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jueves, 19 de abril de 2012

El ASCO

La bebida amarga, Adriaen Brouwer (1606-1638)
¿Es el asco una emoción?, si es así, ¿Cuál es su origen?, ¿es instintiva o genética; o, por el contrario, aprendida socialmente; o una mezcla de ambas cosas?

¿La sensación de asco se puede analizar, caracterizar? ¿Es el asco un concepto científico?

El primer tipo que analizó el asco fue -cuando no- Darwin, en su libro "La expresión de las emociones en el hombre y en los animales" de 1872. Darwin lo reconoce, experimentó con sus propios hijos cuando eran muy pequeños. En el libro citado escribe:

"Nunca había visto el asco expresado de manera tan directa como en la cara de mis bebés a los cinco meses al ponerles, por primera vez, un poco de agua fría en los labios y nuevamente un mes más tarde, al ponerles un trozo de cereza madura en la boca"

Cualquiera que es padre o madre sabe que el asco a ciertas cosas indudablemente asquerosas no es algo que nuestros hijos traigan al nacer. Otra cosa distinta es que algunos padres abusen de manera poco recomendable de los aspectos educativos del tema diciéndole el niño o niña cuando intenta comerse un cigarrillo o mete las manos en un cenicero, ¡No, caca, no se toca!, lo que de alguna manera impide que olvidemos que los niños pequeños no tienen un asco innato por sus propias heces o por pequeños insectos que de adultos nos producen asco (en eso comparten la actitud con otros animales).

De modo que podemos concluir que el asco, como sensación o reacción frente a determinados estímulos es una cosa aprendida socialmente, en particular en el ambiente familiar y en los primeros años de vida. Y como es un hecho cultural se abre frente a su investigación un muy interesante pero complejo panorama.

Desde el punto de vista biológico o fisiológico, para ser más preciso, casi todo lo que hay que saber sobre el asco ya se sabe. Por ejemplo, es un hecho que muchas embarazadas experimentan con mayor fuerza la sensación de asco. Los especialistas dicen que esto sucede debido a que para evitar que el cuerpo de la mujer rechace al feto suben sus niveles de progesterona lo que aplaca al sistema inmunológico posibilitando la implantación del feto. Pero una consecuencia de los mayores niveles de progesterona es que aumenta la sensibilidad hacia aquellas cosas que le generan normalmente asco e, incluso, pueden aparecer en ese período otras nuevas motivaciones para el asco. No es divertido, la reacción de asco va desde un ligero malestar pasando por las náuseas, el vómito y hasta el desmayo. En muchos casos se vuelve, como el miedo, incontrolable.

Al ser un sentimiento, una emoción fuertemente condicionada por lo social, el ámbito de las cosas (objetos o situaciones) capaces de provocar asco en alguien es sumamente variable incluso dentro de una misma sociedad, no ya entre culturas radicalmente diferentes.

No es raro entonces que los investigadores no se pongan de acuerdo con respecto a una tipología del asco. Para Paul Rozin, uno de los expertos más afamados en el tema hay nueve tipos de asco. Pero el se especializa en la cultura estadounidense. Joshua Tybur de la VU University de Amsterdam propone solo tres tipologías muy abarcadoras. El asco se distribuiría para satisfacer tres funciones: para prevenir enfermedades, para elegir pareja y la tercera en relación al juicio moral. Este investigador afirma que con frecuencia las personas que son sensibles a uno de estos tipos no lo son a los otros necesariamente.

Algunos estudios sugieren que las personas con una ideología de derecha son más propensas al asco que las que las de ideología  progresista.

Es conocido el hecho de que el asco ha sido tradicionalmente una de las motivaciones, a veces visible y otras veces oculta, del racismo y otras formas de discriminación por motivos sexuales o de cualquier tipo.

Por ejemplo en los años´70 el asco a cierta forma de vestir, de llevar el pelo largo o manifestar ciertas conductas sexuales, en particular de los jóvenes, era primero motivo de asco manifiesto y luego de discriminación e incluso de persecución policial.

