Por una Patria Justa, Libre y Soberana

Una Patria Justa, Libre y Soberana - 17 de octubre de 1945 - 17 de octubre de 2015 - Día de la Lealtad - Setenta años

domingo, 15 de abril de 2012

¿Y tú, en que bando estás?

¿Commodities o recurso estratégico?
Hace unos días, antes que estallara en los medios -mucho más que en la realidad- el llamado conflicto de Repsol-YPF publiqué una entrada titulada "¡Viva la Pepa! y los modernos maturrangos". Un escrito, quizás un poco largo pero que la intención lo ameritaba, que trataba de trazar un cierto paralelismo histórico entre la situación de las colonias españolas en América en los años iniciales del siglo XIX inmediatamente previos a la independencia y la actual situación por la que pasa el subcontinente. Hoy, 15 de abril, el diario Página12 publica una nota escrita por Atilio Borón que apunta a destacar lo mismo que se decía en el post con respecto al recordado José María Aznar. La postura de modernos maturrangos de los funcionarios del derechista gobierno español que amenazan a la Argentina como si se tratase de una actual colonia en rebeldía y no de un país soberano. Muy acertadamente Atilio señala en su nota que estas actitudes:  "son un oportuno recordatorio de que, lamentablemente, las peores tradiciones del colonialismo español siguen vivas y regurgitan cada vez que sienten que alguna de sus antiguas colonias se aparta del curso de acción fijado por la antigua metrópolis".

Una de las cosas que me interesaba destacar en ese escrito es que las oligarquías criollas de ese entonces no eran en su posición respecto a España para nada homogéneas. Había quienes querían el libre comercio pero rechazaban la independencia política, eran liberales en lo económico y monárquicos en lo político. Había quienes rechazaban al dominio español pero aceptaban de buen grado al inglés o al francés. El establishment criollo de la época estaba cruzado por profundas divisiones, económicas, políticas e ideológicas y no solo con respecto a la metrópoli sino que también existían conflictos de intereses entre las provincias y regiones que conformaban el vasto imperio español el que se hallaba en un franco proceso de decadencia que, para esa altura, llevaba más de un siglo.

Por supuesto no es que la historia tienda a repetirse, como dice la canción, sino que la mera comparación permite poner de manifiesto algunas constantes. Constantes que, a su vez, ponen en blanco sobre negro las razones profundas, ancestrales, de algunos posicionamientos actuales.

La Argentina hoy es un país soberano, una república, federal y democrática en su forma de gobierno y está gobernada por una presidenta y una coalición de fuerzas políticas que ve a la gran unidad latinoamericana como una de las tareas prioritarias heredadas de aquellas luchas exitosas por la independencia.
La otra gran tarea inconclusa es la lucha por la justicia social, por la felicidad del pueblo, porque nuestras sociedades sean capaces de brindar a todos y a todas por igual las oportunidades para realizar sus sueños. Pero esta última, por su naturaleza, es una tarea de muy largo aliento en la cual durante la última década se han producido grandes mejoras aunque éstas aún sean insuficientes. Ambos objetivos están estrechamente relacionados el uno le da fuerza y legitimidad al otro.

Esto no ha ocurrido solo en nuestro país, ni tampoco éstos son los únicos objetivos, pero sí los principales. Si se mira al conjunto de los pueblos de Sudamérica -hoy- se puede advertir la coincidencia -no siempre de los gobiernos- en tres objetivos fundamentales para este siglo XIX: La defensa de los derechos humanos, pasados y presentes, la independencia económica y la soberanía política de las naciones y de la región con respecto a los grandes centros del poder mundial. Y es nuestra experiencia pasada y reciente las que nos alienta a aspirar a estas metas.

Son objetivos enormes y, en gran medida, son los mismos que animaron a los líderes de la independencia: San Martín, Bolívar, Martí y Artigas, entre otros.

El notable crecimiento económico logrado en esta última década por la región alienta las esperanzas de un futuro mejor para nuestros pueblos pero para que eso suceda se deben dejar atrás definitivamente las rémoras de subordinación, dependencia y liberalismo que dominaron las ultimas dos décadas del siglo pasado.

España y Europa toda, lo mismo que los EEUU siguen en la misma senda neoliberal iniciada en los ´80s. Quizás a España, Portugal, Grecia y algún otro país, especialmente del este, les convenga recorrer otra senda, pero no es fácil, la eurozona se transformó en una telaraña que los tiene atrapados y de la cual es muy difícil escapar. El caso de Islandia es diferente y muy interesante, a pesar de la escasa relevancia en términos comparativos de su economía, y merece un tratamiento aparte.
En lo que respecta a los países en desarrollo lo que hay que comprender es que la antigua dicotomía de los siglos XIX y XX: liberación o dependencia, no forma parte del pasado como nos quieren hacer creer, sigue vigente aunque adopte formas nuevas, diferentes, en un mundo que, nos guste o no, ya no es bipolar como el de la guerra fría, sino que a pesar de ser fuertemente unipolar muestra una incipiente multipolaridad que puede ser aprovechada.

