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martes, 22 de noviembre de 2011

Diferencias y Derechos

Miguel Rep - Naturaleza
Desde el punto de vista biológico o específicamente genético todos los seres humanos somos potencialmente iguales, no idénticos, pero si iguales. Existen diferencias genéticas mínimas a partir de las cuales los investigadores pueden seguir el rastro antropológico de las diversas poblaciones.
Pero cuando esos genes básicamente iguales se expresan en personas y grupos aparecen las diferencias. La diferencias de rasgos, de color de la piel y otras muchas que han sido y aún son la causa -incluso la justificación- de tremendas diferencias sociales causantes de segregación, de mucho sufrimiento e injusticias en todo el mundo.

Además de estas diferencias en la apariencia existen otras de origen cultural, económico, social, religioso que son igualmente fuente de segregación y sufrimiento y que se entremezclan y superponen con las anteriores.

Contra todas estas formas de segregación se opone la Doctrina Universal de los Derechos Humanos una doctrina en permanente evolución y ampliación tanto en cantidad, como en calidad, como en su universalización geográfica y cultural. Al punto que se puede afirmar que cada diferencia existente en la humanidad es una fuente potencial de un derecho, porque cada diferencia es una fuente potencial de una injusticia.

Desde luego que basta examinar un poco la historia humana para caer en la cuenta de que no siempre las cosas fueron consideradas de esta forma. Incluso el hecho de reconocer que todos los habitantes bípedos y hablantes del planeta somos seres humanos -diferentes del resto de los animales- a algunas sociedades y culturas les llevó mas tiempo que a otras. Pero a todas, a lo largo de los siglos, les costó tolerar, incorporar las diferencias. La distinción entre el Nosotros y los Otros parece ser esencial (constitutiva de) en la formación de los grupos humanos y ese condicionante básico se mantiene en la sociedad moderna.

Los horrores de la segunda guerra mundial impulsaron a un grupo bastante amplio de las naciones del mundo a desarrollar un corpus legal y un conjunto de instituciones dedicados a la defensa de los derechos humanos a escala global.

Si bien existe una rica historia de logros anteriores, como es el derecho al voto de las mujeres, los derechos de la niñez, de la ancianidad y otros, desde hace una década en nuestro país la temática de los derechos humanos ocupa un lugar central en la agenda del debate político y social y se ha avanzado en leyes que concretan el derecho a la igualdad respetando la diversidad.

Es importante señalar que estas leyes no tienen un consenso absoluto o universal, aún hay en nuestra sociedad sectores que se resisten a ellas, tienen sus razones y hay que respetarlas. Pero en una democracia deciden las mayorías y las mayorías han decidido transformar en derechos un conjunto de diferencias.
Esto ha ocurrido por ejemplo con la Ley de Matrimonio Igualitario o con la Ley de Identidad de Género. La importancia de estas leyes en relación al problema de las diferencias es que establecen el principio de igualdad de derechos en ejercicio simultáneo con el del respeto a la diferencia.
Ya no se trata de afirmar un derecho tratando a la vez de eliminar o reducir la diferencia existente y que es origen de la injusticia que se trata de corregir, sino lo contrario, respetando la diferencia, incorporándola explícitamente a la legislación.

Tanto en estos casos como en el tratamiento de los crímenes cometidos por el Estado durante la última dictadura militar (1976-1983) nuestro país se ha colocado en la avanzada en la defensa de los derechos humanos en la región y es un ejemplo en este sentido para gobiernos y pueblos de lo que es posible lograr en este campo.

Pero la historia de las violaciones a los derechos humanos no comienza en 1976 ni los derechos que incorporan las diferencias se agotan en los de las minorías sexuales. Además hay que reconocer que aún los derechos consagrados por nuestra constitución y las leyes, no se cumplen con la amplitud y la extensión con los que están formulados. Por ejemplo, el derecho de todos los niños a una educación de calidad, a una vivienda digna y una alimentación adecuada a su desarrollo humano no se cumple como debiera.

La tarea pendiente es de una extensión tal que puede abrumar y desalentar. En primer lugar por la urgencia que supone la satisfacción de esos derechos que son primarios y en segundo lugar porque los recursos son limitados y la priorización de unos implica la postergación de la justicia en otros.

Pero este listado de prioridades, de necesidades urgentes a cubrir, no es neutro porque su constitución incluye el estado de la conciencia social existente sobre la valoración e incorporación de las diferencias. Y hay algunas que existen pero que no están presentes, que no tienen la visibilidad que debieran tener para ser incluidas en la agenda de las urgencias.

