizadas y sometidas surgen grupos inorgánicos y variopintos que se resisten a firmar el "contrato" engañoso, se los llama con justicia -pero también con una buena dosis de ambigüedad- indignados. Falta que identifiquen con claridad qué los indigna y actúen en consecuencia. Las cacerolas sonando en manos indignadas, si son muchas, pueden voltear gobiernos, ha pasado, pero por sí solas no alcanzan para voltear al sistema de dominación, ni siquiera para sacudirlo.

Pero cuando un Pueblo-Nación se une, como está sucediendo ahora mismo en Cataluña, el sistema tiembla. Frente a la inmensa manifestación cifrada en un millón y medio de personas ocurrida en Barcelona en conmemoración de la Diada y que tuvo un carácter fuertemente independientista, llena de las queridas banderas históricas y ni una de la monarquía, el diario El País le dedicó un editorial que comienza diciendo: Diada histórica: La exhibición de fuerza del independentismo exige una respuesta política de Gobierno y oposición. Me quedo con un párrafo, que bien puede hacerse extensivo al país vasco y que lo juzgo un intento bastante parcial y prejuicioso de explicar el fenómeno del resurgimiento de los nacionalismos: "Cuenta, es cierto -dice el editorial- la emergencia de unas nuevas generaciones, desacomplejadas y sin miedo ni memoria, que ven en la crisis europea una ventana de oportunidad para una Cataluña que prescinda de España." (el subrayado es mío). Este tipo de indignación, que -contraria a la desmemoria que rápidamente se le atribuye- arraiga en lo profundo de derechos e identidades conculcados, es de otro tipo, mucho más sólido y pone de manifiesto tendencias centrífugas muy fuertes que se tenían por adormecidas. Habrá que esperar la respuesta de la derecha no catalana, que de seguro la habrá y no será contemplativa, puede calmar los ánimos o exacerbarlos.

Aunque se trate de otra dimensión, hay algo de cierto en lo que dice Fidanza, nuestro politólogo aficionado, solo que no hay detrás del engaño ningún contrato ni medianamente escrito, ni siquiera es posible votar en contra o a favor de él en el nivel en que se lo formula. Las bondades del mundo globalizado de la experiencia neoliberal e imperialista no están puestas en discusión, ni en debate, ese es "el contrato" implícito. Lo que se discute, ridiculiza y condena son los intentos de apartarse del sendero inevitable y excluyente marcado de antemano por los AMOS del mundo. Ellos ponen y sacan gobiernos en la periferia de las porciones incluso desarrolladas del mundo, ni que decir de las pobres, como en un tiovivo continuo, da igual de quien se trate, del signo político que sea, los delegados administradores del sistema son fusibles y fungibles, se gastan y se los reemplaza, lo que no cambia es "el modelo", "el sistema", "la estructura", "el contrato", los que no dejan de mandar -en realidad- son ellos, los AMOS.

Es el Leviatán moderno en acción, bestial de verdad, enorme, como nunca se atrevió a imaginarlo el mismo Hobbes. Capaz de ocultar el sol con su (in)humanidad, enloquecido, hambriento, sediento, brutal, soberbio, ciego, devorador, sangriento.

Vestido con las ropas vistosas del progreso y la modernidad, de la eficacia y la racionalidad, derramando ipads, iphones, Cruceros de lujo, Misiles crucero, paradisíacos Paraísos Fiscales, Ajustes Fiscales impiadosos, Drones, Guantánamos, Asesinatos extrajudiciales, Ejes del Mal, Misiones Divinas, Cristos vengativos, Gurúes del individualismo y muchos otros regalos por el estilo. Tómelos o jódase, esa es la consigna.

¿Será acaso que hay que decretar la muerte de la política, de los partidos políticos convertidos en cáscaras vacías, de la democracia, reducida a una mera formalidad?.
Pensar eso y actuar como si fuese un hecho ineluctable sería admitir la derrota total, la entrega de nuestros cuerpos a la máquina picadora de carne. Pensemos simplemente en el mundo que le dejaríamos a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos. Imposible. Inaceptable.

EL PODER DE LO NACIONAL:

El mundo se ha globalizado o, mejor, mundializado, que no es lo mismo, aún el progreso de la dominación no se ha completado, por suerte. Y crecen por todas partes fuerzas que se le oponen. Sin embargo, se puede estar en contra de este proceso pero no queda más remedio que cabalgarlo. Estar en contra, aislarse y no oponerse a él por temor a la represalia sería como estar en contra del aire que respiramos y dejar de respirar. No se puede.

No podemos escapar a la mundialización, vivimos en ella y, además, tiene algunas ventajas, pero podemos también, mejor, debemos, explotar al máximo las oportunidades que aún existen de conservar una identidad nacional, un territorio propio, unas fronteras geográficas y culturales, defenderlas, consolidarlas, abrirnos a las identidades semejantes, compartidas, construir bloques plurinacionales y/o regionales que nos hagan más fuertes en nuestra identidad y le hagan más difícil al Leviatán su brutal tarea uniformadora. Impedir que acabe de construir un mundo unipolar, obligarlos a tolerar y, si es posible, a respetar la diferencia de eso se trata.

