Por una Patria Justa, Libre y Soberana

Una Patria Justa, Libre y Soberana - 17 de octubre de 1945 - 17 de octubre de 2015 - Día de la Lealtad - Setenta años

domingo, 18 de marzo de 2012

El Infierno

Confieso que me es muy difícil escribir sobre este tema. Lo es por la mezcla de sentimientos que me provoca.

El próximo sábado, 24 de marzo de 2012 se cumplen 36 años del golpe militar y se han programado numerosos actos y marchas por ese motivo.

También la conmemoración apela a nuestra memoria, a la memoria colectiva y al recuerdo de los miles que fueron masacrados y de la enorme cantidad de daño físico y moral que sufrieron las incontables víctimas de aquel horrendo proceso que se inició aquel 24 de marzo de 1976.

Pero la memoria no existe sin los sentimientos. Ellos son la sustancia de la memoria. La muerte de los sentimientos conlleva la pérdida de la memoria.

Nunca podremos, como sociedad, agradecer lo suficiente a las Madres de la Plaza de Mayo y a las Abuelas todo lo que han luchado por mantener vivos los sentimientos y con ellos la memoria colectiva para que nunca más se repitan hechos de esa naturaleza.

La lucha de las Madres y las Abuelas es un acto de amor, una acción reparadora. Hay que tener mucho odio para verlo de otra manera.
Por eso causa indignación que los responsables en Estocolmo de seleccionar a los galardonados con el Nóbel de la Paz lo hayan elegido a Barack Obama, en lugar de a ellas, para hacerse acreedor a ese premio.
Pero no sorprende, ya se lo habían dado con anterioridad a Henry Kissinger quien fuese el responsable directo del sangriento golpe militar encabezado por Pinochet que derrocó a Allende. El mismo Kissinger que muy poco tiempo después organizare la instalación y posterior coordinación de todas las sangrientas dictaduras en la región sudamericana incluida la nuestra, que recordaremos el próximo sábado.

Hay un capítulo de ese inmenso dolor que es imposible de olvidar porque sus consecuencias directas todavía viven entre nosotros. Y hay personas de carne y hueso que las padecen de manera indecible. Se refiere a los que eran niños en ese entonces.

Una de ellas, entre cientos, es la historia que nos relata María Ramírez, la del medio de tres hermanos, dos varoncitos y ella. Una historia muy, muy fuerte, aún a 35 años de ocurrida.
Sumergirse en ella es como descender al infierno. Así lo califica ella y así es.

El Pequeño Hogar Casa de Belén:

Todavía existe (o lo hacía, por lo menos, hasta mediados del 2011), es un Hogar de la Parroquia de Banfield que depende del Arzobispado de Lomas de Zamora.

Según reza su Facebook: "Muy cerquita aquí en Banfield, actualmente están viviendo 10 niños entre 4 y 10 años.
Este pequeño Hogar que aloja hasta 10 niños en situación de desamparo, pertenece a la Parroquia Sagrada Familia de Banfield. Todo aquello con lo que quieras colaborar, nos haces saber y lo pasamos a retirar. Desde ya muchas gracias."

Pequeño Hogar Casa de Belén
Pueyrredon 1647- (CP) - Banfield - Pcia. Buenos Aires
Tel.: 4242-1374 - Horario: durante el día
Hogar de chicos derivados de los juzgados de niños de Lomas de Zamora.
Atendidos por "padres sustitutos" (una familia residente con hijos).
Pertenece a la Parroquia Sagrada Familia de Nazaret - Banfield
Fuente: la Institución - marzo 2002

Durante la dictadura la jueza de menores de Lomas de Zamora, ya fallecida, Marta Pons, solía derivar allí los menores hijos de los militantes secuestrados o muertos en los operativos militares realizados en las vivienda de la zona.
La casa era regenteada por Manuel, militar él, y Dominga. Pero prefiero dejar paso al testimonio de María.

“Nos despertaban con agua fría a la mañana...nos daban de tomar el mate cocido y un pan con azúcar y manteca y después íbamos a la escuela, pero yo me dormía por lo que había vivido a la noche. A la hora de comer, como el ambiente en la casa era muy tenso porque el viejo Manuel aparecía y siempre tiraba cucharas y se enojaba con algo, yo no comía. No me gustaba la comida y a veces me ponía muy mal y me castigaban. Me hacían ir a comer con los perros. Me sacaban al patio, y ahí comía en el plato de los perros. Era un asco, pero hasta los perros son más humanos que la gente, así que no era tanto el asco que yo sentía en esos momentos.”

