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Una Patria Justa, Libre y Soberana - 17 de octubre de 1945 - 17 de octubre de 2015 - Día de la Lealtad - Setenta años

miércoles, 14 de marzo de 2012

Dilemas

Dilema. (Del latín. dilemma, y este del griego. δíλημμα, de δíς, dos, y λñμμα, premisa). 1. m. Argumento formado de dos proposiciones contrarias disyuntivamente, con tal artificio que, negada o concedida cualquiera de las dos, queda demostrado lo que se intenta probar. 2. m. Duda, disyuntiva. (RAE)

Sin embargo, un dilema es lo que tenía ante sí Hamlet, hiciera lo que hiciera, matar a su tío, el asesino de su padre o tenerse por loco, toda solución era mala en algún aspecto.

Como suele ocurrir con frecuencia las definiciones de la RAE son insatisfactorias, demasiado acartonadas y muestran demasiada resistencia al cambio, a aceptar que la naturaleza propia de una lengua hablada por miles de comunidades diferentes no puede ser sometida a reglas rígidas. Recientemente ha surgido una polémica en torno al carácter sexista de la lengua castellana y su puesta en discusión a partir de una presentación de la RAE reafirmando el uso del masculino, la que quizás hubiese pasado desapercibida por los medios argentinos si no involucrase a expresiones tales como "todas y todos" dicha con frecuencia, casi como fórmula, por nuestra presidenta. Hay un interesante artículo escrito por Sandra Russo y publicado en la contratapa de Página12 del sábado 10 sobre el tema (aquí).

Los dilemas no son solo lógicos, los hay de todo tipo, morales, religiosos, políticos, económicos. Una forma de rebatir un dilema o de mostrar su carácter falaz es señalar la presencia de otras alternativas. No obstante hay un aspecto del uso del término que no está reflejado en la definición del DRAE que sí me interesa retener y es el de disyuntiva entre dos soluciones (o conclusiones) insatisfactorias.

Un dilema está planteado entonces cuando un problema admite más de una solución (estrictamente dos) pero ninguna de ellas es totalmente satisfactoria.

En ningún lado está escrito que los dilemas reales que nos plantea como sociedad el crecimiento con inclusión social -el desarrollo concebido integralmente- sean fáciles de resolver, ni siquiera a nivel intelectual, teórico, no digamos a nivel práctico de la acción política de gobierno o la elaboración de propuestas políticas razonables por parte de la oposición.

Por ello la mirada crítica sobre este conjunto de problemas formado por una parte por los desafíos (o problemas) y por otra por las políticas concretas, requieren de un pensamiento que aborde la complejidad y que está alejado necesariamente de patrones simplificadores del tipo de los presentados por el neoliberalismo el que, como una hidra de cien mil cabezas, adopta en cada situación histórica los discursos que cree más convenientes para lograr sus objetivos.

Una de las características de este pensamiento dominante es su ubicuidad, es muy rígido cuando tiene el poder y muy flexible cuando se trata de recuperarlo. Su éxito deviene en parte de esa ubicuidad. Podemos identificarlo como el pensamiento de la doble vara, de la doble moral y de una ética puesta al servicio de una causa: la conservación y el acrecentamiento del poder político y la influencia social de los sectores sociales privilegiados. Pueden ser éstos tanto países o agrupamientos de ellos, como grupos sociales al interior de cada país.

Ejemplos de esta dinámica los vemos a diario. El papel de los EEUU y la Unión Europea utilizando la OTAN y la ONU como lanza y escudo para extender su dominio sobre las fuentes de petróleo y otros recursos y reforzar su zona de influencia y control político-militar.

O persiguiendo la caída del gobierno autoritario de Siria en aras de una supuesta democratización, pero utilizando para ello a un autoritarismo opuesto o condenando al terrorismo pero, a la vez, permitiendo y ocultando la opresión cotidiana, con su secuela de muertes, dolor e injusticias, que Israel ejerce sobre la población de Palestina que vive en condiciones de gueto.

