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lunes, 16 de enero de 2012

De Fastidios e Injurias

En un extenso reportaje -muy interesante- realizado por Miguel Russo y Francisco Balázs a Horacio Gonzalez y publicado en la revista Miradas al Sur del domingo pasado, 15 de enero, se le pregunta acerca del fastidio y del clima agresivo que se vive, incluso entre intelectuales que se conocen personalmente y que han desarrollado actividades en común, como sucede con la publicitada controversia entre los integrantes de Carta Abierta y la aparición de la primera declaración del grupo llamado Plataforma 2012. La reflexiva respuesta de Horacio merece ser analizada y pensada en profundidad. Dice así, esa parte:

Respecto a la crítica de personas con las que usted recorrió caminos comunes, ¿qué genera esta actitud fastidiosa?

– "Creo que es imposible pensar sin fastidio. El fastidio es una materia prima que después hay que convertir en otra cosa. Kant escribió "Crítica de la razón pura" para poner su fastidio en otro lugar. La situación hiriente no es la de fastidio sino la de decir cualquier cosa. No es bueno un país donde se dice cualquier cosa y de manera injuriante. Eso es lo que está pasando, promovido por los sistemas tecnológicos: por ejemplo, los blogs que siguen a las notas de los grandes diarios que tienen un poder de coacción inmedible. Sale una nota diáfana arriba, digamos Mariano Grondona y su lenguaje jurídico y politológico, y después le sigue una carrada de 300 comentarios que no tienen ningún nivel. ¿Qué es lo que importa más? Da la impresión que ese nivel injuriante está nutriendo una superficie en la que hablan profesores, togados, doctores, sacerdotes, personas de observancia de todas las reglas de la moral y las buenas costumbres pero que abajo hay enunciados, anónimos o no, apócrifos o no, que supuestamente modera un coordinador que permite cosas cloacales sin prurito. Eso coloca al lenguaje colectivo en un abismo. Me cuestionarán que quiero reglamentar eso: no, nunca, no quiero reglamentar nada. Eso debe ser el espacio de la autoconstrucción de los medios de comunicación. Pero como eso es imposible, hay que tratarlo como otro de los nudos conceptuales de lo que es una nación. El lenguaje no debe transformarse en una forma grosera del duelo y de la muerte."

Creo que Horacio desnuda una metodología de aliento, de alimento del odio y de las formas más agresivas del lenguaje que es practicada por los grandes medios impresos en sus ediciones on line, digamos que de una forma encubierta, vergonzante, dejando en apariencia hablar a la gente pero para transmitir de hecho el mensaje del odio. Las notas provocan fastidio y eso pretenden. Provocar aplausos y fastidiar a unos y a otros. Las notas fomentan -hablo en general- esa mirada sin matices que promueve la división en dos frentes de las opiniones valederas. Y se sitúan, claro está, en una de las dos veredas. Pero no tiran piedras, de eso se encargan los comentaristas. La imagen es la de una pelea callejera. Las piedras son palabras hirientes, injuriantes.
Creo que las de Horacio son palabras sabias que habría que entender y que señalan una conducta deseable que habría que practicar. Su apelación es claramente al restablecimiento de una ética de la comunicación. Los blogs y los comentarios que en ellos aparecen no deberían quedar excluidos de ella. Autorregulación es lo que propone, no censura.

bastadeodio                                                           

6 comentarios:

  1. Ja. Vos viste que le dediqué un par de post a la cuestión.
    Y es como dice González; una verdadera cloaca el espacio. Un despacho del más jodido resentimiento.
    Lo que si, cuando emergés de semejante pudredumbre, advertís que son unos pocos los que están tan jodidos. Por suerte. Lo que pasa que si va alguien inadvertido por ahí se cree que son muchos.
    Son los de siempre. Los que siempre fueron.

