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martes, 4 de noviembre de 2014

Populismo trasandino

Se puede ser popular sin ser populista, advierte Bachelet
Michelle Bachelet volvió recargada. Cayó en la cuenta que en su anterior gestión estuvo más que tibia y que se quedó por detrás de las demandas de su propio Pueblo. No lo digo yo, lo dice ella.

Sacó una reforma tributaria que le puso los pelos de punta a más de un empresario y adversario político. Como sucede acá, pero allá la oposición tiene un realismo del cual la nuestra carece. Parece creer que poner palos en la rueda, desestabilizar, no consensuar ni el pago de la cuenta del vermucito, es bueno para todos y todas.
Cuando en la oposición trasandina se dieron cuenta que la coalición de gobierno iba en serio y que la ley salía o salía, dejaron los remilgos de lado y golpearon la puerta para ser escuchados. Algo habrán conseguido, plazos más largos, diluirla un poco tal vez. El hecho es que salió. Es de aplicación progresiva. La eliminación del Fondo de Utilidades Tributarias (FUT), un engendro para evadir legalmente el pago de impuestos, cuya eliminación fue recomendada incluso por la OCDE, recién se implementará en 2018.

Con esos ocho mil millones de dólares extra que espera recaudar, el gobierno de Bachelet aspira a financiar una ambiciosa reforma del sistema educativo que termine -como prometió- con el lucro empresario y que, además, permita mejorar las perspectivas a futuro de la economía chilena financiando la innovación productiva. Lo que se dice vulgarmente, reformas estructurales. Cambiar la cultura, porque si no se cambia no hay progreso, dice Bachelet y tiene mucha razón. Además, en este plan -que tiene tres patas- se incluye comenzar a discutir hacia fines de año una nueva constitución que reemplace la actual que proviene de la dictadura pinochetista.

También reconoció una deuda pendiente, quizás la más grave de todas. Chile es el país más desigual de América del Sur y el segundo más desigual de todo el continente, luego de México. Bachelet tiene para mejorar eso una perspectiva de largo plazo, confía en que la clave está en incrementar la calidad de la educación y hacerla accesible a todos los chilenos, desde el preescolar hasta la universidad. Demasiada responsabilidad depositada en la escuela como institución. Seguramente sola no puede. La calidad y la igualdad de oportunidades educativas son condición necesaria pero no suficiente para lograr la meta de la igualdad.

El asunto es que tanto dentro como fuera de Chile no ven con buenos ojos esta Bachelet recargada. The Economist hizo punta de lanza a comienzos de abril tachándola de populista, eso de que los ricos financien con sus impuestos las transformaciones de fondo no les sentó nada bien. Michelle (ahora que es populista le dicen así, por su nombre de pila) tiene una respuesta muy justa a esas críticas:

"Hay un viejo dicho: nunca es el momento para una reforma tributaria porque o “es que la economía está muy bien, para qué va a necesitar una reforma tributaria” o “la economía está desacelerada, cómo va a hacer una reforma tributaria”.

Los momios siguen pensando (?) en clave setentista, que simplemente es una comunista de m.

Bachelet partió en gira europea con una consigna muy clara, negar que sea populista, algo muy mal visto por el stablishment global. Le va a costar convencerlos. Su gira comenzó por España. Justo en el momento en que se dieron a conocer los resultados de una encuesta de Metroscopía que indica que la intención de voto a Podemos supera a la del PP y el PSOE individualmente e incluso casi iguala a la de ambos partidos juntos. Algo tendrá que ver con la marea potencial de Podemos el hecho de que la desigualdad aumentó en España también de forma manifiesta como consecuencia de los ajustes del consorcio PP-PSOE. También lo hizo la corrupción institucional. Hastío y desilusión es lo que indica la antedicha encuesta.

El fantasma del populismo acecha en las dos orillas. Obama y sus socios se preocupan. Jorgito Lanata se hizo un poco de tiempo en sus diatribas cotidianas y junto con el politólogo todo terreno de la CNN y La Nación, Andrés Oppenheimer, fueron a reflexionar a la casa matriz del imperio, Washington DC, convocados por la Open House Organisation, sobre los peligros que representa para la libertad esta nueva moda política que parece que llegó para quedarse. Imperdible.

Del Fin de la Historia nada de nada, en su lugar -obligados- proponen una actualización doctrinaria. Si en los sesenta y setenta del siglo pasado el cuco era el comunismo, hoy lo es el populismo. Todo sea para convencer al personal de que vivimos en el mejor de los mundos o, por lo menos, de que jodido como está, es el único posible. Sueños e ideales, ¡¡fuera bicho!!, son populismo puro y duro. La realpolitik neoliberal deberá prevalecer como sea.

bastadeodio                                                              

1 comentario:

  1. Más asco me da un Lanata que la jugó alguna vez de izquierdista que un Mariano Grondona que siempre fue y asumió ser el mismo bicho.

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