Martín tiene un Blog en el diario El País de Madrid, se llama Pamplinas (muy castizo)
y en el opinó, con motivo del 12 de octubre, sobre la conquista y el uso que "los bienpensantes latinoamericanos" hacen del término "aborigen". Dice el intelectual crítico nacional, inflado hasta casi explotar por la prensa opositora al gobierno y por él mismo:
..."hoy todos feriamos y festejamos sin saber del todo qué: la llegada, parece, de aquellos –casi– hispanos que durante siglos fueron presentados como una bendición hasta que las nuevas historias oficiales los convirtieron en el principio de un desastre."
..."Como, por ejemplo, la relación de los biempensantes latinoamericanos con sus indios. Los llaman, en esta etapa de la culpa, pueblos originarios, que es lo mismo que decir aborígenes pero con un curso menos de latín. Los llaman pueblos originarios, como si hubieran crecido en las ramas de un ombú –o como si la historia no existiera.
Todos llegamos, alguna vez, a América. Los que ahora son originarios llegaron hace quién sabe quince, diez mil años. Y desde entonces fueron cambiando de lugares y poderes: un pueblo ocupaba un espacio, después otro lo sacaba de allí o lo sometía y después otro –como sucede en todas partes, penosamente, siempre. Pero la historia oficial biempensante arma una especie de cuadro ahistórico, idílico, estático en que, alrededor del año 1500, había pueblos originarios casi felices y muy legítimos y consustanciados con sus territorios, y llegaron unos señores malos y pálidos que los corrieron a gorrazos."
...En Argentina, donde todo es más reciente, está muy claro: los mapuches que ahora penan en el sur andino entraron desde Chile a fines del siglo XVIII, y echaron a sus ocupantes anteriores, los tehuelches; entre 1830 y 1875, el coronel neokirchnerista Juan Manuel de Rosas y el general viejoliberal Julio Argentino Roca se lo hicieron a ellos. Pero nada de eso importa mucho en la imagen congelada. La causa de los pueblos originarios se ha convertido en uno de esos lugares comunes que, de tan comunes, eluden cualquier tipo de debate.
El indigenismo, decía uno, es una enfermedad infantil del nacionalismo –y el otro le contestaba que el indigenismo es la versión social del pensamiento ecololó. En una sociedad que está hecha de mezclas, que debe seguir mezclándose para reinventarse, progres claman por la tradición, la pureza, la "autenticidad" de los originarios. Es esa idea conservadora de detener la evolución en un punto pasado: esa idea que cierta izquierda comparte tan bien con la derecha, aunque la apliquen a objetos diferentes.
...Si yo fuera pobre y argentino intentaría ser originario. Los pueblos originarios son una especie protegida: tienen apoyos internacionales, oenegés, programas especiales, buena prensa automática, mientras millones de pobres no tienen casi nada. No digo que los “originarios” no tengan tanto derecho como cualquiera a una vida digna; sí digo que tienen tanto derecho como cualquiera a una vida digna y que, en el triste sistema clientelar en el que viven millones de argentinos, ser aborigen ofrece privilegios particulares producidos por esa mezcla de culpa y corrección política que se conmueve fácil con las historias atroces de la Conquista mientras olvida la marginación cotidiana, constante, de esos muchos millones de cualquieras sin pureza de sangre, misturados, tan poco originales."
Lo que hace Caparrós es vendernos, como si fuese original un lugar común, la expresión de un "sentido común" que ha producido y justificado una inmensa cantidad de dolor y sufrimiento en la humanidad. Intenta convencernos que es "una cosa natural" la imposición del más fuerte sobre el más débil, que tratar de explorar otras posibilidades del pensar y de la acción es cosa de "bienpensantes ecololós" o de "los que quieren detener la historia y parar la evolución" y él no es ni una cosa ni la otra, no está ni en la "izquierda infantil" ni en la "derecha restauradora". El se sitúa, como si existiese, en un justo punto medio, una altura desde la cual el puede mirar con desprecio y aires de superioridad todos los sucesos, los hechos crudos y las interpretaciones en torno a ellos.
Todo el texto destila soberbia y desprecio hacia los intentos por modificar ese "sentido común" tan catastrófico. Es terrible leer: "los pueblos originarios son una especie protegida". Terrible mentira, los originarios, en la Argentina y en el resto de América luchan por sus derechos - y muchas veces dejan su vida en ello- justamente porque no están protegidos y si lo están desde el punto de vista legal, esa protección no se cumple en la práctica.
