La madre de Luciano Arruga, Mónica Alegre, en la conferencia de prensa |
Luciano murió y su cuerpo desapareció por ser pobre. No hay duda de eso. Más allá de si fue la policía la que lo mató o fue -como afirman- arrollado por un auto en la General Paz.
De este crimen doble, sobre la víctima y sobre su familia, somos TODOS RESPONSABLES como sociedad, lo que no impide que haya culpables directos que deban ser hallados y juzgados como corresponde.
La muerte y desaparición durante estos largos años de Luciano debe hacernos crecer moral y políticamente a todos. Lo hizo con su familia. La carta que su hermana, Vanesa Orieta, nos deja para reflexionar es la mejor muestra. No es posible extractarla, es ésta:
"encontré a mi hermano"
Mensaje de Vanesa Orieta, hermana de Luciano Arruga
"Vencimos. Eso es lo que se me viene primero a la mente. Vencimos a la desidia, vencimos la impunidad, vencimos la mirada discriminadora y criminalizante que hay hacia los jóvenes, con un ejemplo, con el caso de Luciano. Con el caso de Luciano logramos vencer. A mí me falta terminar de concretar algunas etapas propias de este proceso de investigación, que se termine con las pruebas que se tengan que hacer para terminar de confirmar que ese cuerpo encontrado es mi hermano. Recién ahí, cuando las pruebas genéticas digan ese chico encontrado es Luciano Nahuel Arruga, nosotros, como familiares, vamos a cerrar una etapa. Logramos el objetivo, si es así. El que tenía yo era encontrar a mi hermano. Lo encontré. Ahora vamos a descansar.
Les pedimos, si es que se puede, si podemos llegar al corazón de cada uno de ustedes y de los medios de comunicación, el mayor de los respetos. La voz oficial está acá, no está en otro lugar. Nosotros seguimos denunciando la criminalización y la discriminación hacia los jóvenes, seguimos denunciando la violencia institucional. Y hoy más que nunca denunciamos la violencia institucional en su conjunto.
Cinco años y ocho meses pidiendo que se busque a Luciano, y lo logramos con la aceptación de un hábeas corpus, que pudo dar con el cuerpo de un pibe enterrado como NN. Y eso nos tiene que replantear un conjunto de cosas como sociedad: el poco valor que se da a la vida de los pobres.
Cinco días después de desaparecido mi hermano, nosotros presentamos un hábeas corpus. Lo hicimos nosotros, lo confeccionamos nosotros, fue rechazado por el juez Blanco. Esto se podría haber resuelto muchísimo antes. Esto quiero que entiendan: esto se podría haber resuelto antes. Y nosotros estuvimos cinco años y ocho meses, golpeando todas las puertas, organizándonos, haciendo todas las actividades posibles para que se visibilice la causa, para que la sociedad tome conciencia, para que el Estado en su conjunto ponga a disposición todas las herramientas con las que cuenta para poder encontrar a Luciano, y lo logramos.
Pero esto no termina acá, y como se dijo en esta mesa, recién empieza, porque nosotros necesitamos saber la verdad. Encontramos a Luciano. Ahora necesitamos aclarar todo este panorama. Y los únicos que les vamos a poder aclarar este panorama a ustedes somos nosotros. Todos los que hablen por nosotros no sabrán la verdad. Remítanse a nosotros, a los familiares de Luciano. Y sepan todos los familiares que conocimos en este tiempo, de los pibes de gatillo fácil, de las personas desaparecidas, que nosotros vamos a seguir, porque esto ya no tiene que ver con Luciano.
Esto tiene que ver con la problemática de violencia institucional. Y esto tiene que ver con cambiar una mirada: los pobres tenemos derechos. ¡Tenemos derechos!. Algo más: respeto por mi familia por favor. Necesitamos descansar ahora más que nunca, hacer un duelo que es justo y necesario, y hacerlo en familia. Nada más. Gracias por estar hoy."
La condena anticipada de los jóvenes como Luciano es pan de todos los días. Las imágenes que pone la televisión -aún las del canal siete- para ilustrar la temática de la inseguridad ponen sistemáticamente foco en las villas. Como si exclusiva o principalmente de ellas provenga el origen de nuestros miedos cotidianos.
Nos habituamos a ello. No lo cuestionamos. Y si lo hacemos, no ponemos el empeño suficiente para que nuestras voces tapen las del racismo y el desprecio que muchos, demasiados, cargan sobre las espaldas de los más desafortunados de la sociedad.
Se les dice: son culpables de ser pobres y, por eso, de ser un peligro en potencia. Mientras tanto y sin dejar de despreciar, se elaboran planes futuros para hacerlos más pobres aún, o para matarlos si se presenta la ocasión. Festejan si ocurre. Uno menos, señalan orgullosos. Aplauden sin vergüenza las imágenes de linchamientos. Justifican toda barbarie cometida contra ellos, los pobres, los marginados, los excluidos, sin darse cuenta que con cada uno de estos hechos que toleramos nos volvemos todos más bárbaros, más incivilizados, más miserables.
bastadeodio
De la misma manera como me enorgullece el logro científico y tecnológico del Arsat-I, me averguenzan nuestras conductas evasivas e hipócritas que siguen tolerando a personal policial y miembros del poder judicial verdaderamente corruptos y, fundamentalmente, asesinos. No existe otra forma para denominarlos.
ResponderEliminarLa actitud de los medios, como bien destacás, es abominable y cargará con la culpa de mentir y engañar para seguir inyectando miedo a una sociedad aún bastante ingenua dentro de su egoísta hipocresía.
Saludos
Así es Tilo, comparto plenamente. Todo lo que rodea al caso de Luciano y su familia causa un inmenso dolor pero también solidaridad con ellos. También se crece a partir de estas amargas situaciones. Un abrazo
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