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lunes, 10 de septiembre de 2012

EL CONTRATO SOCIAL POPULISTA. (Parte I)

En su artículo "La letra chica del contrato populista" publicado por el diario La Nación, el politólogo y encuestador Eduardo Fidanza (director de Poliarquía) arremete contra el populismo y, por supuesto, contra el gobierno nacional.
El camino que elige para expresar su nada novedosa opinión es postular un hipotético contrato "populista" que suscribirían los ciudadanos en el acto democrático del voto, pero, ojito, no todos, solo los que votan al actual gobierno, el cual dice que es engañoso, que contiene una "letra chica" a la que el elector no le presta atención y que será su perdición.
En síntesis sostiene que el gobierno de Cristina tiene una estrategia clientelista y marquetinera que -hasta ahora- le está dando muy buenos resultados pero que eso puede cambiar si su clientela se aviva del engaño.
Eso intenta él con su pícara argumentación, avivar giles.

Pasa que en ese camino de la argumentación, deliberada o inconscientemente, juega con el significado de los conceptos y dibuja una representación del populismo, una caricatura en realidad, que no se puede dejar pasar así no más. Por eso me decidí a escribir estas líneas.

Pero primero veamos, con parte de sus palabras, porqué la gente vota al gobierno y en qué consistiría el engaño del "contrato populista":

"Las investigaciones políticas explican por qué lo hicieron: mejoras tangibles en el trabajo, las jubilaciones, el poder de compra, los subsidios y los planes sociales les permitieron recuperar una vida más digna, renovar los electrodomésticos, acceder a vacaciones, ampliar la vivienda, adquirir una moto, cambiar el auto.

Mientras tanto siguieron haciendo interminables colas en los hospitales públicos, sufriendo asaltos y asesinatos, siendo testigos de la pobreza y de la venta de droga en el barrio con complicidad política y policial; jugándose la vida (que al final perderían) en transportes atestados y en pésimo estado; viendo languidecer a sus hijos en la escuela pública, dilapidando horas ante cortes de calles y rutas por protestas que agredían su derecho a circular." Fin de la cita.

Clarito, el contrato populista le aseguraría al elector mejoras en la esfera de su vida privada pero desgracias apenas sale a la calle o requiere de algún servicio público básico. Es básicamente el argumento populismo=clientelismo=menos democracia=ineficiencia. Podríamos agregar, Estado elefantiásico y autoritario que ahoga la iniciativa privada, predominio del poder ejecutivo sobre los otros dos poderes, ausencia de federalismo y un sin fin de críticas más, que ya forman parte del bagaje habitual de las argumentaciones de la oposición.

El primer aspecto reprochable de la argumentación es cuando enumera las cosas que pertenecen a la esfera privada y cuáles a la pública. Allí comete dos evidentes errores groseros. El primero es que todas las cosas que enumera, salvo -en parte- el poder de compra del salario individual, pertenecen claramente a la "esfera de lo público" y están directamente afectadas por las políticas públicas. El segundo, es que cuando enumera las cosas que no se cumplen en la esfera de lo público no distingue entre aquellas que si dependen de las políticas del gobierno nacional y cuales de las políticas del conjunto de los Estados involucrados (Provinciales, Municipales y sus respectivos poderes). Confundir Estado y gobierno es también un error que introduce confusión.

Es más, el argumento tiende a confundir "la esfera de lo público" con "el espacio público", imperdonable porque son dos cosas bien distintas. Una política de transporte urbano, aunque afecta a "la calle", es decir al espacio público, es una política pública ya que involucra temas tales como concesiones, subsidios y coordinación con otras jurisdicciones. Poner más luz en las plazas, o cámaras, instalar bicisendas, mejorar el mobiliario urbano y los espacios verdes no son políticas públicas en sí, sino acciones concretas que pueden provenir o no (ser acciones aisladas y no integradas) de la existencia de una política pública que, en estos casos, puede ser el planeamiento urbano que, tal vez, involucre a otras áreas y requiera ser coordinada con otras políticas públicas. Sin duda la ausencia de políticas públicas en un área de lo público es también una política, como bien lo muestra la administración del PRO en la CABA.

En todo caso el espacio de lo público y el espacio público no son la misma cosa. El espacio público es bien real y concreto, es todo el espacio geográfico -urbano o rural- compartido por todos los habitantes y es de uso común con ciertas regulaciones y limitaciones bien definidas, por ejemplo una plaza o una carretera. El espacio de lo público, comprende el espacio abstracto de las variables e indicadores sociales donde se diseñan las políticas públicas y el espacio social concreto en el que se aplican. La iniciativa del matrimonio igualitario y su concreción en una Ley es un ejemplo de aplicación a un espacio social concreto de una política pública más general de ampliación de derechos ya consagrados pero negados a una parte de la población. La, tan discutida en estos días, ampliación del derecho al voto a los jóvenes de entre 16 y 17 años, es otro. Hay políticas públicas generales (que tienden a concretar objetivos políticos generales) y políticas públicas específicas con objetivos de menor nivel de generalidad.

Esa aparente confusión puede no ser tal. Puede en realidad ser la expresión de un permanente intento por parte de ciertos sectores de la vida política nacional de minimizar el espacio de lo Público, es decir el del las políticas de Estado y extender el espacio de lo Privado. Una versión renovada de "achicar el Estado es agrandar la Nación", un slogan mentiroso -por dónde se lo mire- que se impuso durante el auge del neoliberalismo más salvaje -disfrazado para ser tragado con los símbolos del populismo- allá por los ´90s.

Una pista que avala esta interpretación es que en el argumento de Fidanza, todas las políticas que se dice en la primera parte que pertenecen al ámbito de lo privado (pero que en realidad son públicas) entran en el campo de la economía, en tanto las que aparecen en la segunda parte, Salud, Educación, Seguridad, son aquellas en las que -aún a regañadientes y con limitaciones muy fuertes- el neoliberalismo admite que el Estado debe cumplir un rol. Lo más llamativo es que incluya en el ámbito de lo privado a los subsidios y a los planes sociales, posiblemente lo hace porque tratan de manera directa de dinero y éste, en la concepción neoliberal, es un bien privado por excelencia. Por eso dicen, que éstos casos y otros, como 678, se pagan con "nuestro" dinero.  Para ellos, el rol social del dinero -es decir del capital- no existe o es marginal y tiene que ver exclusivamente con los servicios básicos.

El segundo aspecto reprochable de la argumentación es que presenta una versión caricaturesca del populismo como meramente una forma del clientelismo y, encima, comete el "pecado" de citar a Ernesto Laclau que, como se sabe, es uno de los pensadores que más a contribuido a reflexionar sobre el populismo desde un lugar de alternativa política seria al neoliberalismo en crisis y con perspectivas reales, sobre todo en nuestra américa latina.

De modo que allí tenemos todo un tema, mucho más serio y relevante que la chicana de Fidanza, que incluye la noción de "contrato social" (Fidanza cita a Rousseau) y la alternativa política al neoliberalismo que es el populismo. (ver la nota completa para estas citaciones)

Estos dos aspectos -de un mismo tema- merecen una reflexión independiente, que abordaré en la segunda parte.

bastadeodio                                                                  

1 comentario:

  1. FIDANZA! Columnista permanente de LPO! Más no puede agachar la cabeza ese tirifilo. A estos conchudos les empieza a interesar el contrato social cuando se olfatean que pierden por afano. Vamos bien Profe!

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