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domingo, 29 de julio de 2012

Rebelión Tuareg en Mali

Introducción:

En la escuela argentina no nos enseñan nada del África y muy poco de América Latina. Mucho más de Europa. Conocemos su geografía, su historia y sus costumbres como si todos viniésemos de allí o nuestros hijos estuviesen destinados a volver algún día. Es absurdo y contraproducente. El asunto es que África no está presente en nuestro pensamiento más que como un lugar exótico lleno de negros y de animales salvajes. Atrasado.
Es claro que lo que atrasa, en todo caso, no son ellos sino nuestra educación y la ideología que la ilumina.

Mi interés por Mali se originó de grande y por la música. Mali es el país de origen de un notable número de grandes y originales músicos como Toumani Diabaté y Alí Farka Touré,  a través de ellos y de otros músicos occidentales como Ry Cooder y Cassandra Wilson, conocí de la existencia de Tombuctú y de la riquísima tradición cultural y musical maliense. La potencia evocadora de la música y la extraña belleza de las antiguas construcciones hechas de adobe -extraordinario material- la rodearon en mi percepción de un halo de misterio y encanto particular. Sin embargo la realidad actual en la que transcurre la vida de éstas comunidades lamentablemente se aleja mucho de cualquier visión de este tipo.

Con solo mirar el mapa de África se puede apreciar lo artificial de las divisiones políticas existentes, este es un hecho conocido y una clara herencia del pasado colonial que no respetó las pertenencias étnicas y culturales de los pueblos originarios y trazó las fronteras políticas con tiralíneas teniendo en cuenta solo sus intereses como metrópolis.
Sus consecuencias a largo plazo no son solo formales, su existencia fue y es fuente permanente de conflictos reales y potenciales entre los países del continente.
A esta condición de origen y fuente estructural de inestabilidad se le unen otros factores concurrentes, uno de ellos es la pobreza y la endémica escasez alimentaria, muy sensible a la presencia de malas condiciones climáticas y a la especulación mercantilista y el otro, la presencia permanente de los intereses de las ex metrópolis europeas y recientemente de los EEUU dirigida a asegurarse el acceso a los ingentes recursos naturales existentes (principalmente petróleo pero también, minerales básicos, metales y piedras preciosas).

En la actualidad esa presencia no se da bajo la forma de ejércitos de ocupación, como lo era en el pasado, sino que está mediada por las empresas dedicadas a la explotación de esos recursos y por los organismos internacionales (OTAN, NU, TPI, etcétera) que le sirven de cobertura política a la intervención. Desde luego que el tráfico ilegal de armas, de personas y, en ocasiones, de drogas y de otros recursos valiosos como los metales preciosos, no es ajeno a éstas situaciones, sino bastante común. Tampoco hay que olvidar la persistencia de una mucho más sutil dominación ideológica sobre las capas de dirigentes locales ejercidas por las ex metrópolis.
Sin temor a exagerar se puede decir que por el efecto combinado de estos factores, buena parte del continente vive al borde de la catástrofe alimentaria y humanitaria a la que la conducen las hambrunas y guerras que la asolan. Porque también África es uno de los escenarios donde las potencias occidentales, principalmente los EEUU, libran su lucha contra el llamado "terrorismo internacional".
Esa suma de intereses externos e internos hacen de ese escenario de conflictos uno particularmente complejo de dilucidar.

La república de Mali es uno de esos países cuyas fronteras fueron trazadas en la época colonial en algún escritorio donde se decidió el reparto territorial. Es un país sin costas oceánicas de una extensión territorial considerable (1,2 millones de Km2) pero que en su mayoría es desértica (forma parte de la muy extensa África subsahariana o Sahel), limita al oeste con Mauritania, al norte con Argelia, al este con Nigeria y al sur con Burkina Faso, Guinea y Costa de Marfil.