Este es el caso de los derechos de los campesinos frente al avance de la agricultura en gran escala o de los pueblos indígenas con respecto a la tenencia y uso de la tierra.

En el primer caso la propia dinámica de la producción en gran escala expulsa a los campesinos de sus tierras y altera su hábitat de manera drástica poniendo seriamente en riesgo todos sus derechos incluso el derecho fundamental que es el derecho a la vida. Se impone que los legisladores y la sociedad toda asuman este problema como urgente y prioritario. El daño ya producido es tremendamente grave, se calcula que son más de 200.000 -algunos las estiman en 300.000- las familias campesinas que en los últimos años han sido privadas de su tierra esto es de su sustento por el avance de la frontera agrícola, en particular por el cultivo de la soja. Con el agravante de que el plan agropecuario para los próximos diez años se pone como objetivo incrementar en un 60% la producción de granos.

Relacionado con el tema anterior pero con sus propios rasgos distintivos y característicos están las serias dificultades que están atravesando las comunidades indígenas en todo el país. Entre los rasgos que hacen a este problema diferente está la creencia infundada y errónea de que en la argentina no hay indios.

Es infundada porque -según estudios genéticos realizados por la UBA- el 60% de la población de nuestro país tiene características genéticas pertenecientes a pueblos originarios es decir existentes en nuestro territorio antes de la llegada de los conquistadores españoles y portugueses.

Y es errónea porque efectivamente existen numerosas comunidades indígenas que luchan por la supervivencia y la conservación de sus costumbres y de su modo de vida dentro de una sociedad blanca que les es hostil de múltiples maneras.

Es indispensable que el tema de las minorías campesinas e indígenas encuentre el lugar que le corresponde dentro de las urgencias sociales y legislativas y en esto el Estado Nacional debe comprometerse como un todo implicando a sus tres poderes y haciendo que mediante la educación y la información la sociedad tome conciencia de la importancia y magnitud del problema.

Existe el derecho a la igualdad. Existe el derecho al respeto de la diferencia. Ambos derechos deben y pueden ser satisfechos juntos.

Para saber más sobre el tema campesino e indígena:
- Los sicarios de los terratenientes. Miradas al Sur
- Chaco. Denuncia sobre población indígena. aquí
- La peste soja: viaje al corazón del MOCASE. aquí
- Vigencia actual del orden colonial. aquí
En bastadeodio existen numerosas entradas sobre el tema indígena, estas son algunas:
- Martín Caparrós, un soberbio ignorante. aquí
- Estado, Justicia y Pueblos Indígenas, incluye tres entradas. aquí
- Un Momento Histórico para la Comunidad Qom La Primavera. aquí
- Positiva Mesa de Trabajo Qom-Ministerio del Interior. (es la tercera de tres entradas) aquí

bastadeodio                                                         

4 comentarios:

  1. Mucha gente despreciable, Profe, obstaculiza estas reivindicaciones, anteponiendo sus intereses, o llevados por su racismo visceral.
    Es un tema fundamental y siento que no estamos como sociedad a la altura de su resolución.

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  2. Es cierto, Daniel. He escuchado y leído muchas veces que hemos ganado la batalla cultural. Nada más lejos de la verdad, estos temas que no figuran en la agenda política como deberían, forman parte de ella pero se lo olvida y, en consecuencia, se abandona el campo sin darla. Festejamos por un éxito e ignoramos muchas derrotas. Hay que mirar todo el campo y no hacer seguidismo de los temas que los poderes marcan. Hubo una conferencia de prensa en la calle donde estaban Félix Diaz, Perez Esquivel y Victoria Donda, entre otros. Uno se pregunta, el tema indígena, es un tema que haya preocupado al FAP, que haya estado presente en su campaña. No. Es una muestra de que debemos ver todo el campo. Las batallas que se pierden son las que no se dan.

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  3. Profe, el FAP está muy a la izquierda nuestra. Tanto, que ya dio la vuelta completa. Si hasta parece de derecha...

    abrazo!

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  4. Victoria Donda estaba como presidenta de la comisión de DDHH de la cámara de diputados pero no es solo eso es miembro destacado del FAP y de Libres del Sur. Lo que no me parece es que les dejemos el campo libre y nos comamos el san benito de cómplices con el que nos quiere cargar la izquierda, la derecha disfrazada de progresismo, como el FAP, que en Santa Fé se lleva muy bien con los sojeros y buena parte de los organismos de DDHH. Y todo porque en ese tema guardamos silencio, como si no existiera.

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