Muy recientemente hemos vivido una situación parecida en el conflicto del Indoamericano por parte de sectores de los habitantes de Villa Lugano e incluso de la propia autoridad (?) gubernamental de la ciudad.

Asco y miedo son sentimientos que suelen acompañarse y en muchas ocasiones estimularse mutuamente en una peligrosa sinergia. El resultado manifiesto de ese cóctel explosivo suele ser el odio, siempre irracional, aunque se lo trate de disfrazar de lo contrario. Lo grave es cuando este estímulo proviene de aquellos sectores del poder social que deberían tender a la unidad y la convivencia y no a estimular el odio.

Por ejemplo, nuestro (?) jefe de gobierno de la ciudad, el ingeniero Macri, confesó que se despertó con miedo la noche posterior al anuncio presidencial de la expropiación de las acciones de Repsol y que asustado fue a ver a su pequeña hija pensando -según confesó- en qué país inseguro le estábamos dejando. Más allá de lo verosímil del relato -cosa bastante dudosa porque al día siguiente al parecer se le quitó el miedo y pasó a afirmar que si era electo presidente (!!) no iba a modificar el nuevo status de YPF (??)- el relato apelaba al miedo y, de manera encubierta, al asco.

El asco (y por detrás el miedo) es el sentimiento que tratan de expresar e infundir en la opinión pública los poderosos del mundo en relación a la actitud soberana de la Argentina que solo intenta hacer valer sus intereses como Nación por sobre los intereses -legítimos pero subordinados- del capital.
Es simple de entender, los países poderosos practican a diario lo mismo que se propone hacer la Argentina y no solo violan habitualmente el derecho de propiedad de los más débiles sino también el derecho a la vida, que es invaluable y sin la menor duda amenazan el futuro de sociedades enteras, incluso el de toda la humanidad.

Desde luego los marines yanquis que se mean en los cadáveres de supuestos combatientes afganos y se fotografían con trozos de sus cuerpos no sienten -como la mayoría de los humanos en situación normal- asco frente a estos estímulos, el asco es nuestro al contemplar semejante nivel de degradación de la condición humana, el orgullo es de ellos.

Por eso ante tanta hipocresía, ante tanta bajeza moral, ante tanta arbitrariedad y doble vara de medir: una para los poderosos y otra para los subordinados, es inevitable sentir asco. Si, uno también se asquea frente a ciertas cosas.

bastadeodio                                                                     

4 comentarios:

  1. Asco y miedo no entran en el diccionario peronista

    Vamos por todo Profe!

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  2. Bueno Profe, empezamos hablando del asquito de los bebés, que todos conocemos y disfrutamos… (Porque no me vas a decir que no te morías de placer al ver a los pequeñxs que te siguen en la vida cuando probaban un alimento nuevo y “se arrugaban todos” con esa carita de “qué asco!!!”…)
    Seguís con eso del aumento de los niveles de progesterona en la embarazada, que si bien es real, me parece un poquito menos placentero para los participantes familiares… Además, este tema tiene bastante de psicológico ya que a todas las embarazadas les aumenta la progesterona, pero no todas andan con ese malestar… Aunque me ha llevado a enfrentarme –es un decir- con muchos, en el caso de las embarazadas, el factor psicológico de rechazo inconsciente al embarazo –o a la situación de pérdida de figura para adquirir otra, o la incertidumbre ante lo “extremadamente nuevo”- para mí, es determinante (no te olvides que fui estudiante de psi. jeje, aunque no muchas materias).
    Pero das esta vuelta para arribar al asco social y ese sí que es importante…
    A diferencia del “Pibe” creo que los peronistas tenemos obligación de sentir asco. Me lo imagino a “El Niño” frente a la cuna de sedas de Antonia y siento asco… mucho asco… más de lo imaginable… Ese sinvergüenza que es capaz de reprimir a cuanto “negrito con moco suelto” se le cruce en el camino (eso sí, después de enseñarles a levantar los papeles del suelo) parado frente a su hija y pensar en “la inseguridad” …
    Es para sentir asco Pibe!!!!!!!!!!!!
    Y, aunque nos duela, nos lesione nuestra sensibilidad, y los palos de su fuerza nos abolle las ideas –gracias Quino- es “nuestro jefe de gobierno”, sí nuestro… Electo por el 64% de los habitantes de CABA, y empiezo a sentir más asco todavía… ¿Sabés por qué? Porque él, se puede llegar a ir… No me enoja que disfrute Miami… Pero en el 64% están mis compañeros de trabajo y de cualquier otra actividad que emprenda… Si hasta entre la gente que quiero están!!!
    Por hoy basta, mi cuota de veneno ya está instalada y hasta le pido a MI PRESI por ferrocarriles, teléfonos, luz… y no es David Copperfield cumpa!!!! Sí Pibe, vamos por más, por todo... pero "Todo en su medida y armoniosamente"
    Un abrazo