“En la madrugada del 14 de marzo de 1977 fue el último abrazo de mi madre cuando estábamos rodeados de militares y las balas entraban por todas partes. Era terrorífico el operativo, las balas no terminaban de tirarnos. Yo tenía 4 años; Carlos, 5 y Mariano, 2. ¿Por qué pasó todo esto? ¿Por qué tuvimos que salir por la ventana de atrás? ¿Por qué vos no? Antes de saltar afuera, nos abrazaste fuerte y largo. No era un abrazo común: era un abrazo de ¡despedida! Me recuerdo de tus últimas palabras: ‘María te quiero’, e igual a mis dos hermanos. Y también la promesa que te hicimos de cuidarnos uno al otro”.

“Caímos en las manos de la jueza Pons, que conscientemente nos hizo desaparecer poniéndonos como NN. Cuando llegamos a la Casa Belén nos bautizaron de nuevo y nos cambiaron el apellido a Maciel. Recibimos el apellido del militar del hogar. Los nuevos padres nos exigían decirles: ‘mamá’ y ‘papá’. Era algo imposible. Pero cuando yo no aguantaba más los golpes, me entregué a llamarlos así: ‘mamá’ y ‘papá’ a Manuel y Dominga”. Les pusieron padrinos militares. “Mi nuevo padrino me llevaba a su trabajo que eran centros clandestinos donde las paredes tenían más sangre que pintura. En una ocasión no me dejaron entrar porque adentro había gente ‘trabajando’. Podía escuchar la música muy fuerte, las ventanas estaban cerradas. Pero mientras esperaba a mi padrino podía diferenciar que en el fondo de la música había gritos de personas. Gritos de dolor. Ese hogar era un infierno, era una cárcel para niños. Ahí estuvimos casi ¡siete años! Eramos ocho NN. ¡Yo me sentía enterrada viva! Porque el trato era inhumano, había falta de cariño y vida.”

"Era un pequeño hogar, chiquito, de once personas. Ahí vivía una familia, Manuel y Dominga con sus tres hijos. Hacia afuera estaba todo bien: cuando nos sacaban a la calle siempre nos peinaban; yo me sentía una muñeca, me vestían muy bien. Después, al regresar, te sacaban todo, y era empezar a limpiar, te pegan y te hacen comer con los perros. Te humillaban tanto que uno no sabía por qué hacían todo eso. ¿De dónde venía ese odio? Hasta que entendés que es por tus padres, para que no salgas como ellos. Esa era la razón."

"Yo tenía una imagen apenas dibujada de mi viejo, porque lo había visitado alguna vez cuando era muy chica en la cárcel. Pero de mi madre no podía decir nada. Ellos me decían: “Tu mamá es una prostituta y hace esto y aquello”. O: “ella no te quiere, te abandonó”. Y yo sabía que todo era mentira. Tenía muchos recuerdos de ella positivos y entendí que me estaban engañando y no quería creer lo que me decían. Ese, al final, fue mi secreto: me dije que nunca iba a decirles que tenía a ella en la memoria. No hablaba, evitaba responderles y si me preguntaban si me acordaba algo de mi madre, les decía que nada. Yo entendí que eso era lo que querían de mí. Y así fue, pero a ella la tenía como a mi ángel: a veces en la soledad, uno puede hablar con alguien y yo pensaba que con ella, de esa manera, podía compartir mucho, porque también estaba prohibido hablar entre nosotros. Había que vivir en silencio. Nadie te pregunta cómo estabas, solamente eran órdenes."

"Siempre que tenían cosas ricas para comer, las cosas dulces, se las comían ellos. Nos daban lo que sobraba. Realmente, desde afuera se veía todo perfecto, pero adentro era un infierno total. Era muy clara la idea que tenían de cómo romper con el interior de cada persona, porque nosotros éramos basura para ellos: a mí me pegaban para que les dijera mamá y papá y al comienzo no quería porque la señora esa era una bruja. Yo tenía cuatro años. Mi mamá era algo hermoso, cariñosa y ésta era totalmente distinta."

"Manuel era un milico. Trabajaba de noche y tenía su ropa militar. La casa era una base operativa durante la noche y de día venían siempre los militares, tenían reuniones en el comedor. Las noches eran momentos terroríficos. Hoy mismo todavía me cuesta dormir por todo eso. Ellos tenían sus reuniones y después pasaban por el dormitorio de las niñas: yo no podía dormir por los abusos sexuales y por el miedo de que nos separen a los tres."

