Cambian los criterios de evaluación del personal científico nacional.
El Ministerio de Ciencia, las universidades, el Conicet y otros organismos científicos acordaron ayer que los investigadores que desarrollen tecnología serán evaluados por su trabajo y ya no por la publicación en revistas científicas.
“La jornada de hoy –por ayer– es ciertamente histórica, dijo el secretario de Articulación Científico Tecnológica de la Nación, Alejandro Ceccatto. “No ha quedado ningún instituto, ninguna universidad pública ni privada, ningún área de Gobierno vinculada al sector afuera de este compromiso”, dijo y remarcó: “Estos nuevos parámetros no se hacen a expensas de la ciencia básica. No se la desmerece para nada. Aquellos investigadores que se dediquen a la ciencia básica van a seguir publicando sus papers brillantes –indicó–, esto es sólo para aquellos que se dediquen a la ciencia aplicada, para que puedan desarrollar tecnología y transferencia sin ser penalizados”.
El tema puede parecer algo esotérico para los que no pertenezcan al ámbito académico o de la investigación científica y tecnológica, de modo que conviene intentar aclarar algunos aspectos.
La promoción de un investigador dentro de sistema de ciencia y técnica depende de comisiones evaluadoras que, entre otras variables tienen en cuenta el número de publicaciones realizadas por el investigador o investigadora en revistas de la especialidad con referato. De modo que a igualdad de otras variables, nivel académico, cursos de posgrado o posdoctorales, asistencia a conferencias como orador y otras variables, cuanto más publicaciones se tiene, mayor es el puntaje obtenido. Está de por medio el supuesto, ciertamente discutible, que la cantidad hace a la calidad.
Si en lo que se conoce como ciencia básica este criterio, que recibe críticas, es generalmente aceptado a falta de otro mejor, entre los que practican sus investigaciones en la interfase entre la investigación básica y el desarrollo tecnológico, en las que la medida de la calidad y del avance de las investigaciones lo da la medida en que el investigador se acerca al producto esperado, el valor de las comunicaciones científicas (papers) es muy relativo así como su número. Por supuesto que además pueden jugar en su contra porque limitan las posibilidades de publicar avances parciales, las cuestiones vinculadas con el secreto industrial, patentes, propiedad intelectual, etcétera, normalmente presentes con mucho más debilidad o directamente ausentes en la investigación básica.
“Estamos dando un paraguas para que aquel que quiera involucrarse en alguno de los proyectos tecnológicos del país sepa que no va a ser penalizado por el Conicet si deja de publicar”, explicó el presidente del Conicet, Roberto Salvarezza y agregó: “No comparto la idea de separación entre la ciencia básica y la ciencia aplicada. Nosotros queremos investigadores dinámicos, que puedan desarrollar una idea productiva, después volver a la investigación básica... La ciencia es una sola”, dijo. “Y de ninguna manera estamos cambiando la evaluación de la ciencia básica –aseguró después–, estamos abriendo una nueva evaluación para aquellos que están en la interfase del desarrollo tecnológico.”
Realmente han cambiado mucho las cosas en la orientación con la que se conduce la ciencia y la tecnología en nuestro país. La aceptación de las nuevas ideas es manifiesta. Todas las instituciones públicas y privadas firmaron el acuerdo: los consejos de rectores de universidades públicas (CIN) y privadas (CRUP), el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (Coneau). También participaron el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae), el Instituto Nacional del Agua (INA) y otros organismos del sistema científico.
bastadeodio
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