Podemos aprovechar los avances y rechazar lo que no nos convenga. No son los dueños del progreso. Podemos y debemos decidir por nosotros mismos sin pedir permiso, sin importarnos las condenas o los aplausos. Ya lo hemos experimentado, mejor equivocarnos por nosotros mismos y corregir, que equivocarnos por seguir los mandatos de otros. El que hace algo si tiene el visto bueno de los AMOS, o consulta su opinión antes de hacerlo, está equivocado. El que se pone a su servicio y opera para ellos, lisa y llanamente es un traidor.

EL CONTRATO SOCIAL POPULISTA:

Al emitir su voto el ciudadano elige -en la medida que puede- entre diversas propuestas y deposita su confianza, no solo ni exclusivamente atendiendo a programas explícitos en los que pocos reparan y los menos cumplen, sino a los valores simbólicos que las acompañan y a la experiencia social que está adherida a ellas y, particularmente, a sus líderes. Todo esto sucede no en el ámbito tranquilo de la reflexión sino en medio del bombardeo permanente de una campaña política que no cesa nunca.

Se vota, además de un candidato o candidata, una pertenencia simbólico partidaria que supone una historia. El que vota no espera que se cumplan estrictamente ciertos planes u objetivos detallados, el votante es inteligente, sabe que la política es el arte de obtener el máximo de beneficios bajo condiciones de posibilidad que son cambiantes y que ningún mapa detallado construido de antemano puede contener. No confía en los programas explícitos. Confía en las personas, confía en las adscripciones partidarias, confía -más de lo que concede Fidanza- en el valor de la palabra cumplida.

De una forma increíble por lo burda, Fidanza, que tiene la desfachatez de citar fuera de contexto a Ernesto Laclau (*), excluye del ámbito de lo público a cosas tales como "mejoras tangibles en el trabajo, las jubilaciones, el poder de compra, los subsidios y los planes sociales".

Los convenios colectivos de trabajo que fueron restituidos por el gobierno kirchnerista han sido y son una pieza fundamental en el mantenimiento del poder de compra de los salarios en conjunto con la gran paritaria que es la Mesa del Salario Mínimo; las jubilaciones volvieron a existir para la inmensa mayoría de nuestros mayores porque este gobierno estatizó las AFJP; los subsidios y los planes sociales son parte integrante de las políticas sociales inclusivas, transitorias, pero absolutamente necesarias en un país desvastado por la aplicación de las políticas neoliberales que Fidanza defiende.

Se podrían agregar muchas más muestras de políticas sociales que nos han devuelto la existencia de "lo público" y la presencia fundamental y dominante del Estado en ese ámbito, como la estatización de las acciones de YPF en manos de Repsol. Fidanza dice que estamos "viendo languidecer a (nuestros) hijos en la escuela pública", además de constituir un increíble desprecio hacia los trabajadores de la educación, lo dice justo de este gobierno que triplicó el presupuesto dedicado a Educación, Ciencia e Innovación Tecnológica, que construyó más de un millar de nuevas escuelas, varias bilingues, respetando las lenguas originarias, repartió un millón de netbooks en toda la geografía nacional dando acceso a millones de compatriotas a las modernas posibilidades de la mundialización de las comunicaciones, repatrió cientos de científicos, dignificó su función social, repensó y modificó la relación entre la investigación científica y el desarrollo productivo y muchos otros etcéteras que mezquinamente olvida u oculta.

Para Fidanza, "lo público" parece limitarse a lo que sucede en la calle, es decir confunde "el espacio de lo público" con el "espacio público", como Macri, que cree que construir bicisendas es hacer política social y tratar a las personas en situación de calle como delincuentes es hacer política de seguridad.

El contrato social populista le devuelve al ciudadano excluído la dignidad individual y colectiva, no solamente reivindica, sino que efectivamente reconstruye el espacio de lo público, lo renueva y lo amplía, ese que usted, Fidanza, confunde con, meramente, el espacio público.

Justamente es en ese espacio público donde se manifiesta habitualmente la militancia -lo que parece con frecuencia molestarles- y, en ocasiones, como ocurrió en las fiestas del Bicentenario, lo hace el pueblo en su inmensa variedad, los ciudadanos y los hermanos de otras latitudes felices de compartir la alegría de ser argentinos o de vivir y ver crecer a nuestros hijos en este bendito suelo. Les molestan los espacios de uso público y gratuito, como Tecnópolis o el Fútbol Para Todos, más aún si son convocantes.

ESE ES NUESTRO CONTRATO SOCIAL POPULISTA. Fírmelo si quiere, no es obligatorio, puede firmar el que le guste, nosotros los populistas defendemos la democracia y el derecho a elegir y ser elegido.

