Guido Montoya Carlotto (Ignacio Hurban) |
En estos 37 años de lucha las Madres Abuelas lograron que 114 de ellos recuperasen su identidad robada y no se detienen, siguen en la búsqueda de los restantes. En el camino muchas se fueron sin poder abrazarlos. Las de ellas fue una lucha en solitario la mayor parte del tiempo, pero desde hace 10 años no están solas, las acompaña el Estado Nacional y -cada vez más- la inmensa mayoría del Pueblo.
Hoy sus luchas han pasado a formar parte integrante de la Identidad Nacional, de aquello que nos define como Nación y que ha llevado a que las políticas que hacen a los derechos humanos formen parte integral de las políticas de Estado destacándose Argentina por ello en el contexto mundial.
No es poco, nos hace sentir merecidamente orgullosos de ser argentinos. Es que las cosas más valiosas de la vida no se compran, se lucha por ellas y se las defiende.
Durante mucho tiempo de esta construcción democrática y desde antes, las llamaban locas, las despreciaban, en realidad y con razón, les temían, sabían que eran un obstáculo insalvable para la desmemoria. Muchos -a pesar de las evidencias y de que son minoría- continúan haciéndolo, intentando desacreditarlas, acusándolas de venderse al oficialismo a la vez que lo acusan a éste de aprovecharse del prestigio social de ellas. Todo para ellos es negociable, eso creen y así actúan. Durante la mayor parte de nuestra historia como Nación se han guiado por ese principio y -a ellos- no les ha ido nada mal. A las mayorías y a ciertas minorías, todo lo contrario, sangre, sudor y lágrimas es todo lo que les ha tocado.
Lo que siempre negociaron fue la identidad y el patrimonio de los argentinos. Siempre del otro lado del mostrador estaban los poderes de afuera. Así como exigen sumisión a su Pueblo rinden pleitesía a los poderosos de afuera.
Eso se acabó. Tenemos los argentinos que estar bien atentos y dispuestos a defender lo logrado, porque ningún derecho de las mayorías y de las minorías vistas por los poderes fácticos como subordinadas se defiende sin participación consciente y defensa activa.
Faltan muchos derechos por conquistar aún. Derechos de los hombres y derechos de la naturaleza. No habrá forma de lograrlo si no sabemos defender nuestro simbólico Alcázar de los cruzados del neoliberalismo guiados por el todo-es-negociable. Que no nos pase lo que al rey Boabdil de Granada que negoció frente a las huestes incultas de Isabel I, la Católica y entregó sin luchar su reino: su madre dicen que le dijo: no llores como mujer lo que no supiste defender como hombre. Si le quitamos el componente sexista propio de la época sigue plenamente vigente.
El día de ayer fue un día de fiesta nacional, de emoción incontenible por su enorme carga simbólica, una especie de clímax sorprendente e inesperado. Ni siquiera los medios de comunicación más recalcitrantes y que más hacen por menoscabar el movimiento de Abuelas y Madres, pudieron sustraerse del clima social existente. No porque no quisieran sino porque no podían, no les convenía. Habrían quedado como el rey, desnudos.
La identidad individual -en este reciente caso, la de Guido Montoya Carlotto- puede ser vista como algo puramente legal, como ocurre -salvando las diferencias del caso- con la identidad de género: Un nombre y género verdaderos en un documento de identidad. Todos sabemos que es mucho más que eso, significa dignidad, libertad e integridad.
La lucha inclaudicable del gobierno nacional contra la extorsión de los fondos buitre -aún no concluida- nos muestra de forma muy clara otra identidad recuperada mucho más compleja y en buena medida inabarcable porque siempre está en movimiento, en construcción: La Identidad Nacional.
Ocurre como con el DNI, decir que no y mantenerse firme en la defensa de los intereses nacionales significa mucho más -en este caso para el Pueblo de la Nación- que lo que resumen las escuetas noticias del curso extremadamente cambiante de los acontecimientos.
El conflicto es por su naturaleza complejo pero el gobierno tiene un principio que lo guía y que simplifica mucho las posiciones: No hacer nada, no acordar nada, que signifique un perjuicio para la mayoría del Pueblo. Este gobierno tiene memoria, muchos en este país la tenemos. Sin memoria no es posible tener identidad, ni individual, ni colectiva.
bastadeodio
Asi estimado compañero, yo creo que la identidad es el pegamento que nutre la nacionalidad tan menospreciada por el cipayaje.
ResponderEliminarMuy buena la reflexión, Profe, es así, "El día de ayer fue un día de fiesta nacional", poco a poco vamos desparramando felicidad y peleando por lo que falta, abrazo compañero
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