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Una Patria Justa, Libre y Soberana - 17 de octubre de 1945 - 17 de octubre de 2015 - Día de la Lealtad - Setenta años

domingo, 8 de julio de 2012

INESTABILIDADES

La inestabilidad de los padres afecta su sueño
El prefijo in en castellano significa negación o carencia. Indica la ausencia de una cualidad deseable o positiva que normalmente le sigue al prefijo y que, se afirma, está ausente.

En nuestro lenguaje habitual abundan los in: Inseguridad, aplicado a institucional, política, ciudadana, vial, entre otros.

Inestabilidad aplicado a económica, monetaria, comercial, etcétera.

En general lo que se reclama, aquello que se supone que falta, falta porque alguien, casi siempre -se dice- el gobierno, hace las cosas mal. Se admite que no siempre ni únicamente es así, a veces la causa de la inestabilidad viene de afuera, pero el gobierno, de nuevo, se equivoca en la manera de enfrentarla y, en consecuencia, la incrementa.

Esta forma de proceder tiene una evidente ventaja ya que, hablando en general, libera de toda responsabilidad individual y colectiva a los sectores que la impulsan y la deposita en un conjunto reducido y fácilmente identificable de personas, grupos sociales o instituciones.

Todos sabemos que es una simplificación enorme y que hasta puede ser un engaño en el que hemos caído como sociedad reiteradas veces. Por poner un solo ejemplo, entre muchos posibles, les sugiero pensar en el golpe cívico-militar de marzo del ´76 que derroca a Isabelita. Su justificación estaba en las inestabilidades de todo tipo que nos acosaban, el nuevo gobierno venía a imponer el orden y restaurar las cualidades perdidas por un muy mal gobierno, venía a Reorganizar. Huelga decir que no fue así, sino todo lo contrario, más inestabilidad, bajo un brillante pero efímero barniz de estabilidad fabricado por el régimen y aceptado con agrado por los amigos del poder, entre ellos, los medios de comunicación.
Una vez admitido que la dictadura aumentó las inseguridades de todo tipo, en lugar de eliminarlas, se puede y así ha sucedido, caer en el error de echarle toda la culpa a los uniformados, incluso no a todos ellos, y liberar de culpa a la "sociedad civil". Siempre es cómodo y para algunos muy útil, hallar chivos expiatorios. Nuevamente es un error en el que hemos caído pero que también hemos sabido corregir, el gobierno y las mayorías sociales, luego de muchos años de mirar para otro lado.

En el 2008 estalló la burbuja financiera en Wall Street y la economía mundial se desplomó. Pero los precios de las materias primas y alimentos, en general, subieron de manera espectacular, en parte porque aumentaba su demanda por la incorporación de enormes economías como las de China, Brasil, India y Rusia, al (des)concierto mundial y en parte porque estos commodities se transformaron en reservas de valor para los excedentes financieros y quedaron sujetas a la especulación.

En ese momento tan especial y propicio para el negocio agropecuario, el típico negocio argentino, las "patronales del campo" se negaron a que el Estado les modificase el régimen impositivo y armaron la de San Quintín parando la economía del país, justo en una situación de crisis internacional que generaba una enorme oportunidad. Obtuvieron un apoyo inusitado e irreflexivo. El resultado lo conocemos, una más que brusca caída del PBI y una derrota electoral para el gobierno en las elecciones de 2009, pero que luego no supieron o pudieron capitalizar.

El gobierno, lejos de reaccionar como los opositores esperaban, retroceder para reagruparse, tuvo una actitud agresiva y aplicó justamente las políticas contracíclicas vedadas por la ortodoxia económica. Y le salió más que bien. Reafirmó la primacía del Estado en el orden económico y el crecimiento económico recuperó su senda positiva con rapidez. No es el momento para detenerse en los detalles de esa política que todos conocemos (Estatización de los fondos de jubilación, AUH, incremento de la inversión social y en infraestructura, etcétera) y su coherencia con la etapa iniciada en 2003. En este caso está más que claro que la causa original de la inestabilidad provino de afuera y que fueron las fuerzas internas de oposición al gobierno que la incrementaron hasta convertirla en un verdadero problema. Un enorme costo que pagamos todos y muy poco beneficio para quienes la provocaron.

Para hacerla corta, observemos lo que hoy sucede. La crisis financiera iniciada en el 2008 lejos de aplacarse a tomado una nueva forma mucho más insidiosa y generalizada que afecta seriamente a los países desarrollados. Los EEUU, el país de origen del estallido inicial se está recuperando pero mucho más lentamente de lo esperado, el epicentro de la crisis se ha trasladado a Europa y amenaza con adquirir enormes proporciones. Paralelamente el ritmo de crecimiento de la economía en los países llamados emergentes, como el nuestro o China, ha disminuido *.