Y luego el intento de chantaje moral que significa sugerir que los verdaderos "malos" según su lectura de la realidad, son aquellos que se ocupan de proteger una entelequia, algo inexistente, "los pueblos originarios", pero se olvidan a la vez de los otros pobres los comunes y corrientes, los misturados. Más falacias, más mentiras. Buenas para el consumo del español o del argentino medio, lo libera de una culpa, de un peso. Además coincide muy bien con la creencia mayoritaria existente allí, en España para quien escribe Caparrós, que con respecto a la conquista de américa existe una "Leyenda Negra", esta creencia no respeta izquierdas y derechas, allá todos opinan igual. Las palabras de Caparrós los confirman en su cómoda creencia.
Hay que recordarle a Caparrós que el tema que el aborda tan a la ligera, con tanto cinismo de cambalache, es un tema que ocupa toda la segunda mitad del siglo XX. Ya no se discute la historia, ni siquiera las cuestiones antropológicas vinculadas con los conceptos "aborigen", "pueblos originarios" o "pueblos indígenas", o "pueblos tribales" estas cuestiones ya están medianamente resueltas en la legislación y los Tratados Internacionales. Hay acuerdos y éstos no coinciden para nada con las afirmaciones de Caparrós, hechas tan a la ligera. Sintetizando, el debate de las ciencias que son competentes en el tema no apoyan de ninguna manera los dichos del soberbio sino que los refutan.
La discusión hoy pasa centralmente por el tema jurídico. Por la realización concreta y efectiva de los derechos. Esto no se puede dejar de lado o despacharlo con un simple párrafo descalificador y burlón.
Desde el fin de la segunda guerra mundial y como consecuencia de las barbaridades que en ella se cometieron, las Naciones Unidas y otros Organismos Internacionales, como la OIT han producido Declaraciones y Tratados Internacionales que al ser refrendados por los Estados Miembro, tienen efectos legales. Por ejemplo en nuestro país, la Argentina, que a partir del 2003 se ha destacado mundialmente por su defensa de los DDHH, haciéndose cargo como Estado de los hechos del pasado, para revisarlos y hacer justicia con los afectados y sus descendientes, el tema alcanza otra dimensión ya que los tratados son incorporados a nuestra Constitución en la reforma de 1994. Caparrós no lo puede ignorar, no puede hacer lo que hacen lamentablemente algunos jueces que los dejan de lado por considerarlos "recomendaciones no operativas". Estos tratados al tener jerarquía constitucional están por encima de la legislación nacional o provincial y deben ser incorporados de manera efectiva a la practica cotidiana de la justicia.
Aunque Caparrós no lo perciba hay un cambio de época en relación a la vigencia de los DDHH, aunque por supuesto eso no implica que estos no sean violados. Lo son pero hoy existe la posibilidad de denunciar y de juzgar esas violaciones, incluso mediante un Tribunal Penal Internacional, si los Estados signatarios que las cometen deniegan el acceso a la justicia de las víctimas. Algo de lo cual los originarios del siglo XV no disponían. El mundo y su conciencia evolucionan, señor Caparrós.
En todo el escrito de Caparrós sobrevuela la idea de que la historia responde a una ley natural similar a la que se impone sobre las cosas inanimadas. Ese es un pensamiento que atrasa doscientos años, es el pensamiento del colonizador, del depredador situado en la cúspide de la pirámide. Es el pensamiento que el califica de "derecha", el que supone que se puede detener la historia, que se puede congelar el pensamiento y la voluntad en un modo particular de ver el mundo. La historia humana, la historia de las sociedades humanas es la historia de la lucha de la voluntad humana y de los cambios operados en los marcos generales, los paradigmas, con los que el ser humano se planta frente a la naturaleza y a sí mismo.
El mundo humano conformado por las diferencias raciales, culturales y de todo tipo es un mundo mucho más rico, diverso y capaz de sobrevivir que el mundo plano, de asimilación, donde todos son obligados a ser "iguales" aunque sean diferentes, que nos propone Caparrós como lo dado, lo natural.
El tema cobró difusión a partir de un comentario en radio continental sobre la nota del Blog Pamplinas, que a su vez mereció una respuesta de Felipe Pigna, que no había leído la nota, pero la criticó por el mismo medio. El "debate" fue recogido por Perfil.com
Las fuentes están disponibles aquí:
- Artículo de Martín Caparros en Pamplinas
- Nota en Perfil.com
Caparrós presenta de esta manera su Blog:
"Pamplinas es un intento –insistentemente fracasado– de mirar el mundo desde la Argentina, o la Argentina desde algún otro mundo. Con esa premisa, el autor pensó llamarlo Cháchara, pero le pareció demasiado pretencioso. Desde las pampas argentinas, pues: Pamplinas."
Pamplina significa:
En España: Cosa de poca importancia o de dudosa índole.
En Argentina: Tontería, macana, ocurrencia, dicho o cosa necia o sin importancia; cosa de poca utilidad o fundamento.
Totalmente de acuerdo con la auto calificación de su Blog.