"También el hijo de Manuel tocó a todos los chicos, a mis hermanos y a mí. Toda la parte de sexualidad ahí adentro fue un desastre. También venían los compañeros de Manuel y abusaban. Y Dominga se hacía la tonta, la que no sabía nada, pero después venía y me pegaba porque decía que yo era una puta. Cuando se iban me dejaban una moneda. Y yo decía: “¿Y yo qué voy a hacer con esta moneda? Si me la encuentran, me matan” y tuve que enterrar esa plata para que no la vieran. Esa fue la peor parte. Me obligaban a hacer cosas para que ellos se puedan reír y eso todavía lo estamos sufriendo."

"Volví (a ver el Hogar) hace diez años y lo primero que miré fue la puerta: era la misma. Y lloré. Me dije: “Salí del infierno de esa casa y la puerta era la referencia: he salido de ahí”. Después me fui al gimnasio al que iba siempre, que era parte de un descanso que me hacía como una forma de meditación para aguantar los golpes. Hace un tiempo me dan ganas de volver acá, volver a Quilmes, estudiar arte, español y agarrar esas posibilidades que nunca he tenido acá porque yo no pude estudiar. Me fui analfabeta a los once años. No sabía ni escribir ni leer, era un desastre, porque dormía en la escuela, como no dormía de noche porque me venían a molestar. Me costaba la concentración y, bueno, me dormía de día. No aprendí mucho, solamente lo poco que podía memorizar, pero después fue un quilombo poner el sueco arriba de todo eso, mi padre no sabía que yo no sabía: era una selva."

"Mi tía nos encontró, un grupo de psicólogos empezaron a ir a tratarnos. Ellos estaban preparándonos para el reencuentro con mi padre. Ya eran los tiempos de la democracia. Me acuerdo de la sensación que sentía cuando nos venían a buscar, para mí era una felicidad salir a comer un helado, ir a comer una pizza, ir a jugar o poder ir al parque. Una vez que estaba tan contenta me olvidé de saludar antes de irme, y cuando volví estaban Dominga y Manuel y al entrar me vino la paliza. “¿Por qué no saludás? ¿Ya estás cambiando?”, me decían. Y así empezó. Teníamos un permiso que solicitaban esos psicólogos. Rubén, que era uno de ellos, nos llevaba afuera, al Planetario. Yo nunca había estado ahí. Siempre había estado a no más de dos o tres cuadras. Era mucho ya ir a un parque. Ya te mareaba. Había alguien que te miraba y te preguntaba cómo estabas. Era muy fuerte para mí, “alguien me ve”, decía."

"Ellos estaban preparando el encuentro con mi padre. Cuando lo vimos en el aeropuerto no fue un ¡¡hooooooooola papá!! ni mucho menos: él se quedó muy en shock. Y nosotros, lo mismo: decíamos, “¡qué te vamos a extrañar!”. Fue duro el cambio, a pesar de todo. A mi padre no lo quería. Sentía desconfianza, creía que no era mi padre. Mucho tiempo estuve así, casi quince años. Ahora estamos mejor, se puede entender pero, por Dios, yo decía: “Tanto que me hiciste sufrir, todo esto es tu culpa. Es tu culpa todo lo que he perdido. ¿Tengo que estar agradecida? ¿Estar en otro país? ¿Si acá me siento como un marciano?”.

"No tenía ninguna conexión con ese país y me he sentido así, bastante marciana, durante mucho tiempo. Cuando todavía era chiquita creía que era fea. Me rompían la cara; me decían, “negra”, de todo. Todo el tiempo hubo problemas hasta que a los 17 años me cansé, hice un cambio buscando mi propia vida. Poco a poco algo fue pasando. Yo corro maratón de 42 kilómetros y para mí es una expresión de libertad; es una filosofía, son cuatro horas de no pensar en nada, sólo de mantener el equilibrio. Un poco creo que puedo aplicar eso en la vida, como la parte de tener una visión más o menos justa y de trabajar hacia ese proceso. Eso es lo que quiero hacer también pensando en Argentina."