Si nuestras sociedades aspiran a vivir con los mismos hábitos de consumo de los países llamados desarrollados -y este parece ser, en general, el caso- el resultado se conoce de antemano y es el mismo que sufrieron nuestros antepasados. Estaremos condenados a consumir los productos que ellos elaboran y a cambio, ofrecerles a bajo precio nuestros recursos naturales. El esquema económico del coloniaje en el cual apenas se ha substituido -y no siempre- la amenaza de la espada por las sanciones legales y económicas.

Solemos ver a las tecnologías y a sus productos como neutrales frente a las ideologías y a los sistemas de dominación, pero esto está lejos de ser así. El desarrollo de las industrias metalmecánica y la química y de los consumos asociados a ellas (transporte, plásticos, vestimenta, alimentación, electrodomésticos) fueron la base del predominio de ciertas naciones sobre otras durante los siglos XIX y XX.

Es más, esas mismas naciones que emergen victoriosas de la segunda guerra, son básicamente las mismas que guían el desarrollo de las nuevas tecnologías las que les posibilitarán en el siglo XXI perpetuar-con algunos cambios internos- su posición ventajosa.

No existiría la globalización, ni el predominio del capital financiero sobre el industrial (el trabajo) sin la base material que le aportan la informática y las telecomunicaciones (incluido el dominio de las tecnologías espaciales).

Mucho se ha escrito con respecto a que, en su estado actual, el mundo no soporta que el estilo de consumo de los países desarrollados se extienda al conjunto de las naciones, no solo porque los recursos son limitados sino también porque este estilo de vida genera una enorme cantidad de contaminación ambiental. Pocos a esta altura discuten esta conclusión. Pero muchos menos los que sacan de ello las debidas consecuencias.

La "solución" que los países desarrollados se ofrecen a sí mismos y al resto del planeta es un neocolonialismo que propone que el mundo subdesarrollado controle sus expectativas consumistas, adopte una vida más modesta (no toda la población, siempre hay una minoría que puede vivir como lo hacen en NY, Londres o París, ya que esto es necesario para que el sistema funcione) y nos limitemos a proveerlos de recursos humanos, minerales, energéticos y alimentarios, baratos y a aceptar que se instalen en nuestros países en condiciones legales de casi extraterritorialidad sus industrias más contaminantes.
La excusa moral suele ser la preservación del medio ambiente pero el objetivo real es preservar el status quo y que los recursos básicos mundiales queden bajo su control. Si controlan nuestros recursos controlan nuestro destino. Si pueden decidir que vamos a producir y que no, a quiénes les vamos a vender y a quienes no, con quién podemos unirnos y con quién no, estamos -aunque nos separen doscientos años de tiempo- en similar situación a la que se hallaban nuestros patriotas criollos de la independencia.

Y las mismas discrepancias entre criollos patriotas y criollos cipayos se reproducen al interior de nuestras sociedades. Hay quienes siguen siendo aliados incondicionales de las metrópolis y, como gozan de plena libertad de expresión (tanto que en algunos casos se han hecho con el control casi monopólico de los medios de comunicación), no tienen temor alguno en mostrar de qué lado están frente a todas y cada una de las alternativas que enfrentan a los intereses nacionales con los de algún país o bloque extranjero que forma parte de ese gran círculo áulico de naciones "modelo".

Puede tratarse de temas como Malvinas y los Kelpers, de Iberia y Aerolíneas Argentinas, de Repsol e YPF. Los buenos siempre son ellos y los malos siempre aquellos que defienden el interés nacional.

Por ejemplo, el sábado 14 de abril La Nación tituló tipo catástrofe:

"La pelea por el petróleo / Reacción sin precedente del gobierno de Rajoy
España amenaza con una ruptura de relaciones por YPF
Lo advirtió el canciller después de convocar al embajador argentino; pide apoyo a EE.UU. y a la UE."

Vamos, casi estamos al borde del inicio de las hostilidades.

En cambio el diario El país del mismo día le destina mucho más importancia a la caída del rey en una excursión de caza por África; y del caso Argentina-Repsol solo refiere a las últimas declaraciones del ministro de industria del gabinete Rajoy el mismo que hace un par de días amenazó con "consecuencias", quien dijo:

"Soria, sobre Repsol-YPF: "Las cosas parece que se encauzan"
El ministro de Industria asegura que las conversaciones avanzan para evitar la posibilidad de intervención del Gobierno argentino en la petrolera YPF, filial de Repsol."