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    1. Es cierto Daniel, los comentaristas son más o menos los mismos, en una época comentaba con frecuencia las notas de la nación y hasta llegué a tener la cucarda de plata. Tampoco deja de ser cierto que si bien son en general los mismos los lectores de LNOL son muchos y muchos son los que leen los comentarios.
      Sí, se que te preocupa como a mí y a otros muchos este tema, vos mismo sin llegar a los exabruptos que aparecen en esas cloacas (la de Perfil es la peor) tuviste que soportar en tu blog ciertamente actitudes no de debate sino de lisa y llana provocación.
      Tu postura es similar a la que intento practicar, el lenguaje está para comunicar, muchas veces uno siente fastidio frente a ciertas afirmaciones o argumentos pero, como dice Horacio Gonzalez, hay que transformar ese fastidio en otra cosa, por ejemplo, en argumentos.

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  2. Coincido en todo con H.G.
    "El lenguaje no debe transformarse en una forma grosera del duelo y de la muerte". Sin autorregulación no es posible... Pero ¿les interesa autocontrolarse? o ¿apuestan precisamente a degradar el lenguaje y la comunicación?
    Pienso que el lenguaje periodístico debería regularse para preservar la lengua... Claro que dejaría de ser una lengua viva... (Contradicción y van...)
    No leo LNOL, simplemente porque "ahora, hoy" no tengo ganas de envenenarme, como tampoco leo Perfil... ni Clarín (aunque debo reconocer que "escucho a mi mamá" que se alimenta con Clarín aunque todavía "me responde" jeje)porque me fastidian a tal punto que temo perder el control...
    A veces creo tener conductas autoritarias, yo no sería tan paciente como Daniel si tuviese un blog con contenido similar al de él (el potencial viene porque no sabría hacerlo, por lo tanto no existe). Al no aceptar pautas de argumentación, directamente bloquearía al participante. No hablo de argumentar a favor del post, hablo de ARGUMENTAR aún en la oposición.

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    1. De so se trata Hilda de argumentar incluso de manera fuerte pero sin degradar la palabra al nivel del insulto. Todos sabemos qué significa, no es necesario explicarlo, tampoco es una utopía ambicionarlo.
      Abrazo

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  3. Estoy de acuerdo con HG, los comentaristas son francotiradores muchas veces sin ninguna sustancia. Pero sinceramente, he visto que aquellos que se dicen "decentes" son muchos menos afectos a la polémica y muy apegados al insulto que muchos compañeros que entran a comentar con cierto contenido conceptual. Tal vez me equivoque, pero me da la impresión de que es un poco así.

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    1. No se si te entiendo bien. Lo que creo entender y desde luego concuerdo es que hay periodistas o intelectuales "decentes" que están más dispuestos al agravio y a la manipulación que a la propuesta conceptual o argumental. Lo que es cierto es que se puede agraviar sin recurrir al insulto ni a la palabra soez. Por ejemplo, cuando el bien hablado Nelson Castro se atreve a decir que la soberbia de Cristina (o de ambos) es la responsable de la muerte de Néstor y que esa soberbia se manifiesta por no haber dispuesto una guardia médica en el calafate. Dicho esto con la Presidenta convaleciente de una operación que según el (que tuvo ojos dentro del quirófano) es una mascarada o una improvisación. Como periodista lo que dice es agraviante para la Presidenta, aunque sea un argumento, y como médico es todo un atentado a la ética médica lo que está haciendo, claro que lo intenta justificar diciendo que la salud presidencial es una cuestión de estado, cuando tenemos buenas razones para suponer que ésta le importa un comino. Pero creo que en este caso, Horacio lo calificaría de un argumento irritante o fastidioso y lo distinguiría de uno realmente agraviante. Creo que la cuestión que plantea Gonzalez no es tan nítida como puede parecer de primeras, hay casos que están en la frontera entre lo irritante y el agravio y la cosa no pasa solo por el insulto o la agresión. El lenguaje no admite interpretaciones simplistas fuera del contexto. Lo que rescato de lo dicho por Horacio es la voluntad de reintroducir el tema bajo la óptica de la ética.

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