A lo que sí podemos aspirar es a que se nos devuelva lo que nos robaron mediante la violencia y el desprecio absoluto por la voluntad popular.

Aspiramos a que se nos devuelva la Constitución Nacional de 1949, particularmente sus Capítulos III y IV que establecen respectivamente, los derechos del trabajador, de la familia, de la ancianidad, de la educación y de la cultura y la función social de la propiedad, el capital y la actividad económica.

Esa Constitución es nuestro Contrato Social Populista. Es nuestra declaración de principios.

Es imprescindible que toda nuestra juventud la conozca, la debata, la critique, la actualice y la haga suya.

(*) Para conocer el pensamiento de Ernesto Laclau es adecuado recurrir a su libro La razón populista. En 2005, La Nación, lo entrevistó, de sus respuestas y también de las preguntas que le formuló la periodista, podemos obtener tanto información de primera mano con respecto a la forma en que Laclau comprende el populismo, como una percepción de cuánto ha perdido en profundidad, en tan pocos años, la discusión sobre su contenido y vigencia actuales.

Lo que Fidanza presenta como populismo, apenas alcanza a ser una mala y pobre caricatura. Lo que son políticas públicas que amplían derechos y ciudadanía se convierten bajo esta mirada estrecha en formas espúreas de comprar votos y la presencia de la militancia en la calle o en otros espacios públicos es vista como un impedimento molesto a la libre circulación o una intromisión impropia. Con ese nivel de análisis no se llega a comprender nada del populismo, ni siquiera para criticarlo.

En la entrevista que cito, Laclau hace algunas precisiones muy valiosas sobre el significado del populismo, de las que extraigo unas pocas que me parecen particularmente reveladoras:

- La crítica clásica al populismo está muy ligada a una concepción tecnocrática del poder según la cual sólo los expertos deben determinar las fórmulas que van a organizar la vida de la comunidad.

- Frente a la concepción tecnocrática del poder está la noción de la política como antagonismo, es decir, la emergencia de demandas sociales que se plantean a un cierto sistema. Esas demandas sociales constituyen un pueblo y el pueblo se constituye siempre en su oposición al poder.

- En el campo social hay grupos corporativos muy atrincherados, grupos económicos, empresarios, también grupos sindicales, muy fuertes. Pero hay sectores de la población que tienen un grado de integración y de identidad corporativa mucho menos consolidada, sectores marginales. Cuando esto ocurre, es necesario que la función de los líderes políticos no sea simplemente expresar intereses que ya están constituidos, sino ayudar a la constitución de esos otros intereses que han estado marginados.

- En el momento en que esas masas se lanzan a la arena histórica, lo hacen a través de la identificación con cierto líder, y ése es un liderazgo democrático porque, sin esa forma de identificación con el líder, esas masas no estarían participando dentro del sistema político y el sistema político estaría en manos de elites que reemplazarían la voluntad popular.

- Liberalismo y democracia no son términos que tiendan naturalmente a coincidir. Fue necesario todo el largo y complejo proceso de las revoluciones y reacciones del siglo XIX para alcanzar un equilibrio en ciertas formas que pasaron a ser llamadas liberal democráticas, como formas más o menos estables. Pero esa integración nunca se logró en la historia latinoamericana. Nosotros teníamos un liberalismo oligárquico que respetaba las formas liberales pero tenía una base clientelística que impedía toda expresión a las aspiraciones democráticas de las masas.

- El mapa que los EE.UU. hacen de América (aquí se refiere a la condena del auge del populismo en la región) tiene que ver con el mapamundi global que está tratando de establecer la política de Bush, tratar de crear una frontera ético-política que divida al conjunto de la humanidad entre el terrorismo y el no terrorismo cuando, por otra parte, el terrorismo es definido en forma tal que nunca son claros los actores que entran dentro del campo del terrorismo. Por otro lado, a nivel internacional, la tendencia de toda esta orientación de derecha es crear un mundo unipolar y eso es lo peor que podría pasar para las posibilidades democráticas de países como los nuestros.

- Si la Comunidad Europea se transformara en un interlocultor político cada vez más activo, si China empezara a participar también en el cuadro de opciones internacionales, entonces realidades como las del Mercosur podrían empezar a jugar estratégicamente. Esta va a ser la gran apuesta de los próximos años en política internacional. (recordemos que la entrevista es del 2005, nada mal, ¿no?).

