Por una Patria Justa, Libre y Soberana

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viernes, 3 de octubre de 2014

Soberana Primavera

Los EEUU han conseguido desestabilizar a la ex colonia británica de Hong Kong, con el objetivo final de desestabilizar a la propia China. Como antes lo hicieron con Ucrania para crearle problemas a Rusia. A esas supuestas protestas pro democracia, los medios dependientes de las políticas yanquis las llaman primaveras. ¿Es que hay acaso algo más bonito que la primavera?

El ministro de asuntos exteriores de China, Wang Yi, advirtió a Estados Unidos de que las protestas pro democráticas en Hong Kong son "asuntos internos" y aseguró que ningún país "toleraría actos ilegales que violen el orden público".

"Los asuntos de Hong Kong son asuntos internos de China, y todos los países deberían respetar la soberanía de China", señaló Wang antes de reunirse en Washington con el secretario de Estado de EE.UU., John Kerry.

Por su parte -sin que las declaraciones de su par chino parecieran afectarlo- Kerry reiteró que Estados Unidos apoya el reclamo de los manifestantes en Hong Kong, que piden elecciones abiertas en 2017.

"Como sabe China, apoyamos el sufragio universal en Hong Kong", afirmó desafiante el jefe de la diplomacia estadounidense, que instó a las autoridades en esa región especial administrativa china a ejercer la "contención". Una sutileza de la diplomacia yanqui que indica la falta de respeto habitual que tienen por la condición soberana cuando se trata de estados no subordinados a ellos.

El mundo -en general- parece no verlo, intoxicado como está por las imágenes y mensajes de éstos jóvenes chinos paladines de la democracia llevando como símbolo sus paraguas, como los españoles de la Puerta del Sol pero especialmente educados, amables y limpitos.

Por lo menos debería sorprender que los EEUU, que en el siglo pasado apoyaron e incluso llegaron a instalar a cuanta dictadura sangrienta les asegurase su predominio frente a las llamadas por ellos dictaduras comunistas, ahora, en el siglo XXI, luego de la implosión de la URSS y la apertura de China, hayan pasado a convertirse en los máximos paladines de la democracia.

¿Qué ha pasado?. ¿Los responsables de los EEUU han visto la luz, se han reformado o simplemente es una máscara para reforzar su estrategia de dominación, solo que adaptada a los nuevos tiempos?.

No es solo este caso, como bien sabemos, hay otros. Cada uno es diferente en grado y complejidad pero hay similitudes muy llamativas: primaveras árabes, crisis de Ucrania y, ahora, Hong Kong.

Lejos la más compleja de las "primaveras democráticas" y la que quizá le ha creado a los EEUU más problemas que ganancias ha sido la primera.
Una de las posibles causas de ese fracaso a medias es que los ciudadanos de los países árabes no ponen primero la forma por sobre el contenido, es decir, no hay apoyo interno para una democracia tutelada por EEUU o por -en general- occidente. Incluso se podría afirmar que el concepto mismo de democracia no está sacralizado en el mundo musulmán (y en otras sociedades) como lo está en occidente.

Además, el oportunismo yanqui y europeo, la doble vara de medir, queda de manifiesto si se repara en que la democratización que exigen con violencia, por ejemplo en Siria, no rige para los califatos y reinos ricos en petróleo que dejó como testimonio la época colonial.

Los pueblos árabes han sido colonia de europa durante siglos y aspiran a no serlo más. Además, están presentes con mucha fuerza conflictos étnicos y religiosos ya presentes en la época colonial. Hay también resentimiento en amplias capas de la población árabe hacia la política estadounidense en el conflicto palestino israelí.
Demasiados problemas para que el intento de derrocar a regímenes no controlables les saliera prolijito. La prueba de que sus intervenciones democratizadoras violentas generan monstruos mucho peores que los que dicen combatir, es la desventura de la OTAN encabezada por los EEUU en Libia.

En cambio en Ucrania y en Hong Kong el terreno para el descontento estaba, en buena medida, abonado de antemano.

Vamos con el primer caso. La presencia rusa en Ucrania precede incluso a la existencia de la URSS. Los rusos no son queridos por una parte de la población, que incluso colaboró con los nazis durante la ocupación. Asentada en particular en el occidente de ese país, ansian liberarse de la tutela que le impone su condición actual de país limítrofe con Rusia (y Europa) y trocarlo por la tutela de la OTAN, el ingreso a la Unión Europea, a su inmenso mercado y a sus supuestas maravillosas condiciones de vida.

Esos deseos ya instalados en una parte importante de la población fueron la base a partir de la cual pudieron operar con éxito los servicios yanquis y provocar finalmente la caída del presidente, caracterizado como pro ruso, Viktor Yanukovich.

La respuesta rusa fue rápida e inteligente. Crimea que había sido siempre rusa hasta que fue cedida en la época soviética a la República Popular de Ucrania, volvió a su madre patria por decisión mayoritaria de sus habitantes referendum mediante (¿hay algo más democrático?). Curiosamente -o no tanto- EEUU y Europa a pesar de afirmar defender los procedimientos democráticos lo desconocieron, protestaron, amenazaron y concretaron acciones contra Rusia. De forma análoga la población de las provincias del este de Ucrania, mayoritariamente de origen ruso, quiere seguir vinculada a Rusia pero Kiev, con el apoyo occidental, no está dispuesto a cederles la autonomía que reclaman y que propone como solución el presidente ruso, Vladímir Putin. El reino de la doble vara.

