Ríver Campeón 1947, bien empilchados festejando en el cabarute Marabú. Di Stéfano en el contrabajo |
Cumpliste el sueño. Cuando te preguntaban -en cualquier época- cuáles eran los mejores jugadores de mundo, respondías:
- Muñoz, Moreno, Pedernera, Labruna y Loustau
Y, ¿usted?
- En el banco de suplentes
Ese Ríver Campeón 1947: jugó 30 partidos y metió ¡noventa goles!, solo perdió cuatro, todos de local (con Boca 0-2, con Independiente 0-1, Huracán 2-3 y Tigre 2-3) y empató cuatro. Le convirtieron 37 goles
Con barrio -tu Barracas- en el alma y en las piernas, no entendías el fútbol sin pasión, incluso bronca.
Se cuenta que en la temporada 96-97 de tu segundo club querido, el Real de Madrid, te sacaba de quicio la frialdad, la falta de entrega de Clarence Seedorf que quería la pelota al pie. Relatan que al acabar los partidos, bajabas de la platea, esperabas la salida de los jugadores y poniéndote detrás del holandés le cantabas:
Esta tarde vi llover, vi gente correr, y no estabas tú...
Dicen que Seedorf te miraba desconcertado. Nunca entendió a santo de qué le cantabas a sus espaldas, con cara de nada, sin mirarlo, esos versos tristes.
La gloria para Alfredo Di Stéfano, no cabe duda, fue jugar en el gran River Plate, junto a sus ídolos.
bastadeodio
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