Dardo Torres y María Cristina |
Armando Ruperto “Yiyi” Torres, Dardo César “Moniche” Torres y Edgardo Buenaventura “El Chato” Torres eran hermanos e integraban junto con otros dos obreros desaparecidos, Manrique y Sarraille, la comisión interna de la química Mebomar SA en Esteban Echeverría. Todos ellos fueron secuestrados en diciembre del ’76.
Permanecieron desaparecidos durante 35 años hasta que, en la primera semana de diciembre del año pasado, la Justicia dio a conocer que tres esqueletos exhumados del cementerio de Lomas de Zamora entre 1983 y 1985 se corresponden con el ADN de los hermanos. Los jueces dispusieron también que se tomen testimonios para remitirlos al Juzgado N° 3 del fuero y se los incluya en la causa que investiga los crímenes de lesa humanidad perpetrados por el Primer Cuerpo del Ejército.
Juan Grippo, quien trabajó en Mebomar hasta el año ’90, describió así el clima que se vivía en la planta durante el primer año de la dictadura:
“Tenía miedo de ir a trabajar. A fines de noviembre empezaron a haber camiones militares adentro de la planta. Nosotros hacíamos el producto y ellos iban a mirar. Estaban en la empresa durante tres o cuatro horas a la mañana. Eran cuatro soldados y una especie de jefe.”
Los hermanos Torres se destacaron porque consiguieron desde la comisión interna mejorar las condiciones de trabajo en la planta que eran muy precarias.
“Te daban botines viejos, usados, e incluso pasaba que te daban solamente un casco. Trabajabas con azufre, cromo, todas sustancias que te enfermás si las respirás ocho horas por día, todos los días”, recuerda Juan.
Había mucho riesgo para la salud y hasta ocurrió un accidente muy grave que le costó la vida a un obrero de montaje.
A partir de ese momento se conformó una nueva comisión interna, integrada por los hermanos Torres, Oscar Augusto Sarraille y Raúl Eduardo Manrique. La nueva comisión, que fue elegida democráticamente por los trabajadores de la química, logró normas de seguridad e higiene más exigentes y la reducción de la jornada laboral de ocho a seis horas, por considerar a esa actividad química como trabajo insalubre. Juan recuerda:
“Estábamos a favor de ellos porque se plantaban y conseguían cosas. Cascos, ropa en mejor estado, más seguridad y, aparte, las seis horas”.
Miguel Ruiz Díaz, cuñado de los Torres y también obrero de Mebomar relata:
“Cuando se hacían reuniones por temas gremiales afuera de la fábrica, la patronal ponía obreros que trabajaban para ellos y que iban a la reunión porque se invitaba a todos pero siempre había alguno que iba a escuchar y llevar el comentario a la fábrica”
“Un día me agarra el gerente, que era Martínez, y me dice: ‘Mirá, Miguel, la cosa viene así, vos fijate bien lo que hacés. Yo llamo a tal número y vos esa noche desaparecés. Vos y aquellos que me andan molestando’”.
Tanto Juan Grippo como su hermano Ricardo en sus testimonios destacaron el vínculo entre el director de la química en aquel entonces, Héctor Monzón, y el intendente de Esteban Echeverría, Oscar Alberto Blanco.
A finales de 1976 la situación recrudeció con el secuestro de Sarraille, ocurrido el 20 de octubre. El 7 de diciembre a las once y media de la noche, las fuerzas represivas irrumpieron en la casa de Dardo y lo secuestraron. Su mujer, María Cristina Fallecen, tenía un bebé de tres meses. Según declaró la hermana de los Torres, Norma, los oficiales le dieron la alianza de Dardo y le dijeron que se la guardara de recuerdo. Luego, se dirigieron a los domicilios de Armando y Edgardo, a quien secuestraron junto a su mujer, Leticia Godoy, quien permaneció en un centro clandestino de detención durante una semana.
Se estima que los hermanos Torres y Manrique habrían pasado sus últimos días en el centro clandestino de detención El Vesubio. El 23 de diciembre los trasladaron hasta el cruce entre las calles Alberti y Burton, en Banfield, y los balearon en un enfrentamiento fraguado que tuvo nueve víctimas fatales. Sus cuerpos fueron enterrados en una fosa común en el cementerio de Lomas de Zamora, de donde fueron exhumados entre 1983 y 1985. El Equipo de Antropología Forense los identificó en noviembre y sus familiares los enterraron en el cementerio de Monte Grande después de buscarlos durante 35 años.