"Cuando vine anteriormente siempre me he enfermado. Por las secuelas que me vienen, todo lo que he vivido se repite de nuevo. Es como un disco, y yo sólo pienso que es lo que llaman postraumatismo: me quedo traumatizada de nuevo, entonces, no como, no hablo y me enfermo. Y entonces tomo distancia, pero ahora con la psicóloga estoy pasando un momento que es un milagro, porque me di cuenta de que puedo trabajar estando acá: no necesito viajar allá, puedo cambiar y tomar distancia y esa es la nueva tarjeta que en este momento triunfa. También me doy cuenta de que puedo expresarme en español, estar en el presente y no por hablar en español estar en el pasado. La vuelta a la casa también fue una medicina bastante fuerte. La he vivido, tengo los vecinos, he abierto algo social, y esa fue la primera vez que hablé. Y “el Barba” y otros se sorprendieron porque nunca me escucharon hablar. Y ahí me decidí y hablé porque, como varias veces me pusieron un arma y me dijeron: “Si hablás alguna vez, click: te vamos a matar”. Me ponían el arma en la cabeza para demostrarme que era verdad, pero ya atravesé un poco ese miedo."

"Ahí empezó la vida, cuando terminé la carrera de enfermería me compré este anillo, en 2003. Estas cosas tienen algo que es que uno sufre y se enferma y todo esto joroba mucho la mente y la parte de un suicidio se ve venir. Por eso tengo el anillo: porque los demonios son muy fuertes a veces." (Fuente: Página12, 18 de marzo de 2012).

La causa Judicial:

La causa judicial que se sigue por el caso de los hermanos Ramírez no ha avanzado. Recientemente fue derivada del Juez Rafecas a la justicia federal de Lomas. En el expediente se discute de si la causa ha prescripto o por el contrario corresponde a un caso de lesa humanidad y por lo tanto la prescripción no es aplicable.
Increíblemente para algunos funcionarios judiciales tiene peso el hecho de que los autores de los delitos no hayan sido funcionarios públicos (los dueños del Hogar Belén no lo eran). O que el hecho haya sido “aislado” o, por el contrario,  “sistemático”, cuando todos los hechos prueban judicialmente que aún con sus peculiaridades el caso de los hermanos Ramírez se enmarca en un plan sistemático de robo de menores, supresión de la identidad y entrega ilegal de los mismos, en el cual participaron el Estado encarnado en la Junta Militar, la Justicia y organizaciones civiles como la Iglesia Católica e incluso particulares.

La Justicia Federal de Lomas y el fiscal federal Alberto Gentile venían investigando los expedientes del juzgado de Pons, allanaron el Hogar Belén y acumularon ahora la causa de María y sus hermanos, que impulsa como querellante el abogado Luis Valenga. Esa es la línea que también entiende más pertinente la Unidad Fiscal de Coordinación y Seguimiento de causas por violaciones a los derechos humanos durante el terrorismo de Estado de la Procuración:
“Fue muy conveniente que la causa por los delitos sufridos por María Ramírez y sus hermanos se acumulara al expediente de Lomas de Zamora en el que se investigan todos los delitos de apropiación que se habrían cometido con la intervención del Juzgado de Menores Nº 1 de Lomas de Zamora, entonces a cargo de la ya fallecida jueza Pons. Parte importante de esa causa se ciñe a los delitos cometidos en torno del Hogar Casa de Belén. Una investigación que alcance todos los aspectos del contexto ilegal en que ocurrieron los crímenes sufridos por los Ramírez facilitará su prueba y su consideración como crímenes contra la humanidad”.

Más información relevante sobre el tema de la apropiación y demás delitos vinculados a menores durante la dictadura cívico-militar se puede encontrar en:

"La apropiación de menores: entre hechos excepcionales y normalidades admitidas", (Investigación) Recursos Educativos, Educar.

"Héctor Magnetto y su hija adoptada de modo irregular", por Eduardo Anguita, Miradas al Sur.

Libro Informe Conadep "Nunca Más", Capítulo II: Víctimas, Parte A: Niños desaparecidos y embarazadas.

"La jueza entregadora", Por Irina Hauser, Página12, julio 2011

"Robo de bebés: dan detalles de cómo la Justicia era cómplice de la dictadura", Diario La Capital, Rosario, 01-02-2012

"Delia Pons: Una jueza cómplice de la dictadura que murió impune (como tantos otros)", Por Alejandra Dandan, Blog robomenores, 31-01-2012

Quiero insistir en un hecho. El Hogar Casa de Belén dependía de la Parroquia y de su superior eclesiástico el Arzobispado. Que se sepa en ningún momento estos responsables institucionales de cómo eran tratados los niños en ese hogar se preocuparon en verificar las condiciones en las que realmente estaban.

