Solo un necio o mal intencionado puede negar que este gobierno nacional actual y los dos que le antecedieron del mismo signo político fueron los que en estos treinta años de democracia más hicieron para fortalecerla.
Si la democracia es mucho más que el acto formal -aunque fundamental- de las elecciones, es porque ella representa un medio, un continente, para la paz, la prosperidad, la justicia social y la expresión cultural en libertad. Ahora bien estos y otros ideales similares al concretarse en la realidad de todos los días se materializan solo en parte, de forma casi contradictoria, con avances y retrocesos y, como la vida misma, siguen derroteros imprevisibles y sumamente complejos.
Los sucesos de estos últimos días generados a partir de la sublevación policial en Córdoba nos sacudieron a todos, lo peor es que hay que lamentar -por ahora- doce muertes estúpidas, injustificables, que empañarán para siempre tanto los festejos de los democráticos treinta años como los de las próximas fiestas.
Se ha discutido y se discute si era momento para "festejos" como el convocado en Plaza de Mayo por el gobierno nacional, si la causa del ilegal reclamo policial está en el deterioro del salario provocado por la inflación o si, sin negar estas razones, la verdadera causa hay que buscarla en el accionar de individuos y grupos que atentan contra el gobierno y la democracia misma y que encontraron una forma fácil y espectacular de expresarse.
Es medio al pedo esta discusión ya que es probable que a unos y otros les asistan buenas razones y no son -a mi juicio- el problema central.
También se acusa de degenerados a los propios saqueadores condenándoles moralmente por el hecho de robar electrónicos en lugar de comida (cuando lo cierto es que comida, lo que se dice comida, no les falta pero si muchos de los bienes que a la vista de todos parecen definir hoy a la felicidad).
En fin, más allá de cualquier análisis, mucho de lo que se ha dicho y escrito en estos aciagos días ha pecado de una elevada dosis de hipocresía cuando no de estupidez o mala intención.
Por parte de los ejecutivos provinciales, que califican de extorsionadores -incluso de subversivos- a los policías sublevados pero a la vez les conceden sus reclamos y les prometen que no habrán sanciones, cuando una cosa que es justa -un salario digno- no requiere de la otra que es visiblemente injusta, indigna e inconveniente, pero tiene la "ventaja" de asegurarles una "paz" momentánea. Pan para hoy y hambre para mañana.
Por parte de los partidos de la oposición que no se unieron como deberían haberlo hecho junto con los gobiernos provinciales y nacional en el repudio del accionar policial y en la propuesta de soluciones a mediano y largo plazo que espero que alguna vez se planeen y pongan en marcha.
Por parte del gobierno nacional porque es a todas luces insuficiente recurrir a la existencia de una conspiración malévola para explicar la magnitud de un fenómeno que obedece a causas mucho más profundas, permanentes y preocupantes. Reconocidas éstas, en parte, por la propia presidenta Cristina Kirchner cuando en su discurso -inexplicablemente "no encadenado"- de ayer señaló que en la raíz del problema está la falta de control político de las fuerzas de seguridad.
Los hechos de esta última década muestran que -por lo menos en el mediano plazo- la inveterada actitud sediciosa de la Fuerzas Armadas está debidamente conjurada. Ese inmenso logro nacional es de todos, de los sucesivos gobiernos (unos más, otros menos) y del pueblo en su conjunto (también en este caso de algunos más y de otros menos).
Si pudimos con los milicos (dicho esto con actual respeto) como no vamos a poder con los "canas" (dicho esto con mucho menos respeto). ¿Podemos acaso ignorar el papel que las policías jugaron en el esquema represivo de la última dictadura militar? ¿Podemos acaso ignorar la corrupción estructural que siempre las ha acompañado?. Con los "canas" parece que hemos decidido no meternos. No les hemos en estos treinta años de democracia más allá de algunos intentos localizados, esporádicos e inconclusos, metido mano como se debería haber hecho.
Seguramente no debe ser así. Demos cambiar en serio. Es una cuestión de supervivencia de la democracia real aunque no lo sea de la formal. La profesionalización y jerarquización de la fuerzas de seguridad son objetivos que solo se pueden conseguir a partir de una firme decisión de toda la dirigencia política y social que debe dejar de lado intereses particulares aunque sean legítimos para reconocer que en esta partida nos la jugamos todos, los pro y los anti, pero también los indiferentes.
No será fácil porque hay muchos que se declaran defensores de la democracia pero de hecho lo son siempre y cuando ésta no obstaculice el logro de sus propios objetivos.
Deliberadamente he evitado referirme a los argumentos socio culturales que buscarían explicar el porque miles de ciudadanos con sus "necesidades básicas" parcialmente satisfechas o simplemente satisfechas se "apuntan" a saquear locales comerciales para llevarse electrodomésticos. Es importante, pero en este momento simplemente no me parece que sea el tema fundamental.
bastadeodio
Clarísimo... gracias Profe, abrazo grande
ResponderEliminarExcelente Profe. Sinceramente, estos sucesos no me dieron ganas de festejar nada ayer, No por alguna evaluación analítica sino simplemente porque el ánimo se me fue al pozo de cabeza. Sin juzgar por ello a los que pudieron hacerlo.
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