No fue el único caso de comisiones internas u obreros desaparecidos entre 1976 y 1977. En la planta de Mercedes Benz en González Catán hubo en 1977, 15 trabajadores desaparecidos, y cuatro trabajadores más de la planta de Dálmine en Campana fueron secuestrados en septiembre de 1976. En todos estos casos la patronal envió a los trabajadores secuestrados telegramas de despido. (ver aquí)
Una experiencia personal:
Yo mismo puedo dar testimonio (parcial porque los detalles no vienen al caso), ya que el 14 de mayo del ´76, por la madrugada, me llevan de mi casa junto a Fernando, un amigo y compañero que casualmente y para su desgracia estaba de visita. Aunque, afortunadamente -como en el caso de María Cristina- no se llevan también a mi mujer embarazada de 5 meses en ese momento, solo porque en ningún momento y por pura astucia instintiva, no abrió los ojos y porque uno del operativo que la vigilaba -según ella testimonia- aparentemente se compadeció y dijo que no la llevaran.
Cuando ya no estaba en el país, la Aduana me envió un telegrama de despido por aplicación de la ley de prescindibilidad por razones político-ideológicas "promulgada" por la propia dictadura en el marco de una represión generalizada contra toda la actividad gremial o reivindicativa (intervención de los sindicatos, disolución de la CGT, derogación del derecho a la huelga, prisión de 6 a 10 años para quienes osaren violarla y un largo etcétera.
A pesar de todo lo vivido tuvimos una suerte enorme los tres yo, mi mujer y el bebé por venir. El final es que me dejaron, luego de simular un fusilamiento, en bastantes malas condiciones físicas en un descampado a las 36 horas de ser sacado tabicado de casa, junto con mi amigo y dos compañeros más de la Aduana, uno de ellos de nombre Enrique. A los pocos días, cuando estuve en condiciones mínimas aceptables, nos fuimos, mi mujer y yo, a Madrid con pasaje solo de ida (otros tiempos). En esa oportunidad todos los secuestrados en el procedimiento (de la Aduana) fueron dejados en libertad.
No sucedió lo mismo al año siguiente en una segunda oportunidad. Lamentablemente se de dos compañeros trabajadores más que entre abril y julio de 1977 fueron secuestrados del mismo edificio de la Aduana y que continúan desaparecidos, Silvia E. M. (Leg Conadep: 2116) y Héctor Carbajales (Leg Conadep: 908) ambos habían pertenecido a la agrupación gremial de la JTP disuelta mucho antes y que había llegado en su mejor momento a integrar la comisión directiva del sindicato.
En esas mismas fechas las fuerzas represivas volvieron a la que ya no era mi casa y la destrozaron, también volvieron a la casa de Enrique, el otro compañero y amigo, el que afortunadamente había podido escapar antes con su mujer e hijo.
Jamás el Sindicato de Aduana (SUPARA) hizo la más mínima referencia a los secuestros y desapariciones. Carlos Sueiro, abogado, es todavía su eterno Secretario General (convertido en tal por primera vez gracias a la alianza que había hecho con nosotros), ver aquí. Fue diputado nacional durante el menemismo. Su esposa fue nombrada jueza y ambos aparecieron hace unos meses en los medios por un tema de cuentas en el exterior. (Nota: los nombres completos de los afectados los reservo por no tener autorización de ellos o de sus familiares según el caso)
El Homenaje:
Pancarta artística creada por los alumnos |
-Encarar una producción artística para el Municipio de Esteban Echeverría en el “Homenaje a los trabajadores desaparecidos de la Química Mebomar”, cuyos miembros mantienen hasta el presente la condición de detenidos-desaparecidos, víctimas del terrorismo de Estado durante la última dictadura militar.
-Sustentar la producción artística (diseño del folleto y bandera) de sus compañeros en la búsqueda de sentido de la obra, mediante la investigación previa y el compromiso del artista con la comunidad a la que pertenece.
-Registrar los testimonios de los testigos y protagonistas de hechos contemporáneos y recientes.
-Darle al número, un nombre y apellido, y al nombre una historia de vida, recuperando la identidad de esos hombres, intencionalmente desvirtuada bajo el rótulo de delincuentes- subversivos, ya que partimos de la hipótesis que el propósito de aniquilamiento no sólo consistió en hacer desaparecer los cuerpos sino también en hacer desaparecer las identidades para romper los lazos de solidaridad y pertenencia que los unían, a ellos y a sus familias, víctimas también del terrorismo de Estado, con la comunidad a la que pertenecen.
-Nuestra propuesta consiste entonces en rescatar las historias de vida de los cinco trabajadores detenidos-desaparecidos de la Comisión Gremial Interna de la Química Mebomar, a partir especialmente de los testimonios orales de familiares y compañeros de trabajo de las víctimas que fueron relevados por primera vez mediante una serie de entrevistas.
