A 56 años del genocidio de Plaza de Mayo

Breccia

Yo era un pibe de 9 años y con mi hermanita de 5 estábamos impresionados, asustados, por las noticias y los estruendos que escuchábamos o creíamos escuchar. Subimos a la terraza de nuestra casa de Flores y desde ella se veían pasar alto y velozmente en grupos de dos o tres a los Gloster Meteor de la aviación naval. Para mi era igual que en las películas de guerra. Creíamos ver a lo lejos elevarse negras columnas de humo. Todos estos recuerdos en parte son borrosos. Sabíamos por los mayores y por lo que escuchábamos en la radio que se estaba bombardeando la Plaza de Mayo y que lo que buscaban era matar al General Perón. Mi abuelo materno en particular, peronista él, estaba entre indignado y preocupado e iba de la radio a la terraza. El resto de la familia se había vuelto para ese tiempo contrera el único que yo veía resistir era a mi abuelo, criollo, con el que tocábamos juntos la guitarra. Recuerdo que después me llevaron a ver los destrozos causados por las bombas y la metralla en la Plaza, en los edificios y sus inmediaciones.
Pero también me llevaron a ver la catedral y alguna de las Iglesias quemadas. Todo era muy triste. Recuerdo todavia el fuerte olor a quemado, la suciedad por todos lados y los destrozos.
Durante años no podía evitar mirar los impactos de los proyectiles de gran calibre de las ametralladoras de los aviones que todavía persistían en las paredes del Ministerio de Economía sobre el frente y sobre el costado de Paseo Colón. Tantos años estuvieron allí que yo ya era estudiante de ingeniería (eran los comienzos de los ´70s) y todavía estaban como un recordatorio de lo que las bestias eran capaces de hacer. No recuerdo cuando ni quién decidió tapar con cemento gris las heridas, siempre las vi así, hechas en el mármol marrón del lujoso edificio.
Conversando con Laura mi mujer que tenía en ese entonces casi la misma edad de mi hermana pero vivía en San Juan y Chacabuco, solo a doce cuadras de la Plaza, me dice que se acuerda que agarró la jaulita de sus pajaritos, puso a su tortuguita en una caja de zapatos y corrió con los papis al subte para irse a la casa de la abuela que estaba bastante alejada. Mi mujer no recuerda nada de las explosiones o del estruendo de los aviones, ni de la excitación que la rodeaba. Sin duda a esa edad el olvido es una forma de protección frente a una impresión que te supera. Difícil para unos pibes comprender la magnitud de lo que había sucedido.

La Guernica Argentina - Aníbal Cedrón

Aún hoy causa horror sumergirse en los relatos, los detalles de lo que fue una salvajada inhumana comparable al bombardeo de Guernica por la Luftwaffe de Hitler. Hay entre ambos hechos muchos puntos en común, ambos son mensajes de lo que esas fuerzas eran capaces de hacer, ambos también fueron ensayos y bautismos de fuego. La diferencia que convierte al bombardeo de Plaza de Mayo en un horror de mayor magnitud es que se trata de una fuerza aérea, de una fuerza militar que dispara contra su propio pueblo desarmado. Y es ahí donde reside la fuerza del mensaje de los asesinos genocidas detrás del emblema del Cristo Vence. Perón como estadista que era entendió bien el mensaje y percibió con claridad cual debía ser el final, su alejamiento del poder de la forma menos cruenta posible. La conjura cívico-militar era demasiado poderosa, tenía fuertes apoyos en las potencias de aquel entonces, Inglaterra y EEUU. Mantener los logros impresionantes alcanzados por su gobierno significaba armar a los trabajadores y enfrentar una guerra civil con muy pocas probabilidades de éxito y un enorme costo. Perón como militar nacional que era no podía asumir tamaña responsabilidad, quizás hasta pensó que era posible alguna forma de diálogo, de conciliación. Imposible. Pocos meses después se completó el golpe y Perón debió partir al exilio. Todas las conquistas de los trabajadores, su participación en la riqueza nacional, su agremiación, hasta su identidad peronista todo fue desarmado usando la violencia que fuese necesaria y más aún. La Argentina volvió a ser desde el punto de vista del poder el paraíso agroexportador y rentístico en manos de unas pocas familias "patricias" pero con un cambio importante. Perón había dejado un país distinto al de los años 30, con una numerosa clase obrera, con industrias livianas y pesadas orientadas a la sustitución de importaciones. Acero, Metalmecánica, Petroleo y Gas. Una Argentina más compleja y más rica, que traería nuevos desafíos y nuevos problemas.

Como para dar testimonio de esa continuidad del enfrentamiento estratégico entre lo que desde el movimiento peronista de la resistencia se denominaba "la oligarquía" y que representaba una sociedad desigual y clasista por un lado y las conquistas de los trabajadores, por el otro, como expresión de una sociedad más inclusiva e igualitaria. Varios de los individuos que como militares o comandos civiles participaron de los sucesos del 16 de junio de 1955 reaparecerían en los sucesivos golpes de estado y en los gobiernos que de ellos emergieron. Su objetivo siempre es el mismo ponerle límites a la organización y a los reclamos de los trabajadores. Reclamos que se apoyan en una memoria y en una identidad que mal que le pese a muchos, tanto de derecha como de izquierda, es la identidad Peronista.
Recordar el 16 de Junio, rendir homenaje a los caídos, incluye también renovar la confianza y el compromiso en el triunfo final del Proyecto Nacional y Popular iniciado por Perón y Evita.