Publiqué también un post de respuesta a Caparrós en mi Blog ladrillos de la misma comunidad EL País.
bastadeodio
Y bue Profe... escribe eso en el País de España, si cualquier comunidad indígena tuviera un diario tan "prestigioso" y lo contrataría a Caparrós, seguro que escribiría algo diametralmente opuesto.
ResponderEliminarDespués de todo, lo que escribe el "cara con Manubrio" es una adaptación ad-hoc del pensamiento mediopelo argentino respecto a los privilegios que reciben lo pobres en este país.
Todavía me debo sus 3 post sobre los mapuches, pero la lectura va a quedar para después del 23. Saludos.
un papanatas que se cree importante
ResponderEliminarCaparrós se queja de que lo retrucan con ad-hominems. ¿Qué quiere, si escribe pelotudeces insignes? ¿Que digamos, no, sí, mirá, escribe boludeces pero es un buen chango?
ResponderEliminarSalió a escribir un libro sobre el cambio climático, del que leí algo, pero no entendí qué opina respecto al mismo. Ahora dice que el indigenismo es una versión social de ese ecologismo. Y justifica -porque eso es lo que hace- la matanza. Aunque diga que no. Caparrós, como Lanata, es capaz de escribir cualquier cosa con tal de contradecir el pensamiento dominante del momento.
Excelente el análisis y la contestación a Caparrós, saludos
ResponderEliminarPensar que este tío pudo escribir, junto con Anguita, La voluntad....
ResponderEliminarAhora sale con esto (entre otras tonteras) "Si yo fuera pobre y argentino intentaría ser originario. Los pueblos originarios son una especie protegida: tienen apoyos internacionales... "
Lo que no dice es que si fuera pobre y, de ser posible originario, sus hijas iban a parir a los 13 años por el subsidio... Le falta el asesoramiento de del Sel...
Realmente Profe, pienso que este tipo es un estúpido. Un presumido barato. Una persona a la que le sobra el tiempo, puede pensar a sus anchas y se remite a una "originalidad" que no solo no tiene nada de original. Sino que cae en lugares comunes lamentables.
ResponderEliminarEso lo provoca, entre otras cosas, el dar vueltas incesantemente sobre el propio ombligo.
Además de lo que señala muy acertadamente Hilda, eso de que "los indígenas son una especie protegida", me impresionó mucho el que llame a Rosas neokirchnerista y a Roca viejoliberal. Su anti-kk es visceral y elemental. Es el único sentimiento, junto con el del desprecio por los que piensan distinto que él, que se permite traslucir. Es un cambalache, además de un tarado engreído. El y Tomás Abraham me tienen repodrido, parecen novios (y quizás lo sean).
ResponderEliminarCaparrós es un tipico producto del nacional buenos aires en el mal sentido. Yo mandé a mi hijo al mismo colegio pero me encargué de que sumara conocimiento tamizando la soberbia pelotuda y gorila que le adicionan muchas veces los educandos y luego los mimmos compañeros. Abraham es un mercachifle leído, un papanatas, un filosofo de revista Oh lala!
ResponderEliminarExcelente artículo. Además de las reseñadas patrañas y falacias, hay algo que Caparrós soslaya (y que conoce muy bien, más que nada, por las preferencias ideológicas de sus orígenes): Los descendientes más o menos directos de esos originarios son quienes, hoy por hoy, y en su gran mayoría, ocupan los lugares más bajos de la pirámide social. Vale decir: las consecuencias de ese despojo han trascendido los tiempos pueden constatarse empíricamente. Difícil encontrar, por ejemplo, a una persona con rasgos originarios en una publicidad gráfica o televisiva (las publicidades del gobierno, afortunadamente, rompen con esta casi ley universal). El despojo material, devenido en despojo simbólico (que a su vez vuelve a versar sobre lo material).
ResponderEliminarMuy miserable, lo de Caparrós.
Extremadamente ruin y miserable, agrego.
Me parece que les jode mas que no sea kirchnerista que lo que dijo, ¿perdon y el nombre bastadeodio es solo para los K?
ResponderEliminarA usted "anónimo" puede parecerle lo que le plazca, está en todo su derecho. El nombre bastadeodio es solo una declaración de principios, sintetizando: no al agravio, no a la manipulación, si a la crítica argumentada y, en la medida de lo posible, basada en los hechos y su conocimiento. Por supuesto que no es válido solo para "los K", es un principio de la democracia que debería valer para todos, lamentablemente está lejos de ocurrir.
EliminarNo sé si Felix Díaz opinará con Caparrós que pertenece a una "especie protegida". El pobre está harto de ver como, aún hoy, en plena vigencia del estado de derecho se sigue masacrando a su gente por un puñado de tierras. Si la presi lo atiende sería un saludable gesto.
ResponderEliminarG.I.