La Europa actual en conflicto, que es el resultado del fracaso de las corrientes de la izquierda, progresista y "a secas", para hallar una solución a los desafíos que suponía extender el Estado de bienestar al conjunto de los habitantes del continente, sin irritantes e injustas exclusiones, es una muestra cabal de como las ideas y el discurso liberal logran permear a todos los estamentos sociales y políticos, aún los menos pensados, hasta lograr sus objetivos.

La crisis no le llegó a Europa exclusivamente desde fuera, desde el gigante americano y sus hipotecas subprime. Anidó en su interior, en las propias fuerzas que llevan el progreso social y la inclusión como marcas de su ADN. El desajuste, por llamarlo de alguna manera, entre el deber ser y el ser se produce porque estas fuerzas no encontraron en su seno las reflexiones, los argumentos y sobre todo las acciones políticas que las alejaran del abismo al que las conducía la crisis financiera internacional y las exigencias de los bancos.
Ni la previeron, ni hicieron nada para contrarrestarla, se limitaron a dejarse conducir pasivamente al desfiladero.

El problema y el riesgo en el que se encuentran ahora los europeos progresistas y especialmente los trabajadores, es el retorno de un pensamiento de derecha que se creía totalmente agotado y, peor aún, de un giro aún más a la derecha incluyendo en él componentes de xenofobia y de racismo. (para ver más sobre la crisis de la social democracia europea ver una interesante entrevista a Alejandro Rofman publicada por espacio iniciativa, aquí).

Los argentinos (y los latinoamericanos) conocemos bien estos procesos, eufemísticamente llamados "de ajuste" y sus terribles consecuencias sociales pero, a pesar de ello, no estamos libres de tropezar otra vez con la misma piedra.
En varios países de la región se han instalado gobiernos democráticos que, con más que suficiente apoyo popular, bregan cotidianamente por evitarlo y que han sabido aprovechar la mejora en los términos del intercambio comercial con el mundo desarrollado y la suba en los precios de las materias primas y de los productos agropecuarios, para atacar a la vez varios de los problemas encadenados que estrangularon a sus sociedades en la última década del siglo pasado: Deuda externa, desindustrialización y desempleo y pobreza e indigencia.

Y lo han logrado enfrentando a las "recetas" neoliberales, fortaleciendo sus Estados nacionales (ver: "Refundación del Estado en América Latina" de Buenaventura de Sousa Santos, disponible en la web en formato pdf), el intercambio intra regional y la unidad en la estrategia mediante la creación de ámbitos de análisis y discusión, algunos con una historia más larga aunque no exenta de dificultades y otros nuevos y aún en formación que no conocen todavía sus límites (MERCOSUR, UNASUR, CELAC, ALBA). Para más información ver aquí y aquí

Existen fuerzas que pugnan por consolidar estas tendencias pero también otras de signo opuesto que trabajan para debilitarlas.
Los gobiernos -aún de distinto signo político- coinciden en que uno de los elementos fundamentales para consolidar lo logrado en la primera década del siglo XXI, en términos de la reconstrucción de las economías y del tejido social, pasa por fortalecer la unidad regional aunque para ello haya que pagar ciertos costos en su relación con los países centrales que no cejan de presionar en función de sus intereses. Para más información sobre el tema de la unidad latinoamericana se puede ver una interesante entrevista al periodista español Ignacio Ramonet, aquí

En otras palabras, el mundo se ha globalizado y, a la vez, están creciendo en importancia los agrupamientos regionales, pero el viejo esquema centro-perisferia y la dependencia asociada a él no han dejado de existir completamente, solo se ha debilitado y, lo que es más complejo, ha adoptado formas y disfraces novedosos.

Es en este marco que la realidad plantea a los gobiernos de américa latina nuevos desafíos y dilemas, algunos reales, propios del proceso de desarrollo con equidad y otros impuestos desde fuera y en gran medida "falsos" o falaces.