El 90% de su población se concentra al sur del gran río Níger que la atraviesa de este a oeste creando una fértil región apta para el cultivo y la ganadería. Su capital es Bamako. El inmenso territorio ubicado al norte del gran río está  pobremente habitado con la excepción de algunas ciudades que en ningún caso superan los 50 mil habitantes. Entre éstas hay tres ciudades muy antiguas -pertenecientes al medioeval imperio maliense existente en la región entre los siglos XIII y XVI mucho tiempo antes de la llegada de los europeos- que son la mítica Tombuctú, la ciudad de Gao a orillas de Níger y Kidal en el norte desértico. Estas tres ciudades dan nombre a los tres distritos o provincias en las que se subdivide esta región. Como testimonio de ese gran pasado quedan las únicas grandes edificaciones (Palacios, mezquitas y tumbas) hechas de adobe existentes en la actualidad, algunas de ellas, como la mezquita de Djenné, fueron declaradas por la UNESCO Patrimonio Cultural de la Humanidad.
La gran mayoría de la población de Mali es musulmana, practicante de un islamismo de raíz sunita caracterizado por su misticismo y tolerancia en la línea de la tradición Sufí. Existen una minoría cristiana y otra musulmana de raíz Salafista presente especialmente entre la población Tuareg del norte del país los que practican un islamismo más radical, al punto de considerar infieles o herejes a todos aquellos, sean o no musulmanes, que no compartan su particular lectura del Corán.

La Nación Islamica del Azawad:

Ancestralmente, la etnia tuareg se extiende en el Sahel abarcando parte de los actuales territorios de Mauritania, Argelia, Mali, Nigeria y Chad, como recordatorio de lo artificial de los límites coloniales. Las fronteras entre estos países son sumamente permeables y el tráfico de personas y bienes está integrada a la forma de vida esencialmente nómada de sus habitantes también conocidos como los "hombres azules" debido al color índigo de sus vestimentas tradicionales. En Mali los tuareg son aproximadamente medio millón de personas, lo que equivale a algo menos del 4% de la población total del país, pero suponen gran parte del total de la población tuareg en la región. Las rebeliones tuareg no son nuevas, pero las actuales están fuertemente condicionadas por las acciones llevadas a cabo por europeos y norteamericanos en Libia y que condujeron al derrocamiento y asesinato de Muammar Al Gadafi. La coalición de fuerzas anti Gadafi recibió ingentes cantidades de armamento por parte de la coalición occidental y, además, luego del triunfo de la rebelión, estas fuerzas, tanto rebeldes como del ejército regular libio -entre las que había un número importante de tuaregs- tuvieron acceso a los armamentos acumulados por el gobierno libio, entre ellos sofisticados misiles tierra aire. Estas armas cayeron en manos de islamistas radicales asociados de alguna manera a Al Qaeda.
Suena extraño, pero el gran enemigo de los EEUU surgido de los atentados de la Torres Gemelas y antes aliado frente a los rusos en Afganistán, que es la organización islámica dirigida por el asesinado Bin Laden y financiada por otro gran aliado de los EEUU que es Arabia Saudita participó de la alianza anti Gadafi. Para los libios y egipcios el islamismo radical es visto como un problema y Al Qaeda no es bienvenida en su territorio. Lo mismo sucede en Argelia y Marruecos.
Pero Al Qaeda tiene los recursos materiales, los conocimientos y la organización que le permiten desplazarse en la geografía aprovechando los conflictos existentes y la zona del Sahel no es una excepción, explotan las contradicciones existentes y hallan aliados mediante los cuales hacer valer su influencia.
La presencia de combatientes tuaregs entrenados en el combate en Libia y de ingentes cantidades de armamento moderno cambiaron la ecuación militar en la zona y los objetivos de los líderes tuaregs que decidieron -a partir de Mali- declarar la independencia de una gran zona que llaman Azawad. Estos hechos sirvieron de excusa para el golpe militar que derrocó al presidente Amadou Toumani Touré el 21 de marzo pasado, a solo un mes de las elecciones.
A pesar de usar la rebelión tuareg como razón del golpe de Estado, las fuerzas regulares malíes carecen del poder para controlar efectivamente el territorio.

Lo que se está viendo es la confluencia de una sumatoria de factores que están transformando al Sahel en una zona de gran inestabilidad con la perspectiva de la intervención, aunque ésta sea mediada, de las grandes potencias occidentales al estilo de la practicada en Libia pero en este caso con la excusa de la presencia del terrorismo islámico. Al parecer siempre hay escusas, puede ser la supuesta presencia de una dictadura -como en los casos de Libia, Egipto o Siria- o del riesgo de que el país caiga en manos del terrorismo islámico y de sus violaciones de los DDHH. Desde luego que en lo que hace a las violaciones de estos derechos los supuestos libertadores no son menos violadores que aquellos a los que dicen combatir.

