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viernes, 27 de junio de 2014

A la FIFA le importa tres pitos el fútbol, solo le importa el negocio

El gran cappo Joseph Blatter: qué me vienen a hablar de amor
Como señaló Diego Maradona en el programa de Zurda que conduce junto a Víctor Hugo Morales, los máximos dirigentes del fútbol -los dueños de esa empresa llamada FIFA- no tienen la sensibilidad del hincha, ni siquiera la del jugador de fútbol. Y por ahí puede estar la clave para entender recurrentes explosiones de autoritarismo como la sufrida por el jugador Luis Suárez del seleccionado uruguayo.

Aggiornado, estos señores parecen comportarse, con respecto a los que se matan en la arena, como los emperadores en el circo romano, subiendo y bajando el pulgar a su antojo.

Han montado, desde luego, todo un tinglado para sostener ese poder. Se comportan en los hechos como un organismo supranacional (al estilo de la ONU) pero donde no hay ni restos minúsculos de democracia. Ellos mismos lo dicen se conciben a sí mísmos como una gran empresa. Nada más alejado de la democracia que la organización empresarial.

Necesitan de los jugadores (y del público), los alaban y promocionan, pero, en el fondo, parecen odiarlos, les temen, todo menos amarlos. Aunque en eso también son arbitrarios, como lo muestran los casos de Maradona y de Suárez. A algunos en especial los odian más que a otros. A otros los toleran y los usan.

Ellos -los dirigentes- manejan la organización y los enormes recursos que canaliza, de manera absolutamente discrecional, dando o quitando a su antojo recursos a sus organizaciones asociadas, las de primer nivel, regionales, y las de segundo nivel, locales. A su vez, las primeras operan con respecto a las segundas de forma similar. Extorsión, premios y castigos. La ley del gallinero en su expresión más pura, en el tinglado superior están unos tipos que por edad y por experiencia de vida no suelen tener nada que ver con el deporte fútbol (hay excepciones, pero estando en esa función se comportan como si nunca lo hubiesen estado, casos Pelé y Beckenbauer) sino con el negocio creado en torno a él, debajo -en la arena- recibiendo una enorme cantidad de guano (mierda, shit) están los jugadores, técnicos, preparadores físicos, etc. Un poco por encima de ellos, están los dirigentes y clubes locales (y según que clubes y dirigentes, porque allí también hay ricos y pobres) y, por supuesto, los árbitros.

Tomemos, por ejemplo, los órganos disciplinarios: Comité de Disciplina (CD), de apariencia independiente ya que los que forman parte del CD no pueden formar parte de cualquier otro estamento de la FIFA. Se guían por el Código de Disciplina en el que se acumulan una serie de reglas que parecen razonables pero que, a la postre, le otorgan un poder omnímodo al CD el que puede intervenir en cualquier momento, antes, durante o después de un encuentro, cuando alguno de sus potenciales juzgados -es decir todos los que hacen al deporte- hizo o dejó hacer algo incorrecto según patrones que, en la práctica, (en la cancha se ven los pingos) lucen bastante caprichosos y arbitrarios e, incluso, muy ligados al contexto.

No queda claro, por ejemplo, por qué una grave falta en el juego que envía a un deportista al quirófano, es sancionada, como mucho y si el árbitro (oficial de la FIFA) la ve, con tarjeta roja y si, como pasa muchas veces, aún viéndola no la sanciona o lo hace con una amarilla, no pasa nada. En esos casos, el CD a veces interviene a posteriori, a veces no, a veces pone sanciones adicionales menores y a veces ni eso y otras, como es el caso de Luis pone una sanción a todas luces desmedida que perjudica objetivamente a una selección y, por ende, perturba  la naturaleza misma del juego -en este caso el mundial 2014- mucho más que la causa supuesta, la inconducta deportiva del sancionado.

Si a Luis Suárez lo hubiese visto el juez, quizás le sacaba la roja, o quizás no, tampoco sabemos si lo vio. Lo seguro es que estuvo al tanto de lo ocurrido porque Chiellini se lo hizo saber y aún así decidió no sancionar. La FIFA juzga brutalmente al jugador pero omite dar a concer las razones que el juez debe haber esgrimido para actuar como lo hizo. En otras palabras, opacidad, falta de transparencia que conspira claramente contra el fair play que dicen defender.

bastadeodio                                                                     

2 comentarios:

  1. muy cierto, Profe, estós sátrapas de la FIFA, como los fondos buitres, o el juez Griesa, o los cipayos nuestros, son la lacra que oscurece el horizonte, sigamos soplando para ver si logramos un cielo más claro... qué buena la charla entre Diego y Mujica anoche... abrazo grande

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  2. Absolutamente de acuerdo.

    En todo caso deberían darle una sanción igual a Fred por tirarse simulando un penal que el árbitro incluso sancionó perjudicando notoriamente al rival.
    Y así, seguiríamos con una lista interminable de modo que cada selección perdería mas o menos la cuarta parte de su plantel.

    La FIFA es una mafia.

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