Por ejemplo, el único país de américa que se opone al regreso de Cuba a la OEA son los EEUU, para ello utiliza en lo formal el argumento de que la carta de la organización impide la presencia de un país no democrático. El argumento no deja de causar gracia por su debilidad, nunca se expulsó de su seno a ninguna de las sangrientas dictaduras que asolaron el continente en el siglo pasado. Otro ejemplo de la doble vara de medir.
Dilema: Si el presidente de Colombia, Santos, invita a Cuba a la próxima reunión de Cartagena, como lo exigen varios países del Caribe, EEUU no acudirá y, por supuesto, es probable que tome represalias. Si no se invita a Cuba es posible que los países del ALBA acuerden no asistir. Ninguna de las dos "soluciones" posibles es satisfactoria pero es un dilema impuesto por la recalcitrante política de los EEUU hacia Cuba, con el agravante que se da esta situación en un año electoral norteamericano. Para más información sobre este tema ver aquí.

Otro similar y muy reciente: Si el presidente Piñera cede ante la presión diplomática de los británicos en pro de permitir el atraque de buques con bandera de las Malvinas, corre el riesgo de complicar sus relaciones con la Argentina y con otros países de Sudamérica y debilitar la unidad latinoamericana incipiente, pero si no cede resentirá probablemente sus relaciones estratégicas con los británicos, aunque, en gran medida, éstas formen parte del pasado pero que en Chile aún tiene un peso determinante. Cuál es exactamente el dilema que los visitantes británicos le plantearon al presidente Piñera se desconoce, pero de seguro que las visitas no fueron de cortesía.

Otro dilema, pero en muchos sentidos bien real y que deja muchas áreas problemáticas abiertas a la reflexión, es el que se le presenta al presidente Correa de Ecuador.
El concepto (norma, filosofía, costumbre) de Sumak Kawsay ha sido introducido en la Constitución ecuatoriana de 2008, en referencia a la noción del “vivir bien” o “Buen Vivir” de los pueblos indígenas en conjunto con un nuevo status de la naturaleza (Pachamama) como sujeto de derecho (ver aquí y aquí). Entre nosotros Eugenio Zaffaroni se ha ocupado del tema desde el punto de vista de los nuevos derechos, en este caso, no de las personas sino de los entes no humanos. Dice:

"Desde la tradición griega hasta el presente se cruzan dos posiciones: o bien los humanos somos unos convidados más a participar de la naturaleza o ésta se creó para nuestro habitat y, por ende, disponemos del derecho sobre ella (administradores, propietarios, con diferente intensidad de derechos)".

Allí también hay un dilema (o varios) según nos lo plantea Zaffaroni, pero su tratamiento no lo haré aquí ya que merece una reflexión aparte.

Continuando con el dilema de Correa, ocurre que la mayor parte de la riqueza material de Ecuador está en su subsuelo y el presidente ve como una respuesta ineludible a las demandas del desarrollo con equidad el impulso a la actividad minera incluida la megaminería a cielo abierto.

En este momento los minerales constituyen una reserva de valor para un mundo capitalista en crisis, en consecuencia sus precios han crecido exponencialmente haciendo tentadoras las explotaciones en gran escala. Una escala que demanda una inversión en capital que es inaccesible para las economías de la mayoría de los países de la región. Por lo tanto, estas inversiones provienen de empresas transnacionales que además poseen la tecnología (no muy compleja) y la experiencia requeridas.
El problema que se genera es el deterioro del medio ambiente natural y la agresión a las poblaciones en su salud y modo de vida.
Por un lado, Ecuador, como también Bolivia, que se pueden considerar sociedades mestizas o multiétnicas, incluyen como novedad los derechos de la naturaleza y de los pueblos originarios pero por otro, la necesidad de impulsar el crecimiento que se combina con las demandas de materias primas del mundo desarrollado, pone en tensión a esos mismos derechos. Y no se trata de tensiones teóricas, conceptuales, sino de verdaderos conflictos sociales y políticos.
Nosotros mismos, los argentinos, los estamos experimentando en las provincias mineras cordilleranas, pero en estos dos países han adquirido un nivel de gravedad y de involucramiento social aún no visto por estas latitudes, para ver algo más sobre los conflictos en argentina, aquí.

Es por lo menos sugestivo que en otros países de la región de fuerte tradición minera y compleja composición étnica como Chile y Perú los conflictos no alcancen ni por asomo esta magnitud. Sin pretender plantearla como una hipótesis se puede sospechar que en los casos de Bolivia y Ecuador puede estar dándose una posible intervención de intereses estratégicos ocultos o camuflados de las potencias centrales -principalmente los EEUU- por debilitar a los gobiernos que consideran más conflictivos. Se han hecho denuncias en este sentido que involucran a fundaciones norteamericanas y a ONGs ambientalistas (ver aquí).