Ernesto Laclau, desmenuza en un artículo publicado muy recientemente por Espacio Iniciativa, la interesada dicotomía entre Institucionalismo y Populismo, que plantean quienes se oponen a muchos de los procesos democratizadores abiertos en américa latina, donde el primero aparece como el depositario de la vigencia de la república y la racionalidad, en tanto al segundo le atribuyen el predominio del autoritarismo y la arbitrariedad.

bastadeodio                                                                   

lunes, 10 de septiembre de 2012

EL CONTRATO SOCIAL POPULISTA. (Parte I)

En su artículo "La letra chica del contrato populista" publicado por el diario La Nación, el politólogo y encuestador Eduardo Fidanza (director de Poliarquía) arremete contra el populismo y, por supuesto, contra el gobierno nacional.
El camino que elige para expresar su nada novedosa opinión es postular un hipotético contrato "populista" que suscribirían los ciudadanos en el acto democrático del voto, pero, ojito, no todos, solo los que votan al actual gobierno, el cual dice que es engañoso, que contiene una "letra chica" a la que el elector no le presta atención y que será su perdición.
En síntesis sostiene que el gobierno de Cristina tiene una estrategia clientelista y marquetinera que -hasta ahora- le está dando muy buenos resultados pero que eso puede cambiar si su clientela se aviva del engaño.
Eso intenta él con su pícara argumentación, avivar giles.

Pasa que en ese camino de la argumentación, deliberada o inconscientemente, juega con el significado de los conceptos y dibuja una representación del populismo, una caricatura en realidad, que no se puede dejar pasar así no más. Por eso me decidí a escribir estas líneas.

Pero primero veamos, con parte de sus palabras, porqué la gente vota al gobierno y en qué consistiría el engaño del "contrato populista":

"Las investigaciones políticas explican por qué lo hicieron: mejoras tangibles en el trabajo, las jubilaciones, el poder de compra, los subsidios y los planes sociales les permitieron recuperar una vida más digna, renovar los electrodomésticos, acceder a vacaciones, ampliar la vivienda, adquirir una moto, cambiar el auto.

Mientras tanto siguieron haciendo interminables colas en los hospitales públicos, sufriendo asaltos y asesinatos, siendo testigos de la pobreza y de la venta de droga en el barrio con complicidad política y policial; jugándose la vida (que al final perderían) en transportes atestados y en pésimo estado; viendo languidecer a sus hijos en la escuela pública, dilapidando horas ante cortes de calles y rutas por protestas que agredían su derecho a circular." Fin de la cita.

Clarito, el contrato populista le aseguraría al elector mejoras en la esfera de su vida privada pero desgracias apenas sale a la calle o requiere de algún servicio público básico. Es básicamente el argumento populismo=clientelismo=menos democracia=ineficiencia. Podríamos agregar, Estado elefantiásico y autoritario que ahoga la iniciativa privada, predominio del poder ejecutivo sobre los otros dos poderes, ausencia de federalismo y un sin fin de críticas más, que ya forman parte del bagaje habitual de las argumentaciones de la oposición.

El primer aspecto reprochable de la argumentación es cuando enumera las cosas que pertenecen a la esfera privada y cuáles a la pública. Allí comete dos evidentes errores groseros. El primero es que todas las cosas que enumera, salvo -en parte- el poder de compra del salario individual, pertenecen claramente a la "esfera de lo público" y están directamente afectadas por las políticas públicas. El segundo, es que cuando enumera las cosas que no se cumplen en la esfera de lo público no distingue entre aquellas que si dependen de las políticas del gobierno nacional y cuales de las políticas del conjunto de los Estados involucrados (Provinciales, Municipales y sus respectivos poderes). Confundir Estado y gobierno es también un error que introduce confusión.

Es más, el argumento tiende a confundir "la esfera de lo público" con "el espacio público", imperdonable porque son dos cosas bien distintas. Una política de transporte urbano, aunque afecta a "la calle", es decir al espacio público, es una política pública ya que involucra temas tales como concesiones, subsidios y coordinación con otras jurisdicciones. Poner más luz en las plazas, o cámaras, instalar bicisendas, mejorar el mobiliario urbano y los espacios verdes no son políticas públicas en sí, sino acciones concretas que pueden provenir o no (ser acciones aisladas y no integradas) de la existencia de una política pública que, en estos casos, puede ser el planeamiento urbano que, tal vez, involucre a otras áreas y requiera ser coordinada con otras políticas públicas. Sin duda la ausencia de políticas públicas en un área de lo público es también una política, como bien lo muestra la administración del PRO en la CABA.

En todo caso el espacio de lo público y el espacio público no son la misma cosa. El espacio público es bien real y concreto, es todo el espacio geográfico -urbano o rural- compartido por todos los habitantes y es de uso común con ciertas regulaciones y limitaciones bien definidas, por ejemplo una plaza o una carretera. El espacio de lo público, comprende el espacio abstracto de las variables e indicadores sociales donde se diseñan las políticas públicas y el espacio social concreto en el que se aplican. La iniciativa del matrimonio igualitario y su concreción en una Ley es un ejemplo de aplicación a un espacio social concreto de una política pública más general de ampliación de derechos ya consagrados pero negados a una parte de la población. La, tan discutida en estos días, ampliación del derecho al voto a los jóvenes de entre 16 y 17 años, es otro. Hay políticas públicas generales (que tienden a concretar objetivos políticos generales) y políticas públicas específicas con objetivos de menor nivel de generalidad.

