Por una Patria Justa, Libre y Soberana

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domingo, 7 de octubre de 2012

Letrinet

Quienes salieron agresivamente a la calle, robándole al kirchnerismo su tradicional osadía en la “iniciativa política”
...fueron los sectores de ingresos medios/altos, que surgieron por las calles –sin que nadie supiera qué conducción tenían o quién había organizado el evento– desplegando un bochinche agresivo que sorprendió y sacudió a todos.

Querían que se rompiera el cepo cambiario y viajar, algo que les gusta mucho. Nadie tiene derecho en este siglo XXI a pedirle a otro que tenga ideales “elevados”, o “no pragmáticos”. La gente quiere vivir hoy y nadie se siente convocado a destinos trascendentes en una historia en que la trascendencia pareciera ausente por todas partes. De modo que la clase media pide lo que le gusta: ahorrar en dólares, viajar, cambiar el auto, tener una buena casa y otra en algún lugar de la costa y enviar a sus hijos a colegios privados. Pero el reclamo callejero le ha añadido –a la cacerola– el insulto. Eso revela su estilo de convocatoria: las redes de Internet. Esa gente ha salido a la calle propulsada por el vigor cibernético. Son los cultores de Facebook y de Twitter. De aquí que esa expresión de protesta se transformara en una de odio alentada por insultos claramente macabros.

El insulto se ha desbocado en la red. Y el motivo fundante es la impunidad que otorga el anonimato. Se trata de un espectáculo altamente desagradable. Se funda en la condición anónima del que insulta. Este anonimato, el no dar la cara, el no tener que responder ante nadie, es lo que dinamita ese “vale todo” al que uno asiste en esos páramos de la ética y del pensamiento. Es fácil ser valiente si nadie sabe quién soy. Ese pequeño “hombre del subsuelo” arroja sus excrecencias sobre todos, acaso con más furia sobre personas a las que envidia, que despiertan su resentimiento. Detrás de todo texto agraviante y anónimo que vemos en la red se esconde un cobarde. Todo tipo que no firma un agravio ha apuñalado a otro por la espalda. Un anónimo vive en las sombras. Letrinet le permite vaciar, expulsar de sí la enfermedad que amarga sus días. El odio. Desde su hondo abismo se siente el dueño del mundo: puede arrojar sobre quien lo desee todo su hediondo arsenal. Nada pasará. Arrojó la piedra, el sistema consagrado del anonimato de Letrinet protegerá su mano de la vista de todos. Qué enorme placer. Qué infinita posibilidad para canalizar su odio, su resentimiento, su mediocridad.

La Presidenta podría dar esa tan peticionada conferencia de prensa. ¿Qué le van a preguntar que ya no sepa? Le harán casi las mismas preguntas escritas en esos papelitos por medio de los que los chicos de Harvard creen que hablaron cuando, en verdad, fueron hablados por otros, pensados por otros, interpretados por otros. Y se sometieron a eso. Redujeron su ser a un papelito que otros les dieron. Cuando –debieran saberlo– todo ser humano viene a este mundo para escribir su propio papelito. Decir su propia palabra. Ser su propio señor y no someterse a eso que un gran filósofo alemán –con exquisita precisión– llamó “el señorío de los otros”.
Tomado de:
Letrinet
Por José Pablo Feinmann
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2 comentarios:

  1. Uh, ah! Chavez no se va!

    Y que la gorilada cipaya y golpista cierre el toor! Basta de decir que hay dictadura (acá o en Venezuela o en cualquier otro país hno!). La realidad los pasó por encima gorilas!!! A comerrrllaaaaaaaaaa!!!!!

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  2. Muy buen articulo Profe
    Y aguante Chavez carajo!

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