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martes, 4 de diciembre de 2012

Represalias de Israel ¿hasta cuándo?

Mahmud Abbas festejando el ingreso a la ONU
El gobierno israelí está furioso por el reconocimiento ganado en la ONU  por el Estado Palestino. Es un importante triunfo diplomático para este pueblo y una notable derrota de Israel (solo nueve países votaron en contra del ingreso palestino, tres de ellos muy pequeños e ignotos)

Y su furia -como es ya habitual- se transforma fácilmente en una venganza que está siempre dirigida a perjudicar directamente al pueblo palestino, más que a castigar a sus dirigentes, haciéndole aún más difícil su existencia presente y futura. Una desproporción entre ofensas -reales o supuestas- y represalias que ocultan otros objetivos que son inconfesables. Como lo demuestran los recientes ataques combinados por aire, mar y tierra de las fuerzas armadas israelíes a la franja de Gaza que causaron más de 1500 muertos entre la indefensa población civil palestina.

En respuesta al triunfo diplomático palestino el gobierno de Israel amenaza con iniciar la construcción ilegal de más asentamientos en Cisjordania (tres mil nuevas viviendas más una gran urbanización en una zona muy sensible de Jerusalén Este) y, además, ha decidido retener de forma indebida buena parte de la recaudación impositiva realizada en nombre de la autoridad palestina (unos ciento veinte millones de dólares).
No hay que olvidar que cada asentamiento israelí se transforma en una virtual fortaleza con muro y todo, que separa a las familias palestinas, les roba la tierra y el acceso al agua indispensables para la subsistencia, desplaza poblaciones y obstruye de forma permanente las relaciones comunitarias. Pero en el caso de Jerusalén Este el futuro asentamiento tendrá consecuencias aún peores. Basta con observar el siguiente mapa.
(gentileza del diario El País)
La construcción en los aledaños del Jerusalén oriental (conocida como zona E-1, en el mapa) es particularmente grave porque de concretarse -sumado a los asentamientos que ya existen en la zona- partiría prácticamente en dos la Cisjordania palestina separando al norte del sur, aumentando la ya insoportable partición indefinida de este territorio y poniendo una enorme lápida sobre un cada vez más lejano acuerdo de paz fundado en la solución de los dos Estados. El proyecto de asentamiento estratégico no es nuevo y, precisamente, ese es su objetivo. Fue elaborado en los ´90 en el gobierno de Issac Rabin.
Acelerar la expansión de los asentamientos forma parte permanente de la estrategia israelí y también estuvo presente en las amenazas que Israel le hizo llegar a los palestinos durante los días previos a la votación en la ONU pretendiendo que el presidente Mahmud Abbas se echara para atrás. Como era de esperar no surtieron efecto y por eso estas represalias, que seguramente no serán las últimas.

En cuanto a la apropiación indebida del dinero de los impuestos, rompiendo los acuerdos de París, es una actitud dirigida a ahogar a la actual administración, que ya adoptaron -aunque luego levantaron- en 2011 cuando la UNESCO aceptó la incorporación de Palestina.

La administración israelí definitivamente no quiere la paz con los palestinos, no quiere un Estado Palestino independiente, quiere la aniquilación y/o el sometimiento de su pueblo y, por supuesto, todo aquello que apunte en la dirección contraria es considerado un desafío a "su seguridad" que exige una respuesta inmediata. En este caso no hay ninguna "amenaza terrorista" directa ni indirecta pero poco importa, es solo una excusa.

Su objetivo con estas acciones es doble, por una parte, sabotear la posibilidad de una eventual aunque lejana reapertura de las negociaciones de paz en un contexto internacional que, a raíz de su actitud intransigente y belicosa, se le vuelve cada vez más difícil.
Por otra parte busca provocar la reacción palestina aumentando la presión material sobre ellos y, a la vez, enviar con claridad al mundo el mensaje de que no está dispuesta a dar ningún paso hacia la paz, no ya en condiciones de una hipotética igualdad de trato que sería de hecho imposible en las actuales circunstancias de ocupación, sino tan siquiera con una autoridad palestina fortalecida por el reciente éxito diplomático.