Esa aparente confusión puede no ser tal. Puede en realidad ser la expresión de un permanente intento por parte de ciertos sectores de la vida política nacional de minimizar el espacio de lo Público, es decir el del las políticas de Estado y extender el espacio de lo Privado. Una versión renovada de "achicar el Estado es agrandar la Nación", un slogan mentiroso -por dónde se lo mire- que se impuso durante el auge del neoliberalismo más salvaje -disfrazado para ser tragado con los símbolos del populismo- allá por los ´90s.

Una pista que avala esta interpretación es que en el argumento de Fidanza, todas las políticas que se dice en la primera parte que pertenecen al ámbito de lo privado (pero que en realidad son públicas) entran en el campo de la economía, en tanto las que aparecen en la segunda parte, Salud, Educación, Seguridad, son aquellas en las que -aún a regañadientes y con limitaciones muy fuertes- el neoliberalismo admite que el Estado debe cumplir un rol. Lo más llamativo es que incluya en el ámbito de lo privado a los subsidios y a los planes sociales, posiblemente lo hace porque tratan de manera directa de dinero y éste, en la concepción neoliberal, es un bien privado por excelencia. Por eso dicen, que éstos casos y otros, como 678, se pagan con "nuestro" dinero.  Para ellos, el rol social del dinero -es decir del capital- no existe o es marginal y tiene que ver exclusivamente con los servicios básicos.

El segundo aspecto reprochable de la argumentación es que presenta una versión caricaturesca del populismo como meramente una forma del clientelismo y, encima, comete el "pecado" de citar a Ernesto Laclau que, como se sabe, es uno de los pensadores que más a contribuido a reflexionar sobre el populismo desde un lugar de alternativa política seria al neoliberalismo en crisis y con perspectivas reales, sobre todo en nuestra américa latina.

De modo que allí tenemos todo un tema, mucho más serio y relevante que la chicana de Fidanza, que incluye la noción de "contrato social" (Fidanza cita a Rousseau) y la alternativa política al neoliberalismo que es el populismo. (ver la nota completa para estas citaciones)

Estos dos aspectos -de un mismo tema- merecen una reflexión independiente, que abordaré en la segunda parte.

bastadeodio                                                                  

jueves, 24 de mayo de 2012

Refundar Europa y derrotar al poder financiero

Alexis Tsipra en París iniciando su gira europea
En el diagnóstico todos parecen coincidir: La Unión Europea cruje y amenaza derrumbarse ante la presión combinada de los bancos que quieren asegurar su solvencia por encima de cualquier consideración y del BCE y el FMI que los apoya.
No todos, por supuesto, coinciden en la forma de evitar que, finalmente, esta presión la desmorone.
Grecia -Europa toda- vive momentos realmente difíciles y se encuentra en una encrucijada: Tal y como están planteadas las posiciones, o Grecia rechaza el plan de ajuste que se le propone y es obligada a abandonar el euro o claudica y acepta la "ayuda" y con ella las condiciones draconianas que son inaceptables para la mayoría del pueblo griego.
El actual gobierno griego, al perder las elecciones del 6 de mayo pasado, carece de la autoridad necesaria para tomar la trascendental decisión. El candidato de la izquierda que obtuvo el segundo puesto en esas elecciones se perfila, además, como el posible ganador de las elecciones de junio dirigidas a generar las condiciones de legitimidad para formar un nuevo gobierno.

En este contexto, Alexis Tsipras, el líder del ZYRIZA, la coalición de izquierda ganadora, inició el lunes 21 una gira europea en busca de amigos, de aliados comprensivos que apoyen sus puntos de vista, aunque más no sea en declaraciones y promesas. El primer acto fue una rueda de prensa en la Asamblea Nacional acompañado por el líder de izquierda Jean-Luc Mélenchon. Difícil tarea porque el stablishment europeo no le tiene ninguna simpatía y lo percibe como el candidato ideal para hacerlo responsable de que Grecia sea el primer país en abandonar el euro.
No obstante, de tener éxito -aunque éste sea relativo- ello reforzaría sus posibilidades de ser el próximo gobernante de Grecia y, como promete, afrontar el difícil desafío de salvar a su país del ajuste salvaje que le propone Europa sin abandonar la moneda común. Una tremenda partida de poker que debe jugar con verdaderos tahúres.
Lo que sigue es una nota aparecida en el diario El País (se puede ver también Página12 del miércoles 23 y el sitio del Deutsche Welle) motivada por la conferencia de prensa, respecto de la cual sugiero -es lo que yo hice- dejar de lado los tonos intencionadamente poco amables del autor hacia Tsipra (incluido el calificativo de populista, lo que para un europeo corriente es casi un insulto) y concentrarse en la información que contiene, en especial en lo que respecta a la forma en la que el líder griego ve la problemática europea actual. He buscado un registro de las declaraciones originales hechas por Tsipras en la conferencia de prensa que dio al arribar a París, pero -hasta ahora- no lo he encontrado.