Carlos Somigliana del Equipo Argentino de Antropología Forense, en un encuentro con los familiares de los trabajadores desaparecidos de la Química Mebomar, destacó la importancia del trabajo en conjunto desde lo antropológico y lo histórico para relevar y compartir datos que permitan reconstruir las historias de vida y facilitar la identificación de las víctimas del terrorismo ya que: “Todo dato de la vida de los desaparecidos, por irrelevante que parezca, puede facilitar la reconstrucción de identidades que fueron separadas, dejando los nombres por un lado y los cuerpos por el otro”.
La iniciativa involucra al pueblo de Esteban Echeverría, que planea construir un memorial al estilo de otros existentes como el de la ex-ESMA y el Parque de la Memoria.
Entre los vecinos, artistas y escuelas, eligieron el lugar donde emplazarían el memorial. “Es a ocho cuadras de donde se llevaron a cabo los fusilamientos del Boulevard de Buenos Aires. Queremos trabajar el tema con la escuela pública y los artistas y escultores del partido. Estamos esperando que el intendente tome la decisión de ejecutarlo”, comentó Horacio Cruzel responsable de la oficina de derechos humanos de la Intendencia.
Otros datos de interés sobre Mebomar:
Su producción consistía en el procesamiento de sales de cromo y productos para curtiembres. De la empresa salían camiones para exportar por los puertos de Rosario, San Lorenzo y para proveer a otras químicas y curtiembres. La compañía habría sido intermediaria de firmas estatales soviéticas dedicadas a la exportación de productos químicos y de instalaciones tecnológicas para fábricas del ramo y la Química Mebomar también habría presidido la Cámara Argentino-Soviética desde su constitución e integrado la nómina de empresas proveedoras del gobierno de la Provincia de Buenos Aires.
La empresa canceló sus actividades en la Argentina en la década de 1990 y en la actualidad mantiene causas abiertas en Juzgados Civil y Comercial, y Juzgado Laboral de Lomas de Zamora por distintas demandas entre ellas despidos, salarios familiares y sueldos adeudados. Hace ya tiempo que además la planta abandonada viene convirtiéndose en un problema para los vecinos y el municipio, por los piletones a cielo abierto y la posible contaminación de cromo en las napas de agua. El blog especialespueblo.blogspot.com contiene una detallada historia personal de cada uno de los desaparecidos de la comisión interna y otros testimonios que se encuentran aquí muy escuetamente presentados (ver aquí).
A modo de conclusión:
El capitalismo salvaje y depredador -el anarco capitalismo en palabras de la Presidenta- no reconoce fronteras ideológicas y, cuando puede, busca escapar a los controles. Las empresas pueden ser de origen estadounidense, europeo o, como en el caso de Mebomar, soviético, pero el comportamiento en nuestro país, por lo que se puede ver, es el mismo, desprecio total por la vida, la salud y la regla es la explotación de los trabajadores y siempre ocurre esto con la complicidad de las autoridades estatales que deberían controlarlas. Esta situación naturalmente tiende a reproducirse actualmente y es al Estado, Provincial y/o Nacional y a sus instituciones competentes incluidas las representaciones gremiales y los sindicatos que les corresponde impedirlo.
En cualquier caso el martirio de los hermanos Torres y de los restantes delegados de la comisión interna de Mebomar, como el de todos los trabajadores detenidos desaparecidos debe servir de ejemplo y testimonio para que nunca más se cometan abusos de este calibre o similar.
Además y a pesar de las indudables dificultades que presenta, todavía nos debemos como sociedad la identificación, juzgamiento y si cabe condena, de aquellos civiles que en los lugares de trabajo colaboraron con el accionar represivo señalando y entregando a los militantes gremiales. Y en muchos casos beneficiándose con ello.
La llamada con cierta ligereza "dictadura militar" fue con toda claridad una dictadura cívico-militar. La colaboración estrecha de civiles en el aparato represivo fue esencial para la supresión preventiva mediante el terror de toda forma de protesta y, a su vez, condición previa imprescindible para la implantación del modelo neoliberal que asoló al país y a su pueblo y que dejó unas marcas tan profundas que nos llevará mucho tiempo y esfuerzo borrar definitivamente. Para lograrlo la Memoria es un punto de partida necesario pero solo ella no basta, se requieren además de Justicia para las víctimas en lo que constituiría el mejor Homenaje, decisión política y apoyo popular para realizar los cambios profundos que se requieren.
En ese camino estamos, no hay que dejarse engañar con cantos de sirena sean éstos por derecha o por izquierda, la política de todos los días y los acontecimientos cotidianos magnificados intencionalmente por los medios de comunicación suelen desviar la atención de lo que son los temas permanentes y prioritarios de la agenda político social, aquellos que nos llevan a construir un país más libre, más igualitario, más inclusivo y más consciente de su identidad latinoamericana. El futuro podrá ser como ambicionamos pero está marcado por nuestro presente.
bastadeodio