En una entrevista aparecida en Tiempo Argentino, Raúl Zaffaroni se pronuncia sobre la denuncia realizada en contra de la presidenta, del gobierno y de la mayoría parlamentaria oficialista por el fiscal Nisman de la causa AMIA. Una frase de la misma -que sirve de título- es por demás elocuente:
"En un sector de la justicia están usando un gas psicotizante".
–¿Cree que hay una guerra de intereses dentro del Poder Judicial?
–No sé si hay guerra de intereses o qué. Si la hay creo que están usando algún gas psicotizante que afecta a algún sector minoritario de la justicia. No hay una "judicialización de la política", porque eso es otra cosa: la hay cuando la política quiere usar a la justicia y de eso sabemos desde hace mucho. Aquí hay una "partidización de la justicia", es la justicia la que se mete en la política, y eso es nuevo y efecto del gas psicotizante.
–¿Cuáles son las consecuencias?
–No sé hasta dónde puede llegar ni puedo prever las escaramuzas de esto, pero sí sé cuál va a ser el resultado final si no se bajan los decibeles y se entra en razón. El resultado final va a ser un desastre para toda la justicia. Si como resultado de una actitud psicótica minoritaria, el público llega a la conclusión de que en toda la justicia (porque no se distingue y el baldón cae sobre todos) no es más que un juego de poder, lamentablemente el descrédito va a ser mayúsculo y muy difícil de superar.
Las respuestas de Zaffaroni son precisas y de puro sentido común y
realismo. Sin embargo el fondo del problema no se encuentra en Nisman
que es un mandado de poca monta, ni tampoco -aunque esto sea
institucionalmente más grave- en un grupo minoritario de la justicia que
se ha "partidizado" o "vuelto loco".
El problema de fondo al que nos enfrentamos es que, por una parte,
hay sectores del poder económico en la sociedad nacional y fuera de ella
(el propio Nisman con sus "relaciones particulares" con la embajada de los EEUU, lo deja en claro) para los cuales un gobierno que pretende gobernar e intervenir en
los negocios para limitar los excesos, cambiar la estructura de la
distribución de la riqueza o tener una política internacional no subordinada, es un obstáculo a eliminar.
Por otra parte hay buena
parte de los partidos políticos que difícilmente puedan acceder al
poder mediante el voto popular.
Operando en conjunto ambos grupos de intereses han intentado
reiteradas veces inducir un caos económico buscando repetir
experiencias del pasado y, sin embargo, han fracasado.
Han denunciado con abundante
apoyo mediático y escasas pruebas una supuesta corrupción gubernamental y
han ocultado una corrupción empresaria y política sobre la cual hay
pruebas contundentes.
A juzgar por las mediciones de diversos encuestadores el apoyo al gobierno y a Cristina Fernández
es notablemente alto para un ejecutivo que termina su mandato, también han fracasado en esto, no están frente a un "pato rengo" sino frente a un gobierno y un partido, el FPV, con sus potencialidades intactas.
Ante estos fracasos y la perspectiva
cierta de un nuevo desastre electoral han perdido la poca compostura
republicana que aún les quedaba y han decidido hacer entrar a "la
cancha" como jugadores a sus jueces comprados o complacientes. La "locura" a la que alude Zaffaroni consiste en un abandono de su rol constitucional de garantes del equilibrio de poderes e intereses y la objetividad en el juzgamiento de las causas.
La utilización de jueces y fiscales amigos con una clara intencionalidad política o económica es una maniobra que no es nueva. Mediante ella han logrado obstaculizar buena parte de las iniciativas legislativas del gobierno y obtener importantes privilegios económicos.
Lo
que es nuevo es la magnitud del intento, ya que lo que pretenden
producir es un grave conflicto de poderes y poner en riesgo el
funcionamiento institucional en un año electoral creando un clima de
incertidumbre y hasta de miedo por el futuro en buena parte de la
población.
Pretenden que de esa situación creada se derive una mejor
oportunidad electoral para su o sus candidatos.
El "partido judicial" no
es un partido en el sentido tradicional, no los caracteriza ser afiliados
o simpatizantes de la UCR, del PRO, o del Socialismo, son partidarios
del partido del poder en las sombras con vínculos explícitos con el
poder económico global, el que tiene dirigentes pero no candidatos
propios, y solo designa gerentes a los cuales enviste
-circunstancialmente- como candidatos en una gran mascarada de carácter
global y nacional dirigida a manipular y torcer la voluntad democrática
de la población.
Yo diría que frente a esta maniobra solo cabe -por
parte del gobierno y de la población- tenerla en claro, no dejarse
conquistar por el miedo y enfrentarla en todos los terrenos en que se
manifieste. No existe en la actualidad la posibilidad de conciliación de
intereses entre estos sectores que se consideran el verdadero poder
permanente y los intereses populares. Mil fotos en apariencia amables no
harán cambiar esta historia, solo sirven para confundir.
El partido que estamos jugando, con los árbitros dentro de la cancha haciendo zancadillas y golpeando arteramente a los jugadores de un bando, "inclinando la cancha", es un partido entre la democracia, la libertad y la justicia y contra una banda de malandras dispuestos a utilizar cualquier medio para alcanzar sus fines. Así actúan los malandras, los que atentan contra la belleza y el sentido del juego comprando a los árbitros y arreglando los partidos.
Ya se les ha podido ganar y más de una vez. El límite que no están en condiciones de ignorar en este momento histórico, es la voluntad popular expresada con claridad en las urnas eligiendo dirigentes que tengan lo necesario para enfrentarlos.
bastadeodio
Estimo que uno de los factores que ha contribuido a los cambios operados en nuestro país - y no me estoy refiriendo a los de índole meramente económica o financiera - además de la imprescindible VOLUNTAD POLITICA para instrumentar volantazos, ha sido EL TIEMPO. El lapso transcurrido desde el 25 de Mayo de 2003. No han sido meramente las tres décadas de regímenes elegidos democráticamente. De ser así, hubiéramos verificado notables mejoras, además de la desmilicación del aire. Y eso no sucedió. Por ello, tras veinte años de esa especial democracia vernácula, nos encontramos con el tujes mirando al norte clamando porque se fueran todos, desempleados, pauperizados, sin esperanzas, sin presente ni futuro. Parece que en esa época de principios de siglo en el mundo "no se nos cagaron de risa". Simplemente, nos ignoraron, como a un témpano inerte que había sido arrastrado rumbo a las cataratas del fin del mundo.
ResponderEliminarPor eso es necesario proseguir con estos casi doce años de resurrección. Por eso las cautelares cómplices de este poder judicial que también reniega de cualquier tentativa de democratizarlo, de verdad. Por eso es preciso que los nuevos códigos que regularán nuestras vidas entren en vigencia, se ajusten, se adecuen, se afinen, pero QUE RIJAN. Y que ningún trasnochado derogador tenga oportunidad de dar manotazos para volver la cosas al estado en que se encontraban. Tiempo. Y por supuesto, MEMORIA, ese atributo maravilloso, el mejor GPS que podríamos usar en nuestra futura trayectoria que, espero, siga orientada en la misma dirección el mismo sentido.
Abrazo.