"El terror de Berlín y Bruselas, Alexis Tsipras, ha aterrizado en París. El líder del partido griego de izquierda Syriza, favorito según los últimos sondeos para convertirse en el próximo primer ministro, ha iniciado una minigira europea en una sala de la Asamblea Nacional. Acompañado por Jean-Luc Mélenchon, el candidato presidencial del Frente de Izquierda francés, Tsipras ha detallado con su retórica combativa su visión de la crisis, y ha afirmado que es necesario “refundar Europa” y “derrotar a los poderes financieros, el gran enemigo de los pueblos, que no gobiernan pero deciden todo”. Entre arengas contra la canciller Merkel y su política de austeridad (“está llevando a Europa a una especie de suicidio colectivo”, ha dicho), Tsipras ha anunciado que está listo para gobernar Grecia “en alianza con las fuerzas de izquierda” que compartan su programa, y ha anticipado que pedirá la derogación del plan de ayuda: “El memorándum no se negocia; el infierno no es negociable”, ha dicho.

El Roto - 23-5-12
El joven líder populista, de 37 años, tiene claro que Grecia debe continuar en el euro, pero su retórica feroz hace difícil imaginar cómo lo conseguirá si gana. Según ha dicho, los que piensan que Europa puede seguir adelante sin Atenas y “desembarazarse del problema” son, simplemente, “unos idiotas”. “Si seguimos como ahora, en seis meses hará falta aprobar un tercer plan de ayuda y una segunda reestructuración de la deuda. Los Gobiernos europeos deben parar de pedir a los contribuyentes que sigan metiendo su dinero en un pozo sin fondo. Si no crecemos, nunca podremos pagar el dinero que nos den”, ha dicho, recordando que el rescate de 130.000 millones fue aprobado en marzo.

Según Tsipras, lo que se juega Grecia en la repetición de las elecciones del 17 de junio no es salir o no de la moneda única, “sino continuar o no con las desastrosas medidas de austeridad”. Su propuesta no consiste en negociar un nuevo plan de ayuda con la Troika (UE, BCE y FMI), sino más bien en anularlo y hacer tabla rasa, se supone que perdonándole antes las deudas (esto lo supone el periodista de El País, Tsipras no lo dijo nunca): “Es la política del memorándum lo que nos ha llevado al desastre. Además de bárbara e inhumana, es ineficaz porque está impidiendo que el Estado pague a los funcionarios y a los jubilados. Si este experimento ultraliberal de choque continúa en Grecia, será exportado al resto de países europeos”.

Tsipras niega que su postura suponga un farol o un chantaje a la UE. “No estamos aquí para hacer chantaje a nadie sino para movilizar a los pueblos europeos. Merkel debe comprender que está en un club de iguales, y debe dejar de tratar a los demás países europeos como un protectorado. Si la Unión Europea no es social y democráticamente justa, no existirá”.

“Es absurdo continuar destruyendo a Grecia y querer mantener la zona euro”, ha advertido. “Lo que hace falta es asegurar la cohesión social y la democracia en Europa. Pero los dirigentes europeos no pueden avanzar en la democracia sin respetar al pueblo. Con su voto y su actitud, el pueblo griego va a restablecer el sentido de la democracia”.

Aupado por los últimos sondeos hasta el 28% de los votos, Tsipras niega además toda comparación entre un posible ‘default’ griego y la quiebra de Argentina: “Es preciso imaginar la eurozona como una cadena con 17 eslabones donde si uno se rompe la cadena se destruye. Los que dicen eso no tienen en cuenta que Argentina tenía su propia moneda y Grecia tiene la misma moneda que Francia”. (*)

El líder de Syriza se ha mostrado abierto a aliarse con François Hollande, el nuevo presidente francés, quien se negó a recibirle el día que ganó las elecciones y que hoy estaba en Chicago en la cumbre de la OTAN. Pero Tsipras aspira incluso a poner sus condiciones. “Si el pueblo francés ha mandado a Sarkozy de vacaciones a Marruecos no es para continuar con la misma política”, ha dicho. “Gracias a la existencia de este nuevo gran Frente de Izquierda europeo, Hollande no podrá renegar de sus promesas. Contra lo que hizo Papandreu, deberá tener en cuenta a la izquierda, y si no lo hace se convertirá en Hollandreu”.

