La Wiphala, bandera de los Pueblos Originarios |
Suele suceder que en todas las sociedades y en ciertos momentos -en especial de crisis y de cambios profundos- los artistas son los que mejor saben capturar "el espíritu de la época". Abundan los ejemplos en ese sentido
Me apresuro a aclarar al respecto que, en cuanto Nación, todavía tenemos una gran deuda impaga con estos pueblos, especialmente en lo que hace a su bien más importante que es el territorio, el derecho a la propiedad de la tierra que los sustenta y en sus propias condiciones, según sus propias tradiciones y no la de los blancos, que son las propias del capitalismo.
Pero eso no obsta para reconocer, como fenómeno socio cultural, que, ahora más que en ningún otro momento del pasado, la temática de los pueblos originarios forma parte de la agenda política y cultural nacional.
No es un fenómeno exclusivo de nuestro país, con distintos grados, es un hecho presente en la mayoría de las sociedades latinoamericanas. Desde la existencia del primer presidente originario de América, el extraordinario Evo Morales de Bolivia, a la construcción de una sociedad diferente encabezada por los zapatistas en Méjico, pasando por la resistencia del pueblo mapuche en Chile, una presencia cada vez más vigorosa de los pueblos originarios se convierte en una constante que vincula a la América toda. Lo festejamos.
Pero lo que quiero con estas notas es compartir el que para mí fue uno de los momentos culminantes del recital del Luna, la recreación de uno de los clásicos de Sumo -de inspiración exclusiva del Pelado Luca Prodan, extranjero él y, a la vez, artísticamente hablando más argentino que muchos de nosotros- "Mañana en el Abasto", convertido por la magia de la música en un alba de la integración -pero con respeto- de las diferencias entre la tradición urbana y rockera y el canto y la música instrumental originaria. Antes compartí otro ejemplo de ese mismo recital "Guanuqueando". Aquí está otro: "Mañana en el Abasto". Ambos apuntan en igual dirección.
En Canto y Caja: Micaela Chauque, en Erke, el gran Fortunato Ramos. Una delicia. En especial el diálogo entre la guitarra de Mollo y el erke de Ramos.
bastadeodio
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