Asimismo, es posible advertir que en torno a estos conflictos se manifiestan tendencias contradictorias del capitalismo globalizado. Por un lado, la demanda de materias primas combinada con su agotamiento en los países desarrollados y por otro la tendencia a considerar a los recursos de la región como una reserva estratégica futura.
Es en este contexto en el que las tradiciones de los pueblos originarios en relación al mundo natural y su conservación se cruzan con las demandas de los grupos ecologistas también, como el capital, internacionalizados bajo la forma de fundaciones u ONGs, pero entrenados en la defensa del medio ambiente en los países desarrollados.

Las comunidades indígenas afectadas de hecho o potencialmente por las mega explotaciones mineras se ven apoyadas y hasta cierto punto conducidas por estas ONGs cuyos intereses no siempre son coincidentes con los de las propias comunidades y desde luego son opuestos a las políticas que se impulsan desde los Estados en reconstrucción.

Deslindar intereses y responsabilidades y tomar decisiones correctas en este contexto presenta numerosos dilemas. Algunos reales y otros falsos. No puede haber un dilema verdadero entre la eliminación de la pobreza (y el crecimiento económico con equidad) y el cuidado del medio ambiente. Tiene que existir un punto de conciliación. No es posible el crecimiento sin aceptar algún nivel de impacto ambiental. Pero los mega emprendimientos dirigidos por las empresas internacionales denunciadas por contaminar en sus países de origen deben necesariamente ser controlados y limitados -si es necesario- con decisión. Ello exige un Estado fuerte capaz de negociar con las empresas ávidas de ganancias mejores condiciones económicas y de cuidado ambiental. Quizás como indica el Ing. Martínez la estrategia correcta a mediano plazo para resolver el dilema planteado entre la minería y el medio ambiente sea la del desarrollo de emprendimientos mineros de tamaño intermedio que extraigan el mineral y lo refinen en el país. Siendo el ideal la integración completa de la cadena de valor que conduce hasta el producto final en la cual el metal o elemento extraído es incorporado, para que todo el trabajo y la riqueza se queden en el país (ver aquí).

Está visto que las empresas trabajando sin control reproducen las peores formas del antiguo colonialismo del siglo XIX pero en el contexto del siglo XXI, una situación claramente inadmisible pero favorecida sin limitaciones por el neoliberalismo de los ´90 que dejó armado todo un entramado legal junto con la presencia de Estados débiles que hicieron de ello algo posible.

bastadeodio                                                           

4 comentarios:

  1. Excelente análisis y reflexión, Profe, para separar y volver a leer, de colección, gracias por el trabajo realizado y por compartirlo generosamente, abrazo

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  2. Qué post Profe!!!!!!!
    Cualquier comentario que se quiera hacer, queda “chico”!
    Sólo van “mis estados” durante la lectura.
    Confieso: Por características personales, me costó salir de los primeros párrafos… Cuando lo logré, fue un placer seguir “tu hilo”
    Aprendí: Que Ramonet es español, estaba convencida que era francés!!!!!
    Confirmé: El argumento que Cuba no es un país democrático, es la muletilla de todas las derechas que tienen como ejemplo de democracia el centro del imperio –en decadencia.
    Ratifico mi postura: Una vez, hace mucho, comenté en uno de tus post, el rechazo visceral que tengo por EEUU. (y… peronista tengo que ser!!!!)
    Pienso: Imagino en Piñera al “Judas de América Latina”

    Un abrazo y gracias por “mover mis neuronas” ya que después de leer “Dilemas” estoy esperando el post “Conflictos” o “¿Cómo se hace para salir de esto?” (escribilo que sos un Maestro!!!!)

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    1. Ignacio Ramonet es de Pontevedra, nació en 1943, lo que sucede es que desde hace mucho vive en Francia y es el director de Le Monde en español. Yo no soy tan duro con Piñera, ojalá que te equivoques, por el bien de todos. Un abrazo Hilda y gracias.

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