Hoy, martes 24 de junio, otro campeón mundial europeo fue eliminado por un equipo sudamericano. El gol de espalda de Diego Godín mandó al tetracampeón Italia a casa. España (1) e Inglaterra (1) también fueron eliminados de forma similar y no son los únicos equipos europeos que pueden seguir ese camino.
Comienza a hablarse de la superioridad de nuestro fútbol -el sudamericano- por sobre el europeo.
¿Es así?. Los triunfos entre otros, de Brasil, Uruguay, Colombia, Argentina y la sorpresa de Costa Rica, en la fase de grupos, ¿avalan esa afirmación?.
Si y no. Depende de que se esté hablando, porque el Fútbol, un deporte, un juego, se ha vuelto algo mucho más complejo.
Pep Guardiola, se lamenta:
“
Al final es un juego, lo hemos pervertido, lo hemos convertido en parte en un negocio que todos vivimos de él. Y muchísima gente vive de él”
Y el mundial es el supernegocio de la FIFA. Solo en Brasil 2014 Blater y su organización recaudarían 4.500 millones de dólares que repartiría -quedándose con una sustancial cuota parte- entre las 209 federaciones miembro actuales de la asociación a razón de 250 mil este mes y 500 mil el año próximo para cada una de ellas. Además las seis federaciones continentales recibirán cada una 2,5 millones este año y 4,5 millones el próximo.
Pero además del mundial esta el otro gran negocio que no ocurre cada 4 años sino todo el tiempo, la transferencia de los jugadores.
Considerando las dos principales fuentes históricas de jugadores de sudamérica, Brasil y Argentina, el primero lideró hasta el 2010 en número de transferencias hacia Europa, a partir de ese año pasó a ser superado por nuestro país. Argentina "exportó"
este año, 2014, 2576 jugadores y Brasil 1734 (*). El volumen del negocio, con origen en nuestro país alcanzó 228 millones de dólares. Con una más que preocupante característica, la proporción de futbolistas transferidos provenientes de las divisiones inferiores de los clubes no para de crecer.
En ese negocio en apariencia todos ganan -el club, los representantes e intermediarios, hasta el jugador, que suele recibir el 15% del pase- pero es una ganancia de corto plazo que permite sanear las maltratadas finanzas de los clubes que, en realidad, dilapida el capital más importante que tiene un club, sus jóvenes promesas deportivas. Hay que apuntar, además, que en lo que hace al jugador no siempre, ni generalmente, la promesa de éxito se cumple, suelen terminar en ligas menores, pasando de una a otra y finalmente vuelven desgastados a nuestros países.
Todo este ir y venir de los negocios tiene, a mi juicio, un doble efecto (**) sobre la calidad del juego. Para las grandes ligas (España, Italia, Inglaterra, Alemania, Francia), traer jugadores de fuera desplaza a las promesas locales y/o dificulta su maduración en competencia. Eso afecta, a la larga, la calidad de sus selecciones nacionales dificultando la renovación.
En el caso de las selecciones sudamericanas la experiencia obtenida por los deportistas en la práctica de un fútbol de alta competencia funciona al contrario, potenciando las selecciones nacionales que se estructuran sobre la base de esos jugadores "exportados". La contracara es que esa "elección" desestimula a los jugadores talentosos que traspiran el fútbol local y que ven casi imposible mostrarse en la gran vidriera de los mundiales y, lo que es peor quizá, achata la competencia en las ligas locales empobreciéndolas técnica y deportivamente con respecto a la ligas mayores, en un descenso que parece no tener fin.
En resumen estamos bien pero vamos mal y vamos mal porque por ignorancia o por beneficio de unos pocos vivos que se llevan la parte del león, estamos permitiendo que maten el juego transformándolo en otra cosa. Eso sí, muy adaptada, como no podría ser de otra forma, a la globalización capitalista mundial.
(*) según datos de
Euromericas Sport Marketing en su informe
Football Player Exports 2014
(**) No entro en otras dimensiones del tema, como es el caso de la poca transparencia de esos negocios que comparten con otras operaciones export-import y el dato en rápida evolución de que los colores de un selecto grupo de clubes -en su enorme mayoría europeos- pasan a tener nuevos e insólitos seguidores que representan un negocio (merchandaising, compra de acciones) que se extiende a nivel global.
bastadeodio