Las complicidades con los crímenes cometidos por la dictadura y las responsabilidades sobre sus secuelas se extienden sin duda a ellos.
Resulta por lo menos cínico e hipócrita que las autoridades de la Iglesia Católica hagan silencio y no tomen medidas para deslindar responsabilidades internas, más allá de las decisiones judiciales.
Pero qué se puede esperar de una institución que protege a pedófilos condenados y les mantiene el carácter sacerdotal con la banal excusa de que "la sentencia no está firme".


bastadeodio                                                             

8 comentarios:

  1. Fui a ver la página de ese Hogar al feisbuc y parece "la casita celestial". Todo lleno de motivos naif; fotitos y comentarios que chorrean dulzura; colores pastel.
    Quedé duro después de leer el post, Profe. Dan ganas de darse una vuelta por la "casita feliz" y...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Lo que me pregunto es quiénes la regenteaban hasta el año pasado, descuento por el tiempo que no podrían ser Manuel y Dominga (en ningún lugar consignan los apellidos, tampoco lo hace Maria, aunque es posible que el de Manuel fuese Maciel).
      La denuncia que hace María sobre ellos es muy grave. La situación, en general, de los menores abandonados o que caen en manos del "patronato" es normalmente dramática. El material que subieron a Educar es realmente bueno y te da una dimensión factual y analítica de la magnitud del problema. Realmente leer el testimonio de María, la autenticidad, la espontaneidad que transmite es un dolor adicional porque revela en que gran medida el daño continúa. Hay que agradecerle que tuviese la valentía de darlo a conocer.

      Eliminar
  2. Terrible Profe, muy duro. Es increíble, pese a las atrocidades que le tocó padecer, la claridad que tiene María en la cabeza. Y esos hijos de mil putas viven todavía?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No lo sé Pibe, no lo sé. Es posible que no, tenían tres hijos que eran más grandes que María, y el mayor abusaba de las niñas y de los niños que allí había, hasta ese punto era el clima habitual de esa casa-infierno, donde los niños a quienes se los había arrancado de sus padres y madres eran abusados por todos, empezando por la hija de mil putas de la jueza que los puso allí.

      Eliminar
  3. Hola mi nombre es Laura. Leí el doloroso testimonio de Maria y coincido en que hay que agradecerle la valentía con la que lo da a conocer. Soy la responsable de la pagina de facebook "Pequeño Hogar Casa de Belen" de donde fueron tomadas las fotos que aparecen en esta nota. Incluso los niños que en ella se ven son mis hijos menores. Junto con mis compañeros de oficina colaboramos con el Hogar desde el año 2010, en algunos arreglos, donamos ropa, mochilas, útiles y festejamos los cumpleaños de los nenes que allí viven. Las fotos y comentarios que pueden verse en la pagina de face tienen que ver con esta actividad a la que un grupo de personas "desinteresadamente" le prestamos nuestro tiempo y posibilidades económicas. Actualmente el Hogar cuenta con un equipo técnico en su dirección y la asistencia de los chicos se encuentra a cargo de 3 operadoras. Todos los menores institucionalizados en este Hogar han atravesado situaciones de extrema violencia o abandono y por ello no pueden convivir con sus familiares. Personalmente es mi interés que cuanto antes pueda solucionarse la situación judicial que atraviesan y que dejen el hogar para terminar de crecer con una familia. Me parece positivo que todos los que leyeron la nota puedan ver que lo que pasó en ese terrible momento de la historia argentina que aún pesa sobre María y también en parte sobre todos nosotros, hoy ya no existe en este Hogar en donde todos los que colaboramos lo hacemos de corazón y privilegiando el interes de esos chicos que allí viven. Muchas gracias.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Laura por el comentario y la aclaración. En el post digo que no tengo más información sobre el Hogar que la que sale en la página del facebook, de modo que tu aporte es importante. Lo que no aclarás (o por lo menos a mí no me queda claro) es si, institucionalmente, sigue dependiendo del arzobispado o no. Es claro que hoy no suceden en ese hogar las cosas que relata María, incluso señalo en una de las respuestas a comentarios que es imposible por una cuestión de tiempo transcurrido que siga regenteado por la misma gente que en esa época. De todas formas sobre el Hogar pesa esa terrible historia y en función de la verdad, la justicia, los sentimientos y la memoria es muy útil para todos y hasta necesario poder hablarlo y reflexionar sobre ello, para que Nunca Más vuelvan a suceder cosas parecidas. Un saludo

      Eliminar
  4. Interesante todo, la historia, los comentarios, la aclaración no aclarada de si sigue dependiendo del Arzobispado, que claro está, así es. Estoy escribiendo una historia sobre niños apropiados y es increíble como la realidad siempre supera la ficción, sobre todo, el espanto. Mis respeto a las víctimas y un gran abrazo para esos niños desolados que guardan en su interior.

    ResponderEliminar