Quitarle la carta de triunfo a los palestinos y debilitar su confianza es el objetivo principal.

Por supuesto que estas reacciones inmediatas -profundamente inmorales e irritantes- del Estado de Israel -luego de los 138 votos a favor de Palestina y solo nueve en contra- no han caído públicamente nada bien en Europa e incluso en el gobierno de Obama. Pero esto parece no importarles, son muchas las veces que estos países han protestado y criticado durante un tiempo, pero al final no ha pasado nada y se han salido con la suya. Creen, posiblemente con razón, que esta vez no será diferente. En todo caso están dispuestos a pagar unos costos que creen serán menores y más que nada simbólicos (como, por ejemplo, las abstenciones de Alemania -su gran aliado europeo- y del Reino Unido en la votación) ya que suponen que el fastidio declarado no se transformará en sanciones.

Lamentablemente hay un solo lenguaje que Israel practica a diario y es el de la fuerza y la imposición. Mientras la comunidad internacional no se plantee llevar adelante duras sanciones económicas y políticas contra el Estado de Israel -las que todavía se rechazan implícita y explícitamente- éste no se verá obligado a cambiar de actitud, no habrá una posibilidad real para la paz y el genocidio del pueblo palestino continuará.

En tanto el gobierno de EEUU reitere expresiones tibias como las recientes de Hillary Clinton quien reafirmó que su país está del lado de Israel aunque le reclame un cambio de actitud, las cosas no van a cambiar. No con una de cal y otra de arena. Así no va.
Mientras algunos gobiernos europeos -solo cinco, Francia, Reino Unido y España, entre ellos- se limiten a llamar a los embajadores de Israel para hacerles conocer su "enojo", tampoco va a pasar mucho. Hollande, por caso, advirtió que no estaba entre sus alternativas el aplicar sanciones a Israel. Esos dobles mensajes son los habituales. Así lo entiende el gobierno de Israel.

El primer ministro, Benjamín Netanyahu, dejó las cosas bien claras para propios y extraños: anunció con la soberbia habitual que Israel piensa hacer caso omiso a las advertencias que vengan de fuera, incluidas las procedentes de Washington. “La respuesta al ataque al sionismo y al Estado de Israel debe (consistir en) reforzar y enfatizar la implementación del plan de asentamientos en todas las zonas en las que decida el Gobierno”. Uno tiene derecho a preguntarse en este caso de qué ataque habla Netanyahu, ¿tal vez se refiere a la decisión de la ONU?, es muy posible, pero sería demasiada confusión.

bastadeodio                                                                   

5 comentarios:

  1. ¿Hasta cuándo?, hasta que tengan una derrota (o casi) militar.
    Devolvieron el Sinaí por buenitos?, por entender la necesidad de la paz con Egipto?, o por el cagadón (y cagazo consecuente) de la guerra del Iom Kippur en octubre del 73?
    Una lacra como el netanyahu éste y sus SS, lo único que entenderían es un Stalingrado, un Kursk, muchas bajas muchas, tal vez si atacan Irán se den el gusto, los persas no son los poquita cosa que ellos creen.

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  2. El nuevo nazismo se burla de la legalidad internacional y es el principal enemigo de la paz en el mundo

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  3. "Hasta cuando"? Hasta mientras sigan portando el revólver mas grande. Casi que un "hasta siempre". Desesperanzador, pero al menos ir limitándoles la perversidad al menos formalmente deja mensaje. Quizás futuras generaciones los vayan superando. Una cuestión de humanismo superador o el abismo para la especie.

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  4. que hijos de puta! Y hoy los republicanos tildaban de "antisemita" a Correa cuando denunciaba eso! Profe, se viene el coctail de fin de año, eh? Ya nos comunicaremos a esos efectos. abrazo

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