“Que las autoridades hayan librado una dura guerra contra la subversión y procuren mantener la paz social son hechos unánimemente reconocidos. No sería justo erigirnos a nuestra vez en censores de una tarea que sabemos intrincada y de la que somos beneficiarios. Pero eso ya no justifica que a los honrados sobrevivientes del caos se nos encierre en una escuela de monjas preconciliares, amenazados de caer en penitencia en cualquier momento y sin saber bien por qué.”
"...Quienes desempeñan la peliaguda misión de gobernarnos, así como desterraron -y agradecemos- aquellas metralletas que nos apuntaban por doquier en razón de bien atendibles medidas de seguridad, deberían aliviar ya la cuarentena que siguen aplicando sobre la madurez de un pueblo (¿se acuerdan del Mundial?) con el pretexto de que la libertad lo sumiría en el libertinaje, la insurrección armada o el marxismo frenético. Y si de aplacar la violencia se trata, ¿por qué no se retacean las series de TV o se sanciona a los conductores que nos convierten en virtuales víctimas y asesinos?"
Esto lo escribió María Elena Walsh en su recordado artículo de 1979 Desventuras en el País-Jardín de Infantes. (Publicado originalmente en el diario Clarín el 16 de agosto de 1979)
Que la dictadura secuestrara, torturara, asesinara, robara identidades y propiedades, enajenara el patrimonio nacional y demás desastres bien conocidos no merecía ninguna crítica y, por el contrario, si agradecimiento. En cambio que se dificultara el trabajo de los "honrados sobrevivientes del caos" debido a la existencia de una censura preconciliar sobre la producción artística le parecía intolerable. Que yo sepa M.E.Walsh no hizo pública una autocrítica de estos conceptos que sí fueron, en su momento, públicos.
Al parecer María Elena Walsh vivía mucho más comprometida con el País-Jardín de Infantes de lo que estaba dispuesta a reconocer.
Por muchas otras cosas que María Elena Walsh nos dejó, merece nuestro afecto y reconocimiento. Pero no hay que olvidar que a pesar de la ética y de los valores que enriquecen a su poesía y su prosa, y que también la acompañaron en la vida, en esta ocasión, como un cristal deformante, su ideología le impidió ver las atrocidades del gobierno al cual dirigía su reconocimiento. No fue la única, hay otros miembros venerados del mundo del arte que tropezaron con la misma o parecida piedra.
En todo caso es mejor recordarla como lo que era, una mujer comprometida con su país y su tiempo y no exenta de cometer graves errores de juicio, que convertirla en una especie de espíritu poético puro, en el hada creadora de nuestras canciones infantiles las que transmitimos de generación en generación y que seguramente seguiremos trasmitiendo.
bastadeodio
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