En qué quedamos, ¿las "cosas" se encauzan o vamos a la "guerra"?.

Lo que seguramente ocurre es que La Nación persigue sus propios y mezquinos intereses los que naturalmente no coinciden con los de nuestro país. Este diario es un caso interesante de cipayaje en el cual se mezclan y no por casualidad, sus constantes ideológicas históricas con un odio visceral a todo lo que huela a populismo en el poder, con sus intereses económicos concretos y actuales que ven amenazados por el gobierno kirchnerista frente al cual no encuentran salida. Y esa combinación parece resultar letal, los tiene desbocados actuando como una usina golpista y haciendo a un lado toda otra consideración.

Pero hay muchas cosas, mal que les pese, que están cambiando y para bien. Nuestros pueblos están adquiriendo una renovada consciencia de sí mismos y los gobiernos los acompañan. Los cipayos son cada vez más pocos y poseen menos poder. La unidad latinoamericana está hoy mucho más cerca de alcanzarse de lo que lo ha estado nunca, incluso mas allá de diferencias políticas, lo que es un signo muy importante y novedoso. A pesar de ello estos contumaces no quieren verlo y se colocan del lado incorrecto y al hacerlo no dudan hasta en contradecirse a sí mismos. Escucharlo a Santos afirmar que la actual Reunión de presidentes de Latinoamérica debe ser la última en la que esté ausente Cuba y reclamar por el fin del "anacronismo" del bloqueo a la isla y decírselo en la cara a Obama es todo un símbolo de los nuevos tiempos. Salvo EEUU y Canadá que se oponen al ingreso de Cuba y al fin del criminal bloqueo, el resto de los países de la región (33 países contra dos) están decididamente a favor. Sin embargo La Nación, desconociendo este hecho, que no es solo cuantitativo, titula:
"La ausencia de Cuba divide a la región"
Y aclara(?): "la mayoría de los 29 jefes de Estado asistentes dejaron en soledad a Barack Obama", omitiendo decir de manera engañosa que los presidentes de Ecuador y Nicaragua directamente no asistieron por oponerse a la ausencia de Cuba.

En fin, para La Nación y otros medios locales y foráneos asociados al golpismo mediático, el Chile del liberal Piñera es una maravilla, pero si apoya a la Argentina en el tema Malvinas, lo ocultan. Santos de Colombia es un estadista porque lo suponen liberal, pero si visita con deferencia a Castro y se muestra partidario del final de la exclusión de Cuba, también lo ocultan o minimizan. Al comandante Chávez lo consideran casi la misma encarnación de todos los demonios. No pueden tolerar que el rumbo que toman nuestros países los aparte del seguidismo obsecuente a los designios de las potencias extranjeras en particular de los EEUU. Allá ellos. Por eso cabe preguntarse:

¿Y tú, en que bando estás?,

del lado de los libertadores del continente, del lado de la unidad de los pueblos de Latinoamérica, del lado de la defensa de la soberanía y la independencia, del lado de la defensa de nuestras tradiciones y estilo de vida, del lado de la preservación de nuestros recursos naturales y la preservación del medio ambiente o del otro, el de ellos, que ha arruinado a nuestras naciones durante doscientos larguísimos años y ha significado el hambre, la miseria y la humillación para nuestros pueblos. Hay que decidirse.

bastadeodio                                                                   

3 comentarios:

  1. Están como locas, Profe, los gallegos que se ocupen de su gente, y Cornetita y Nation que la chupen junto a LaRRata

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  2. Y es que también en Argentina hay cipayos a los que sólo les falta gritar "vivan las cadenas".
    Nuestro lugar,no queda duda, está con una América Latina unida y solidaria. Los yanquis y lustrabotas de yanquis pueden quedarse solitos con su prepotencia ...

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  3. Bueno Profe, estoy comentando tu excelente nota con el diario del día después…
    Dónde estoy? De qué lado? ♫ ♫ ♪ América Latina ♫ ♫ ♪
    Además, hoy estoy refeliz por la actitud de nuestra presidenta, por sus dichos –como siempre, me tiene mal acostumbrada- por eso digo que Rajoy nos va a castigar y no nos va a mandar más españoles… pero no importa porque Ya Podemos Festrejar (YPF).
    Abrazo profe y desbordemos de alegría (aunque Pino también festeje).

    P.D. ¿Leíste la nota de Caparrós en “El País”? qué ejemplar!!!!! Otro que ya nos tiene acostumbrados… pero a sus dichos delirantes y ofensivos… Pienso en “La Voluntad”, en Anguita… ¿qué triste, no?

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