La que sufre en el caso de Mali de manera inmediata esta inestabilidad es una población cercana a los cuatro millones de habitantes de los cuales casi 400 mil ya han debido abandonarla por causa de los combates y de la carencia alimentaria. Algunos se han refugiado en los países limítrofes, Mauritania y Argelia y otros han migrado internamente a la región de Bamako, pero los campos de refugiados no son alternativa, a la larga o la corta se transforman en infiernos, sobre todo porque la recepción de la ayuda, originada principalmente en Europa, se ve dificultada por el accionar de los grupos radicales que secuestran occidentales para pedir cuantiosos rescates y por la propia crisis económica en la que se halla inmerso el continente.

Mercado de Djenné, detrás la Mezquita
Lo cierto es que en Mali, el Movimiento Nacional de Liberación de Azawad (MNLA) parece haber sido utilizado y superado por organizaciones islamistas radicales que están imponiendo su ley en la amplia zona semidesértica que abarca dos tercios del territorio de Mali. Principalmente son los grupos Ansar al Din (AD) y el Movimiento por la Unicidad y la Yihad en África Occidental (MUYAO) este último aparentemente asociado a Al Qaeda del Magreb Islámico (AQMI). Son grupos no muy numerosos de combatientes. Ansar Al Din que se formó muy recientemente, está compuesta principal pero no exclusivamente por miembros de etnia tuareg y origen maliense, según distintas fuentes, entre 500 y 1.000 a inicios de 2012. Son musulmanes salafistas radicalizados y se destacaron, junto con AQMI en la toma de Tombuctú en el pasado mes de abril. Una declaración de su portavoz, Sanda Ould Bouamama, fechada en esa misma ciudad el 7 de junio y publicada en el foro Ansar al Mujahideen, se inicia con una frase que deja poco lugar a dudas: “para Ansar al Din la yihad es el medio de establecer la religión”. Y añade: “Ansar al Din busca unificar a todos los hijos de la umma islámica, árabes y no árabes, negros y blancos, especialmente sobre la tierra de Azawad”.
El MUYAO es una escisión del grupo AQMI compuesta por entre 300 y 500 integrantes aproximadamente, a cuyo concurso se atribuye la toma de Gao por militantes yihadistas hacia finales de marzo o inicios de abril de 2012 y el control efectivo de dicha localidad desde finales de junio. AD reiteró el 8 de junio su objetivo de implantar la sharía en el norte de Mali, pero del modo estricto en que la interpretan. Un objetivo que también ambicionan AQMI y MUYAO.
Al momento actual el acuerdo alcanzado en mayo que unía en la acción a independientistas tuareg con yihadistas parece romperse y ya empezaron a registrarse violentos enfrentamientos entre ambos, que han forzado a los primeros a retirarse de sus posiciones y, de momento, afianzado el control que los segundos ejercen en el norte de Mali.

Tuareg e islamistas acuerdan crear un Estado islámico en el norte de Mali 27/05/2012

Los hechos negativos que más destaca la prensa occidental son la destrucción de lugares considerados santos por la tradición sufí y la imposición de la sharia o ley islámica a la población residente de manera similar a la ocurrida en Afganistán con los talibanes, al punto que se está hablando de Mali como la Afganistán del Sahel.

 
Azawad: ¿El principio del fin de Malí como Estado? (I) 18/06/2012
 
 
 Azawad: ¿El principio del fin de Malí como Estado? (II) 18/06/2012

Entretanto, la máquina de guerra estadounidense se está poniendo en marcha. Noticias muy recientes indican que el mando militar de los Estados Unidos en África (AFRICOM) se mostró dispuesto a prestar asistencia logística para liberar el norte de Mali, ocupado por radicales islámicos, si la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO) les solicita ayuda.

"Estamos preparados para examinar las peticiones para una asistencia logística a la CEDEAO", declaró el jefe del AFRICOM, Carter Ham, citado hoy por la Agencia de Prensa Senegalesa (APS).

La CEDEAO, que agrupa a quince países de la zona, espera la autorización del Gobierno maliense para mandar tropas a fin de respaldar la operación de reconquista de la región septentrional, que proclamó independiente de manera unilateral y que ahora está bajo el control del grupo salafista Ansar Al Din.

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