Las últimas palabras de Tsipras han sido sobre los inmigrantes ilegales: “Mientras los Gobiernos europeos envíen fuerzas armadas a países en guerra, Europa tendrá refugiados”, ha dicho. Al final, Mélenchon y él han encabezado una concentración ante la Asamblea Nacional pidiendo la quita de la deuda griega. Mañana se reunirá en Berlín con el líder del partido de Izquierda, Gregor Gysi." (Fin de la nota)

Fuente: El País - 23-05-2012, Por Miguel Mora (París)

(*) lo que dice Tsipras es cierto, a diferencia de Grecia, en los años ´90 Argentina no había renunciado a su moneda. Sin embargo eso no alcanza para evitar que Grecia sea dejada fuera de la zona euro y se vea obligada a regresar al dracma o a una nueva moneda equivalente, con las previsibles consecuencias de una fuga de capitales y una devaluación de su moneda, incluso antes de renacer, nunca vistas.

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martes, 18 de octubre de 2011

La Supremacía de la Política

Antonio Berni - El juego de la Búsqueda
Se puede hablar de un cambio de época en América del Sur, no es uniforme ni tampoco simple de analizar. Involucra de manera desigual y con manifestaciones diferentes a la mayoría de los países del cono sur de américa: Argentina, Chile, Bolivia, Brasil, Paraguay, Uruguay, Ecuador, Venezuela y ahora Colombia se incorporan a un proceso dinámico de transformaciones que, entre otras dimensiones, supone un nuevo tipo de relación, de cooperación entre iguales a pesar o mejor con sus diferencias. Es un proceso consciente y voluntarioso de independencia relativa del subcontinente con respecto a la tutela de los EEUU y de Europa, que se hace especialmente visible en el plano cultural, en el de las ideas, ahora es posible abrir la imaginación a otros futuros, más deseables que la degradación, la esterilidad, que acompañó la última década del siglo pasado. Una década de ilusiones frustradas, de superficialidad y pasatismo.
También está marcado por la recuperación a nivel continental del valor de la democracia. Como dije es un proceso complejo con más interrogantes que certezas, pero algo se puede decir.

Democracia y Liberalismo son formas de resolver los conflictos y de organizar las sociedades que se llevan mal, no solo a lo largo de nuestra historia continental sino que, como se ve en la actualidad, chocan en todo el mundo capitalista. Si se quiere, puede anteponerse a la palabra sagrada el prefijo neo, pero la crisis actual del liberalismo es el fracaso de una forma de pensar el mundo y el desarrollo humano, basada en el fetiche de la mercancía. Desde los años setenta y la crisis del petróleo, el capitalismo entra en un complejo proceso que lleva a una mercancía, el dinero, y a un sector de la economía, el financiero, a independizarse en términos relativos e imponer su predominio sobre el resto de los sectores y también sobre los propios Estados Nacionales.
De forma paralela el trabajo humano, en particular los trabajadores industriales irán perdiendo el poder y la relevancia de la que habían gozado desde sus orígenes en la revolución industrial. Todo un entramado nuevo de relaciones sociales y de formas culturales acompaña este proceso, siempre centrado en la mercancía, en el consumismo, en la idolatría del dinero y de las demás mercancías, clásicos y modernos íconos del status social.
Pero toda riqueza surge del trabajo humano. Esa simple ley fue olvidada o mejor escabullida con la complicidad de los gobiernos (democráticos y dictatoriales) a los ojos de las gentes, disimulada detrás de una enorme burbuja formada por la especulación financiera y tapizada de bellos y atractivos productos al alcance de cualquiera con el dinero suficiente para comprarlos. En nuestra américa dependiente política, económica y culturalmente de los centros del poder mundial en pleno proceso de globalización, todo este entramado engañoso funcionó aún peor. Apenas habíamos comenzado a entrar en la era industrial en los años setenta cuando la tuvimos que abandonar y entrar de prepo a la siguiente etapa, para hacerlo hubo que aplicar una enorme presión sobre el conjunto de las sociedades y sus instituciones y al demonio con la democracia a la que nunca habíamos llegado a apreciar y que era un obstáculo, miles de muertos, desaparecidos, ejércitos de marginados son parte del terrible precio que pagamos.

Pero las nuevas formas que surgen de la crisis actual no son exclusivamente culturales. Afortunadamente. Es en las bases populares donde se operan los cambios más profundos y perdurables. En el Pueblo Profundo, el conformado con los excluidos por el predominio neoliberal ahora en plena crisis, que están reinventando sus formas de organización y sus propias claves culturales, enraizadas en sus propias historias. Juntando quizás fuerzas para las luchas por venir, pero sin pensar en ello, liberándose, elevando su propia voz, redescubriendo el valor de la solidaridad, lo importante de conservar la identidad, lo propio.

Los autotitulados propietarios de las ideas, los intelectuales, corren por detrás de estos procesos de cambio, como siempre, o casi siempre, ha sucedido. Solo unos pocos son capaces de "bajarse del caballo", dejar a un costado por pesada la carga de la academia, de los "papers", de los "clásicos y modernos" antecesores y echarse al camino sin más herramientas que la mirada y la escucha, a disfrutar del paisaje en renovación. Algunos han desistido de su rol de "intelectuales críticos" y directamente se han pasado al bando de los que quieren detener la historia, vendiendo para ello lo único que les queda, su prestigio en acelerada disminución, agotando los últimos cartuchos, se han vuelto críticos indiscriminados del proceso. Cuando se piensa en ellos solo surgen calificativos que es mejor no reproducir.