Otra vez, como en 2008, estamos frente a grandes inestabilidades económicas de todo tipo que provienen en su mayoría de afuera, es inevitable y el resultado de la mundialización de la economía. La política del gobierno desde el 2003 se sigue centrando en sostener la demanda interna que es la clave probada del crecimiento de nuestra economía y de todas las economías emergentes.

Sostener la demanda interna significa para el gobierno -que es peronista- y por eso y para eso fue electo, sostener el crecimiento del empleo y del poder adquisitivo de los salarios. Para ello hace falta inversión, la que puede provenir de afuera (es de difícil acceso o exige condiciones inaceptables) o del ahorro interno. Depositados en los bancos privados, nacionales y extranjeros, hay cerca de cien mil millones de pesos del ahorro de los argentinos que están sin utilizar para esa finalidad. Los bancos prestan dinero pero a altísimas tasas y a muy corto plazo o ponen condiciones que lo hacen prácticamente inaccesible.
El gobierno pretende que una pequeña fracción de ese dinero, el 5%, sea prestado para inversión productiva a una tasa más baja que las del mercado, un 15%, y a plazos más largos, unos tres años, y que la mitad de ese volumen sea otorgado a Pymes que son las que crean proporcionalmente más empleo. Nuevamente una clara política contracíclica.

Los banqueros que no son arrebatados (aunque si son arrebatadores) no han reaccionado como las "patronales del campo" con la 125, en parte porque no pueden, pero seguramente pondrán todos los palos en la rueda de que dispongan para intentar diluir la medida oficial.
Los medios opositores consideran a la medida, a pesar de que se desprende con toda legalidad de la oportuna modificación de la Carta Orgánica del BCRA aprobada democráticamente en el Congreso, como una indeseable intromisión del Estado en la actividad privada, seguramente, dicen, es el preludio de posibles acciones aún más estatistas, incluidas las nacionalizaciones.

A esto, los más moderados, lo llaman inseguridad jurídica. Dista mucho de serlo. En una sociedad democrática en la que funcionan los poderes legislativo y judicial, es a ellos que les compete fijar lo que es legal y lo que no lo es y, en este caso, como en la mayoría de los casos, la decisión del ejecutivo cumple escrupulosamente con la ley. Simplemente no les gusta o no les conviene que exista un Estado o un BCRA que cumpla con las funciones que cumplen las bancas centrales de los países que ellos admiran. Nuestro caso es, para ellos, diferente, aquí no valen las instituciones que en otros países si lo hacen.

En otras palabras da la impresión que para ciertos sectores minoritarios de la vida nacional solo desaparece la necesidad de utilizar el prefijo in cuando los que mandan son ellos y pueden hacer lo que se les da la gana. Ni siquiera reconocen del todo que cuando eso ha sucedido el resultado han sido un montón de cosas indeseables, claro, no para ellos, que suelen beneficiarse de lo que resulta indeseable para las mayorías.

* Nota: Lo que aquí describo sumariamente lo desarrollaré en un próximo post con mayor detalle.

bastadeodio                                                                       

3 comentarios:

  1. Perfecto. Me interesó esta anécdota contada ayer por Verbitsky: “La semana pasada, mientras la presidente hacía el anuncio público (obligando a los BANCOS PRIVADOS a prestar), Mercedes Marcó del Pont volvió a reunirse con los mismos banqueros. Cuando uno dijo que era una desagradable sorpresa y otro que se sentía violado, la autoridad monetaria le respondió más curiosa que enojada:
    –¿Para qué creían ustedes que reformamos la Carta Orgánica?”.
    Esos son los funcionarios que me gustan.

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    1. Conozco la anécdota y corresponde con el personaje. Basta recordar la interpelación-juicio que le hicieron en el Congreso para aprobarle el pliego, es una mujer muy formada (integró el FIDE dirigido por H.Valle) y con los ovarios bien puestos. Interpreta e implementa perfectamente los lineamientos de Cristina que no son otros que los que ha defendido durante toda su trayectoria con una coherencia bastante rara. Es un cuadro técnico de lujo.
      El BCRA debe ser independiente de los intereses particulares no debe serlo de los intereses de la Nación, ni de la política del Estado, en particular del Ejecutivo que es electo democráticamente para llevar adelante un determinado proyecto. Así sucede en todos los países democráticos. Aquí los banqueros y otros factores de poder están acostumbrados a que bajo la cubierta de la "independencia" el BC no sea el BCRA sino "su" BC.

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  2. Es así Profe, "no les conviene que exista un Estado o un BCRA que cumpla con las funciones que cumplen las bancas centrales de los países que ellos admiran". No hay que darle más vueltas. Sólo les interesa "un país para pocos" ya que ellos quedarían incluidos...

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