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    1. Muy bueno tu comentario Hilda, muy enriquecedor. vamos por partes. En primer lugar lxs niñxs pequeñxs, hay evidentemente sabores que rechazan, lo amargo, lo ácido, y texturas, pero no todos ni durante mucho tiempo. Recuerdo a mi hijo mayor, tenía menos de un año y una enorme curiosidad por lo que comíamos nosotros. Siempre recordamos con mi mujer la primera vez que ante su insistente curiosidad le dimos a comer un plato de tallarines caseros con tuco (como las pastas frescas eran desconocidas en España, los hube de amasar), verle la carita de placer fue impagable y cómo se puso!!. No todos los chicos reaccionan con rechazo frente a lo desconocido en sabores. Mi hijo menor, en cambio, no aceptó lo agridulce de la comida al estilo oriental hasta bien de grande, ahora le encanta. El gusto se educa, sin duda. En cuanto a las embarazadas para mi siempre han sido y son un estado especial de alguna forma mágico y emocionante de la mujer para nada exento de belleza, todo lo contrario. Acepto que para la mujer sea una carga física y a a veces sicológica muy fuerte. Para nosotros el momento fuerte llega con el parto. Intenso. El asco en las embarazadas no siempre se da con una intensidad que complica y es solo en los primeros meses de gran despelote hormonal.
      Finalmente lo más importante. El holandés dentro de su sencillez da en el clavo a mi modo de ver en cuanto a las funciones del asco al incluir entre ellas al juicio moral. Hay cosas que repugnan tanto o más que ciertos sabores u olores. Donde me parece que se equivoca es en separar la función de preservación de la especie de ésta. El asco moral es parte de la defensa que tenemos los humanos contra el abuso, contra la injusticia, contra la arbitrariedad, contra la doble vara de medir, contra la indiferencia, si no lo tuviésemos hace mucho que habríamos desaparecido como especie. Siempre estamos en riesgo porque hay individuos y colectivos humanos a los que nada inmoral -en el sentido social y no religioso- les da asco.
      Probablemente el término más apropiado y menos confuso sea el de asco ético más que el de asco moral.

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    2. Anécdota: Cursaba el último año del profesorado en el "Joaquín" la profesora de práctica de la enseñanza "Sra. Flax" -ya grande, pero no vieja, sin hijos- no les daba "el bimestre de práctica frente a alumnos" a las chicas embarazadas... El motivo, no era la posibilidad de ausentarse o su salud o precipitar el parto... No, no, no... El motivo era (y lo dijo!!!!) "tienen mal aspecto"... Cuando no hay nada más hermoso que ver a una mujer en flor!!!!
      Sí, el embarazo es algo mágico y el parto natural, lo mejor que puede pasarle a una mujer.
      El hombre lo vive distinto, desde afuera... hasta que ve ese montoncito de carne que llora, desvalido... que si no aprende a conocerlo, a entenderlo, no puede sobrevivir... Entonces le surge el mismo afecto infinito que tiene la mamá, aunque más protector -pienso.

      Mi hijo no comía nada que fuese amarillo (jeje ya era anti PRO) ni verde...
      En general, los sabores nuevos los rechazan (claro que no son tallarines caseros!!!!!!!! sabía que allá no hay "pastas caseras" por amigos entrañables que fueron y se quedaron, pero no todos amasan tallarines... wauuuuuwauuuuu wauuuuu)

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