Qué se ve hoy en el panorama general de nuestra américa: democracias y gobiernos con fuerte respaldo popular que se hacen cargo de las demandas y atienden a las necesidades de los postergados. Justicia Social y Democracia. Y Política. Conducción y Gestión del Estado, que también adquiere un nuevo protagonismo, que se fortalece al compás del fortalecimiento de las formas organizativas de las bases populares, apoyándolas, respetándolas. Los Estados en extinción de los ´90 han dejado paso a Estados en fortalecimiento por decisión política y acompañamiento popular.

Y eso produce sentimientos negativos de miedo, de rabia, de crispación en aquellos que se beneficiaron de la injusticia social, de la anomia instalada y alimentada por las usinas mediáticas y la política achicada, con minúsculas, sometida a los designios de las grandes corporaciones económicas. ¡Es la economía estúpido!, era la respuesta a cualquier intento de mirar el mundo bajo otra perspectiva. Los intelectuales, después de un tiempo, le dieron un nombre a la ignominia: Pensamiento único, dijeron. Algunos pensaron que eso era bueno: el fin de la historia, ¡Por Fin!.
Otros más precavidos, con menos carga sobre sus hombros estimaron que eso era malo. Que lo mismo que ocurre en el campo, con la tierra que nos da el sustento, esterilizada debido al  monocultivo, ocurre con el monopolio de las ideas, de la imaginación cercenada, de la variedad condenada por los "plagicidas" ideológicos de todo tipo.

Hay que hacer memoria y recordar el permanente desfile de esos personeros de la homogeneidad ideológica trasegando slogans en los estudios de los canales de TV y las redacciones de los diarios. Todavía están allí. Tratan de capear el temporal de la crisis ¿terminal? del liberalismo con poca cobertura anatómica, casi a la intemperie. Se les "ve el plumero", "el rey está desnudo" se escucha decir. Han perdido el monopolio de la palabra. El encantamiento ya no parece funcionar. Son tanto de "derecha" como de "izquierda" los une la crítica y la ceguera. Por ello coinciden, se prestan sin problema los discursos desdibujando las antiguas diferencias.

Dicen, que todo es una ilusión, un "viento de cola" que se reduce al elevado precio de las "commodities", que esto se va a terminar algún día y que esa será su hora de volver con sus discursos y con su dominación, lo dicen con una mezcla de voluntarismo y de conjuro. ¡Jueguen con la libertad y la justicia social, que ya les va a llegar la hora! es la no tan velada amenaza.

Pero la nueva política confía en las fuerzas encerradas en los Pueblos olvidados y no se resiste a su despertar sino que lo estimula. Abrir la caja de Pandora, dejar salir a los demonios de la creatividad, de la diversidad, de la innovación en serio no la del último smart phone. En fin, de la Búsqueda.
¡Es el Populismo, estúpido! merecerían como respuesta, pero la nueva política no es la política del odio, del enfrentamiento. Tampoco la de la adoración de las palabras, los conceptos, que han perdido gran parte de su eficacia. Es, en cambio, la política del convencimiento, de la paciencia, de la sabiduría.

La isla de Cuba vista desde el espacio
Y lo que está sucediendo da sus frutos no solo aquí, que es lo importante, sino que ya el mundo, esa aldea global hiper comunicada y sobre todo sus gentes, no nos miran solo como productores de materias primas y alimentos, atrasados e inestables. Nos empiezan a ver como una fuente de inspiración. Es la hora de la américa profunda, más, hay que decirlo, esa entrañable isla caribeña injustamente bloqueada pero orgullosa, ese largo lagarto verde con ojos de piedra y agua que con su orgullo, su persistencia y su sacrificio, insiste en señalarnos el camino de la determinación nacional que en algún momento perdimos.

Pudieron bloquear su economía y producirle con ello enormes sufrimientos al pueblo cubano, pero no pudieron bloquear su orgullo nacional. El futuro de Cuba debe depender de los propios cubanos y de nadie más. El reclamo de los países de la UNASUR y otros países de la región hacia los EEUU hecho en la Cumbre de las Américas del 2009 para que levante el bloqueo y que motivara la promesa pública de Obama de avanzar en la mejora de relaciones entre ese país y Cuba "sin mirar al pasado sino al futuro", no se concretó aún en la práctica y como otras buenas intenciones suyas fue consumida en la merienda del Tea Party. Como dijo Cristina en esa oportunidad "el bloqueo es una medida vergonzante". Es vergonzante y anacrónica. Es propio de una época que ya pasó.

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