EEUU y Europa, paladines de la democracia estilo siglo XXI, acuden en defensa de la soberanía ucraniana aunque ésta tenga hoy un gobierno de dudoso origen democrático, haciendo oídos sordos a las demandas legítimas de las minorías rusas que viven en Ucrania y pretendiendo ignorar la propia historia de Crimea.

Naturalmente el conflicto sigue, ya que no se trata para nada de hacer de Ucrania un país más democrático sino de llevar el predominio de los EEUU y sus aliados europeos (en especial Alemania) a las mismas puertas de Moscú, para ahogarla y poner coto a sus legítimas ambiciones de recuperación económica y política.

Algo muy similar puede estar ocurriendo a las puertas de la República Popular China (RPCH), el otro gran enemigo de los EEUU durante el siglo pasado y que, a pesar de las apariencias, aún lo es, al igual que Rusia. Y son sus enemigos porque su existencia e incluso su éxito para adaptarse a las nuevas condiciones globales pone objetivamente un límite a su predominio mundial como única potencia global.

Si uno está tratando de entender lo que sucede en Hong Kong le va a costar mucho encontrar análisis, si, en cambio, se topará hasta el hartazgo con alabanzas hacia los valientes jóvenes que armados solamente con sus paraguas luchan por la libertad y la democracia en contra de un gobierno tiránico. Imágenes y videos de primaveras y paraguas viralizados hasta el infinito por los medios de comunicación y las redes sociales.

En esa búsqueda de verdadera información me topé con algunos pocos sitios web, uno de ellos -muy esclarecedor- es New Eastern Outlook (lamentablemente para nosotros, como la mayoría de ellos, es en inglés), y me encontré, que uno de sus colaboradores, Tony Cartalucci, ha investigando a cada uno de los líderes de la protesta, desde el jovencísimo Joshua Wong (17 años), pasando por el profesor de derecho Benny Tai y el magnate de las telecomunicaciones Jimmy Lai, hasta los más veteranos Martin Lee, Anson Chan o el obispo Joseph Zien. En todos los casos este periodista muestra pruebas de las conexiones de estos líderes de la protesta con los EEUU.

Cartalucci rastrea los vínculos con ONGs estadounidenses financiadas por el Departamento de Estado o grandes corporaciones estadounidenses como Ford, Citigroup, ExxonMobil, Goldman Sachs, etc. Concretamente, la ONG más activa en Hong Kong (HK), y responsable también de las revueltas del Maidán en Ucrania, es la NED (National Endowment for Democracy) y su subsidiaria NDI (National Democratic Institute), que organiza eventos, conferencias y actividades en las que han participado o están directamente involucrados los citados líderes de la protesta.

Detrás de los llamados "Occupy Central", que se enmascaran como un movimiento "pro-democracia" en busca del "sufragio universal" y la "democracia plena", existe según él una red profunda e insidiosa de apoyo financiero, político y de medios de comunicación extranjeros. Entre ellos se encuentra el Departamento de Estado de Estados Unidos y su Fundación Nacional para la Democracia (NED), así como la filial de la NED, el Instituto Nacional Demócrata (NDI).

El papel de la Casa Blanca y del NDI en la creación y sostenimiento del movimiento de Occupy, es evidente incluso a partir de las expresiones de sus voceros. Dijo el portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, el lunes pasado:

"La Casa Blanca está observando a las protestas democráticas en Hong Kong de cerca (monitoreando, como dijeron respecto de nuestro conflicto con los buitres) y apoya las aspiraciones del pueblo de Hong Kong".

"Los Estados Unidos apoyan el sufragio universal en Hong Kong, de acuerdo con la Ley Básica (una especie de constitución que formó parte del acuerdo de descolonización de HK) y apoyamos las aspiraciones del pueblo de Hong Kong", dijo Earnest, quien también instó a la moderación de ambas partes.

Hasta el lenguaje y la concepción de los mensajes de la presidencia de los EEUU son los mismos que se encuentran en el sitio web del NDI, como es fácil de comprobar visitándolo.

La población de HK, según encuestas recientes de cuya confiabilidad no hay evidencias, estaría dividida casi por mitades entre los que están a favor de una mayor democratización lo que implica el rechazo a la propuesta del gobierno chino para las elecciones del 2017 y los que prefieren echar paños fríos al conflicto y consideran que hay que aceptar esa propuesta. Lo que sí es contrastable es que HK contiene a una de las sociedades más desiguales del planeta, los que salen a la calle a protestar son, en su inmensa mayoría, parte de los beneficiados en el reparto.

Es un hecho a considerar -también- que HK es para la RPCH relativamente menos importante desde el punto de vista económico de lo que lo era hace unos años debido al crecimiento de Shangai como un nuevo centro comercial, económico y financiero. La inversa, en cambio, no es cierta, HK necesita de la RPCH por razones tanto comerciales como financieras. Según The Economist la mitad de las exportaciones de HK tienen por destino la RPCH. La extensión en el tiempo del conflicto en las calles pondría en peligro -según pronostica Standard & Poors- el tercer lugar que ocupa HK como plaza financiera a nivel mundial.

Los EEUU apuestan a que la agitación existente en HK se traslade a la RPCH en una especie de Plaza de Tiananmen recargada, por eso la apoyan públicamente y la financian discretamente.

Puede parecer, si uno se deja llevar por los medios de comunicación, que lo que sucede en Hong Kong tiene poco que ver con lo que nos pasa a nosotros, situados como estamos en las antípodas, sin embargo, si se mira con más detenimiento lo que pasa en el mundo y lo que ocurre en nuestra Argentina, se debe concluir que no es así. La vinculación se vé por las huellas que va dejando el águila en su paso.

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bastadeodio                                                                  

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